Kimi Bañol, oriundo de Jamundí, con solo nueve años fue escogido por el proyecto Birds Colombia como el primer guardián de las aves en el país. Su historia inspiró a los directores de la iniciativa a buscar otros niños y niñas de todos los departamentos que tuviesen interés por la contemplación y conservación de las aves.
Frondosos árboles y altas montañas bordean un corregimiento en Jamundí llamado Puente Vélez, lugar reconocido turísticamente por los estanques de agua cristalina que se forman con la corriente del río.
Alrededor del agua, los árboles se agitan despacio; cada movimiento produce un efecto en la garganta de las aves que comienzan a cantar. Kimi Bañol, un niño de 12 años, mira hacia las copas de los árboles y cierra los ojos para disfrutar de esas melodías antes de ir al colegio.
“Yo quiero ser pajarero”, dice. Anhela dedicarse a esa actividad que “una vez se explora, es imposible abandonar”, como explica NIky Carrera, la directora de Birds Colombia que hace cuatro años encontró su historia.
Birds Colombia es un proyecto dirigido por Niky y Mauricio Ossa, una pareja de fotógrafos y publicistas que decidieron dedicarse a conservación medioambiental a través del avistamiento y registro de especies de pájaros luego de experimentar «la conexión que el amor por las aves creó entre ambos».
Kimi, quien actualmente cursa séptimo grado, entre las más de 1.900 especies de aves que existen en Colombia, se enamoró del cardenal guajiro, un ave que solamente se puede encontrar en La Guajira y la cual, según él, lo dejó deslumbrado con las diferentes tonalidades de rojo de su plumaje.
«También me gustaron mucho la tangara multicolor y gallito de roca, pero el rojo es mi color favorito y esa (el cardenal guajiro) me pareció, sobre todas, la más hermosa», comenta entre risas.
Cuando Kimi le comentó a su madre que esa era su ave favorita y quería conocerla, Mauricio y Niky gestionaron todo para que él fuera hasta La Guajira a verla. Los tres recuerdan que fue la primera vez que el niño montaba en avión y, también, la primera vez que veía el mar.
Ahora, luego de que toda su comunidad lo reconozca como el niño avistador de aves, Kimi manifiesta que uno de sus mayores sueños es poder ir a una universidad para estudiar Biología y especializarse como ornitólogo.
De acuerdo con él, el avistamiento de aves es una parte fundamental de su rutina. De lunes a viernes no suele hacerlo con tanta frecuencia, pues sale al colegio desde temprano y regresa a eso de las 5:00 p. m. por el curso de inglés que está haciendo.
Sin embargo, el niño nombrado por Birds Colombia como el primer guardián de las aves del país le dedica como mínimo dos horas al avistamiento de aves los fines de semana.
A veces lo hace solo, otras veces va con el Club Amigos de las Aves y Naturaleza La Herradura (que hace parte de la Reserva Natural Bonanza), el cual está integrado por los niños de esa zona rural.
En Manizales, durante el Congreso Suramericano de Aves, Niky recuerda que todos querían una foto con el joven pajarero: «La Feria estaba llena de profesionales y personas que han dedicado toda su vida a esto y se sentían encantados con la historia de Kimi. De inmediato vimos lo necesario que era encontrar más ‘Kimis’ en el país», comenta.
Ese es el motivo por el cual, junto su esposo Mauricio decidieron abrir el concurso Guardián de las Aves. Durante dos meses habilitaron sus plataformas para que los niños enviaran vídeos con respuestas mostrando su interés por promover la preservación de las especies de aves del país.
«La acogida fue grande, más de lo que esperábamos. Se presentaron 197 niños de 26 departamentos. ¡Fue demasiado!», comenta.
Kimi, por su parte, continúa trabajando en su comunidad para despertarle a todos sus amigos, familiares y vecinos esa «emoción descomunal» (como él lo describe) que se siente cuando se da un ‘lifer’, es decir, un avistamiento de un ave por primera vez en ‘lenguaje pajarero’.
Con la misma energía con la que Kimi registra las aves de los bosques cercanos a Jamundí, Valle del Cauca, cientos de pajareros expertos de Colombia registraron el nombre del niño con emoción; pues, para ellos, historias como la suya demuestran que «las aves son herramientas de transformación y solo con su canto podríamos crear una conexión más especial con la naturaleza», concluye Niki.