Luz Stella Salazar y Humberto Aníbal Patiño crearon la Casita de los Sueños en agosto de 2011. Desde entonces, han llegado a 270 instituciones educativas de Caquetá y donado unos 100 mil libros.
Luz Stella Salazar y Humberto Aníbal Patiño estaban en la ‘Morocha’, la camioneta con la que recorrían Caquetá. Llevaban cerca de seis horas andando por una carretera destapada, un camino que se perdía entre el pantano, y tenían como meta llegar a Ciudad Yarí, una vereda de San Vicente del Caguán en los Llanos del Yarí.
Eran cerca de las 11 de la noche cuando, perdidos, llegaron a una finca. Un hombre los recibió y les dijo que podían pasar allí la noche. Cansados, y porque no tenían esperanza de llegar a su destino en la madrugada, aceptaron. Pero algo los mantenía intranquilos. Sentían que no debían estar allí. “La energía era pesada”, recuerda Luz Stella.
Cuando, al día siguiente salieron de la habitación, un hombre mayor los recibió con dos tintos y una frase que les hizo entender su incomodidad: “bienvenidos a Tranquilandia”. Habían pasado la noche en el que fue uno de los mayores laboratorios de procesamiento de droga del país.
Ahora, cuentan esa historia como anécdota. Pero también para explicar su trabajo. Desde el 8 de agosto de 2011, recorren los 16 municipios de Caquetá, incluyendo los lugares más alejados como los Llanos del Yarí, con la Casita de los Sueños, una biblioteca rodante con la que llevan libros y juguetes a las escuelas del departamento.
Libros para transformar
Humberto y Luz Stella son esposos y los cofundadores de la Casita de los Sueños. Además, Humberto es el director del Círculo de Lectura Infantil y Juvenil de San Vicente del Caguán. Y, con su biblioteca rodante, en el lapso de casi 11 años, han llegado a más de 270 escuelas en toda Caquetá y calculan que han donado unos 100 mil libros.
Tenían una preocupación por la infancia en su departamento. “Veíamos que los niños tenían, sobre todo, juguetes bélicos y que había muy poca cultura en el territorio. Empezamos a trabajar la promoción de lectura y la escritura, pero vimos que había mucha falta de libros. Quisimos aportarles a los niños y queremos seguir llegando a todos los rincones de nuestro departamento”, explica Humberto.
Por la época que empezó a sonarles la idea de promover la lectura entre los niños del departamento, Humberto tenía una ebanistería. Entonces, cuenta Luz Stella, se les ocurrió, con los residuos de madera que sobraban y que él guardaba, empezar a construir juguetes didácticos, como una forma también de aproximar a los más pequeños a la literatura.
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En 2010, el padre de Luz Stella les regaló la ‘Morocha’, esa primera camioneta que usaron para moverse por Caquetá, y Humberto empezó a diseñar la Casita de los Sueños. La meta desde el principio ha sido la promoción de la lectura, la escritura creativa y la educación ambiental.
Durante su primer año, lograron visitar seis escuelas de San Vicente del Caguán y, cuatro años después, gracias al respaldo de la alcaldía del municipio, visitaron otras 100 instituciones educativas. “Recorrimos las escuelas más apartadas de San Vicente, que estaban a 9 y a 12 horas. Hasta allá llevamos la Casita de los Sueños a arrancarle sonrisas a los niños y a los adultos, a compartir libros y juegos, a escuchar y contar historias”, cuenta Humberto.
El valor de ser tercos
“Siempre quisimos aportar a esta transformación en el territorio y, con la Casita de los Sueños, se vincula toda la comunidad”, dice ahora Luz Stella. Y la complementa Humberto al explicar que ambos se criaron en Caquetá, por lo que tienen ese interés por el desarrollo de su departamento.
“Pensamos mucho en los niños de nuestro territorio. Yo llegué a la edad de siete años y Luz Stella nació aquí. Nos fuimos a Cali, donde ella se convirtió en profesional. Cuando nos casamos y tuvimos a nuestros hijos quisimos volver, a pesar de las dificultades que había en 2005, que fue un año con mucha violencia y muchos problemas sociales”, relata Humberto para explicar por qué continúan con su trabajo.
Pero no ha sido fácil. Luz Stella dice que, más que la dificultad de llegar a las escuelas, la gran preocupación es la del financiamiento. Porque tienen que conseguir los materiales para los juguetes, pero también comprar los libros que van a donar y, por supuesto, los gastos de cada viaje.
No obstante, Humberto dice que continúan porque “hemos sido muy tercos, y tenemos una fe impresionante, que nos ha aferrado al territorio”. Pero también, como explica Luz Stella, porque entienden el efecto de la literatura: “a través de la lectura, los niños se transportan a diferentes lugares, conocen otros personajes. Con los libros los invitamos a soñar y a que crean que esos sueños se pueden hacer realidad”.
“Utilizamos los libros como una herramienta de transformación de pensamientos y de realidades en nuestro territorio, y creemos que esa es una herramienta valiosa para esta región”, concluye Humberto. Y esa terquedad la reafirma Luz Stella cuando asegura que “la Casita de los Sueños está dispuesta a arrancar para cualquier territorio donde sea invitada. Siempre hay algo o alguien que nos alienta”.
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