La Cuadra Bacana promueve la unión entre vecinos a través del arte

En Barranquilla, la intervención de espacios en los barrios, en manos de sus habitantes, fortalece los lazos sociales, recupera el espacio público y rescata la memoria ciudadana.

 

Laura Manga nació y se crio en La Luz, en el sur de Barranquilla, uno de los barrios más vulnerables de la ciudad.  

Estudió en un colegio femenino y recuerda haberle dicho a su mamá lo asustada e insegura que se sentía en los recorridos de su casa al colegio tanto por la cantidad de habitantes de calle que veía, como por las ollas de microtráfico por las que tenía que pasar.  

Fue víctima de varios atracos en ese trayecto. Luego, al conocer un caso de violación y homicidio que se presentó en la esquina que conectaba su barrio con el barrio Las Nieves, donde quedaba su escuela, su mamá decidió mudarse.  

Salieron del sector, pero cuenta Laura que le quedó un sinsabor: le daba nostalgia dejar su barrio sin poder hacer nada.  

Fue esa añoranza y la voluntad de cambio las que, años más tarde, luego de ganar un concurso de la Cámara de Comercio en el que premiaban las ideas más innovadoras para reimaginar la ciudad de Barranquilla, la llevaron a crear la Fundación ‘La Cuadra Bacana’ 

A través de intervenciones urbanas en los barrios, enmarcadas dentro de un proceso llamado ‘place making’, la fundación busca generar apropiación territorial con el objetivo de rescatar los espacios en los barrios vulnerables, particularmente en el sur de ‘La Arenosa’.  

El derecho a crear ciudad desde los barrios

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En la realización de las intervenciones participa la comunidad barrial entera, desde niños hasta adultos mayores. / FOTO: Laura Manga

Laura llegó por su cuenta a los procesos de intervención urbana. Cuenta que un día se sentó frente a su computador y comenzó a hacer las siguientes búsquedas en Google: ‘cuadra bonita’, ‘qué hago en mi cuadra’,  ‘ideas creativas para mi cuadra’ y “¡pun! Me salió el ‘place making’. Ahí empecé a investigar, a leer documentos, artículos y me encontré con experiencias en Europa, Estados Unidos, Chile, Uruguay y otros países”.  

Con eso se dio cuenta de que los barrios son espacios vivos de autogestión y construcción autónoma, en donde los mismos habitantes pueden generar comunidad con las acciones más simples.  

Y es precisamente de eso de lo que se trata el ‘place making’: “De ejercer el derecho a hacer ciudad con ideas rápidas, livianas y baratas, en un proceso donde la comunidad decide e incide en cómo quiere que sea su entorno», indica Laura.   

“Nuestros padres y nuestros abuelos hacían ‘place making’, pero, ajá, no lo sabían». Laura recuerda que, cuando era niña, en diciembre la gente cerraba sus cuadras, pintaban los bordillos, las vecinas intercambiaban platos, salían a las terrazas a contar historias y a compartir en una dinámica de profunda articulación barrial y vecinal. 

Así, con la necesidad de recuperar esas interacciones comunales a través de las cuales se generaba apropiación territorial, al tiempo que se construían y consolidaban vínculos sociales, acudió a las herramientas del ‘place making’, pero las aterrizó al contexto barranquillero. 

“Y así fue que nació el término ‘la cuadra bacana’”. 

De iniciativa a organización constituida 

Fue así, luego de casi un año de investigaciones y creación de puentes y acercamientos con la comunidad del barrio La Luz, con la ayuda del sacerdote de la iglesia, lideres comunales y el colegio, que en el 2020, 48 horas antes de que se declarara la cuarentena nacional, ‘La cuadra bacana’ hizo su primera intervención.  

Se trató de un mural de 400 metros cuadrados en cuya realización participaron alrededor de 200 personas del barrio y que se llevó a cabo durante dos días en los que también había espacios lúdicos de música, baile y creación de comunidad.  

“Fue maravilloso porque por primera vez en este barrio la gente estaba participando, en un contexto donde la intervención comunitaria no sucede mucho», explica Laura. 

Al ver la acogida del evento y el interés de las personas que desde otros barrios acudían a participar y a pedir que en sus comunidades se realizara un proceso similar, Laura y su equipo tomaron la decisión de que ‘la cuadra bacana’, que había nacido con la idea inicial de ser una iniciativa de una sola vez, debía convertirse en una organización.  

Inmediatamente después, sin embargo, llegó la pandemia. Y aunque frenó la realización de iniciativas durante los ocho meses en los que Colombia se encontró inmersa encuarentena, una vez afuera comenzaron nuevos proyectos.  

La construcción de memoria en los barrios

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El barrio Rebolo fue cuna salsera de Barranquilla y el Caribe. Por sus calles pasaron iconos como Celia Cruz e Ismael ‘Maleo’ Rivera. / FOTO: Laura Manga

Con las restricciones de movilidad apaciguadas y cuando regresaron los eventos públicos, ‘La cuadra bacana’ continuó con la realización de murales. Uno de los casos más exitosos fue en el barrio Rebolo, uno de los más característicos de la ciudad, pero que desde hace tiempo carga con un estigma de violencia y delincuencia.  

Allí también intervinieron con pinturas, grafitis y murales varias cuadras y dos esquinas del barrio.  

“Las cuadras son el puente de comunicación entre los vecinos y su entorno más cercano, son canales comunicativos donde se construyen lazos. Tú sales a la terraza y ya tu vecino te está saludando, te acercas a un vendedor y le compras algo, llegas a la esquina y te enteras del chisme, pero también de información relevante», indica la joven. 

Por eso, dice, es tan importante recuperar esos espacios y que la gente acuda de nuevo a ellos y se sienta segura haciéndolo. 

Además, a través de las intervenciones en Rebolo, cuenta Laura, se comenzó a generar un proceso de construcción de memoria barrial. Gracias al encuentro comunitario, las personas empezaron a recordar el legado cultural del lugar, que fue una de las cunas salseras de Barranquilla y de todo el Caribe colombiano, y que también fue pionero en deportes.  

“Rebolo fue uno de los primeros barrios que hubo en Barranquilla. De ahí salieron grandes figuras como Nelson Pinedo, el único colombiano que ha estado en la Sonora Matancera. También descubrimos personajes como Ralphi 100, que fue el primer distribuidor de vinilos del Caribe y por cuyo estadero pasaron figuras como Celia Cruz, Ismael Rivera, Willie Colón y Rubén Blades«. 

Y Rebolo es también una cuna deportiva, pues fue en ese barrio que nació el Junior de Barranquilla y donde se construyó el Estadio Moderno, que fue el primero de toda Colombia: “La gente cree que Barranquilla todo es Carvanal, pero cuando te pones a ver barrio por barrio, te das cuenta de que cada uno tiene su ADN, su composición social y una historia que contar, incluso cada cuadra. Entonces queremos rescatar eso también, para acabar con el estigma con el que cargan los barrios», explica Laura. 

Nuevos proyectos 

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Para este año, La Cuadra Bacana tiene ya dos grandes proyectos pensados y espera poder replicar la iniciativa en toda Colombia. / FOTO: Laura Manga

Con la acogida que ha tenido su trabajo, ‘La cuadra bacana’ continúa realizando intervenciones. La próxima será en la Institución Educativa La Luz, en el barrio homónimo. El próximo 20 de febrero llegarán 10 artistas franceses el colectivo Artivista a un intercambio en el que por una semana, y junto con los niños y jóvenes de la institución, “llenarán de color el colegio». 

Asimismo, para este primer semestre tienen planeada una intervención con enfoque de género en la que quieren rendir tributo a mujeres que han dejado un gran legado en la ciudad como Marvel Moreno, Esther Forero, Meyra del Mar y Clara Cortisor.  

Más a largo plazo, sueñan con poder hacer cuadras bacanas por todo el caribe y por todo el país, rescatando la cultura de los barrios y promoviendo una mejor convivencia entre vecinos.  

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