La Seuci: ilustrar para conservar, crear para sanar

Inspirada en la leyenda del Yuruparí, uno de los relatos fundacionales de la Amazonía colombiana, esta iniciativa combina tradición, arte, ciencia y sostenibilidad, para incentivar la defensa de la fauna y flora del país.

Según el mito del Yuruparí, cuando una epidemia asoló la aldea de Seuci, un payé prohibió a las mujeres visitar el lago Muypa, donde las deidades solían bañarse. Ellas desobedecieron, guiadas por una de estas deidades, y el payé, al entrar en el lago, las fecundó. Así nació una nueva generación que preservó el legado de su pueblo. 

Para Dalila Ortiz, ingeniera ambiental, docente e ilustradora científica, esa historia representa el renacer, la conexión con lo ancestral y con la naturaleza. Bajo ese mismo nombre, La Seuci, fundó en 2010 un emprendimiento que resignifica la relación de las personas con su entorno natural. 

Dalila ha encontrado en la ilustración científica una herramienta poderosa para comunicar conocimientos complejos de manera sencilla, especialmente en la enseñanza de ciencias naturales y ambientales. “Es una herramienta muy asertiva para transmitir información técnica sobre sistemas, reproducción de plantas, hongos, tejidos, que muchas veces se pierden en la educación tradicional”, explica. 

Con más de una década de experiencia como docente, notó que sus estudiantes —Dalila dictó clase en varios colegios distritales de Bogotá y en la Universidad Central— y el público en general tenían una desconexión profunda con la biodiversidad del país. Colombia, con más de 67.000 especies registradas, según el Ministerio de Ambiente, es el segundo más biodiverso del planeta y, sin embargo, gran parte de su población desconoce la riqueza natural que los rodea.

“Tenemos un potencial inmenso en flora, fauna, hongos y ni hablar de microorganismos. Pero no los conocemos. La base de la conservación es el reconocimiento. Solo se protege aquello que se valora, y solo se valora lo que se conoce”, explica Dalila.

La Seuci, descediente de las montañas del Putumayo y de Nariño, encuentra inspiración en los elementos de la naturaleza. Desde 2010 materializa toda esa inspiración en ilustraciones naturalistas y elementos utilitarios multiusos que evitan la generación de residuos. | Foto: La Seuci

Desde su experiencia de campo, la ilustradora realiza observación directa, toma fotografías y luego investiga a fondo las especies que retrata. “Muchas veces voy caminando y veo una especie que nunca había notado. Luego empiezo a indagar, a identificarla con precisión, a entender sus características. Así comienzan mis ilustraciones”. 

Sus dibujos no solo tienen valor estético: son científicos, rigurosos, y están basados en fuentes verificadas. A través de ellos, busca visibilizar especies poco conocidas o en peligro, promoviendo el conocimiento de los ecosistemas asociados y los servicios ambientales que prestan.

La Seuci también materializa este conocimiento en productos utilitarios que transmiten mensajes de sostenibilidad. Uno de los más destacados son las bolsas multiusos hechas de tela PET reciclada. Estas, fabricadas a partir de botellas plásticas en una planta especializada en Medellín, contienen entre 60% y 80% de material reutilizado y son diseñadas bajo el formato tipo tula, fáciles de portar y usar. 

“La idea es que llevemos siempre una bolsa reutilizable, evitemos las de un solo uso y además carguemos con nosotros un mensaje ambiental”, señala. También crea papelería ecológica, stickers y otros artículos fabricados en alianza con emprendimientos sostenibles. “Yo me encargo de las ilustraciones y los diseños, pero he generado sinergias con otros proyectos para la producción. El trabajo colaborativo es clave para que este mensaje llegue más lejos”.

DATO: Debido a su papel como depredadores de otros insectos, en Francia a las mariquitas se les dio el nombre de “vacas de Dios” (Vaches à Dieu) y “ganado de la Virgen” (Bêtes de la Vierge); y en Inglaterra el de “vacas de nuestra Señora”. | Foto: La Seuci

Además de los productos, ofrece experiencias vivenciales como las Caminatas Fungi que surgieron a partir de un encuentro fortuito con un micólogo que se interesó por sus ilustraciones de hongos. Hoy, estas caminatas se realizan en una reserva de la Sociedad Civil en San Antonio del Tequendama, un relicto de bosque de niebla cerca de Bogotá. 

Los grupos, de entre 10 y 20 personas, realizan recorridos guiados en los que identifican especies de hongos, flora y fauna. Luego participan en un taller de ilustración donde, inspirados por la observación directa, aprenden a plasmar científicamente las especies que encontraron. Esta actividad no solo conecta con el arte y la ciencia, también con la contemplación, el cuidado y la apreciación del territorio. “Ilustrar es aprender desde la experiencia vivida”, asegura Dalila.

Otra de las líneas que ha explorado son los talleres de ilustración naturalista, realizados tanto en espacios cerrados en Bogotá como en parques y entornos naturales. Estos están abiertos a todo público, sin importar edad o nivel educativo. Allí, las personas observan, aprenden y dibujan, y en el proceso reconocen la importancia de cuidar aquello que muchas veces pasa desapercibido.

De acuerdo con Dalila, es difícil estimar exactamente la población existente de lagartos azules de Gorgona, pero expertos aseguran que está en peligro de extinción. | Foto: La Seuci

Los mensajes que transmite La Seuci apuntan a replantear la forma en la que habitamos el mundo. “Nosotros solo tenemos un planeta, este. Si cada uno se repiensa como un habitante que genera impactos, positivos o negativos, podríamos hacer de nuestra estadía algo mejor”, afirma. “No necesitamos seguir comprando cosas que usamos cinco minutos y luego desechamos. Podemos ser consumidores conscientes, reducir residuos, evitar devastar bosques nativos y frenar la pérdida de especies”.

Dalila recalca, también, que Colombia enfrenta hoy importantes retos ambientales. Según datos recientes, más del 30% del territorio nacional está protegido, pero la deforestación sigue aumentando: solo en 2024 se perdieron más de 1.000 km² de selva amazónica. Al mismo tiempo, se siguen descubriendo especies nuevas, como la Aphelandra montis-tusae en el Cerro Tusa, una de sus más recientes ilustraciones, lo que demuestra que aún hay mucho por conocer y conservar. En este contexto, iniciativas como La Seuci cobran especial relevancia: educan, inspiran y movilizan.

“Ilustrar es una forma de contar historias y las especies que dibujo tienen historias valiosas, muchas veces invisibles. Conocerlas es el primer paso para protegerlas”. La Seuci invita a mirar distinto, a cargar una bolsa con conciencia, a caminar el bosque con respeto, y a dibujar un futuro donde naturaleza y humanidad caminen juntas.

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