En Medellín existe una corporación que transforma la basura en jardines, que busca intervenir el espacio con paisajismo, hortalizas y flores, así como la recuperación de especies vegetales en vía de extinción. Ellos son Jarum, los Jardineros Unidos de Moravia.
En la comuna 4 de Medellín, Aranjuez, existe un grupo de personas que trabajan por crear espacios verdes dentro del barrio. Jardineros Unidos de Moravia, mejor conocidos como Jarum, nació en 2016 cuando se pensó en cambiar lo que antiguamente se conocía como el basurero de Medellín en jardines verdes que adornaran el territorio.
“Con toda esa intervención se logró que la comunidad creara unos emprendimientos relacionados al tema ambiental, entre esos está Jarum”, cuenta Jesica Alexandra Gómez Murillo, ingeniera ambiental del proyecto.
Jarum tiene cuatro líneas de acción: la primera se centra en la producción de material vegetal como plantas, abonos orgánicos como el compost y producción de semillas de huertas, la segunda es de paisajismo y jardinería ,con el fin de diseñar y recuperar jardines olvidados, la tercera es la de educación ambiental a la comunidad y la última enfocada en ecoturismo, para hacer talleres experienciales de siembra.
“Buscamos incentivar las actividades en el barrio, recuperar puntos y hacerle mantenimiento a algunas zonas. También hicimos un proyecto llamado Compost Escuela y una actividad para llevar a los estudiantes del colegio El Bosque a conocer el morro y la historia de Moravia. Hemos hecho actividades con colegios y con universidades enfocándonos a todo el tema ambiental de siembra, de planificación social y de intervenciones”, cuenta Jesica.
En la actualidad, Jarum está conformado ocho personas: seis son jardineros expertos y uno es un líder social de la zona- La otra integrante es Jesica, quien se desempeña como la ingeniera ambiental del grupo y se encarga de los talleres en El Bosque.
“Esta articulación nos ha permitido trabajar con la gente del barrio y de zonas externas para lograr los objetivos que nos planteamos. Buscamos ampliar nuestra línea de paisajismo y abrir el mercado para contrataciones”, dice Gómez.
De acuerdo con Jesica, los jardineros empezaron desde cero con el proyecto del morro, allí estudiaron y se formaron en flores, orquídeas, siembras, tipo de sustratos, entre otros temas. En la actualidad, muchos de ellos trabajan con el Jardín Botánico de Medellín haciendo los procesos de paisajismo y en las diferentes zonas verdes de la ciudad.
“Ellos tienen certificados de jardineros y tienen toda la experiencia en el morro de Moravia. Con Jarum también hemos hecho intervenciones personales en viviendas urbanas y rurales”, cuenta la ingeniera.
Incidencia en grandes y pequeños
Jarum llegó a la comunidad estudiantil de la Institución Educativa El Bosque para crear conciencia ambiental desde los más pequeños.
“El proyecto Compost escuela se concentra en aprender qué pasa con los residuos y cuáles se pueden recuperar, cómo se hace compostaje y abono orgánico, y la creación de una huerta en la que se toman recipientes reciclados, el abono y se siembran hortalizas”, explica.
Jarum también apoya el desarrollo del PRAE de El Bosque. Este Proyecto Ambiental Escolar, que debe existir en cada colegio público de Colombia, formó a los cuidadores ambientales, estudiantes del colegio que tienen pasión por el cuidado del medioambiente.
“Se centra en buscar las necesidades reales del territorio y adaptarse a las realidades con el fin de que la comunidad se empodere y tenga una actividad que no se limite solamente a un punto ecológico, sino que también lleve un poco más allá en esas acciones”, explica Jesica.
"Hago parte de los cuidadores porque me gusta proteger el ambiente, si no lo cuidamos, nos enfermamos".
Junto al Grupo Ambiental de Moravia, los vecinos, la corporación, los niños, niñas y adolescentes trabajan en recuperar los diferentes puntos críticos del barrio, esos sectores en los que se tira basura en la calle, para convertirlos en espacios verdes y zonas de cuidado.
Jarum trabaja con dos tipos de comunidad: las personas adultas que desde su infancia sembraron y cosecharon, pero que migraron a las ciudades y se alejaron, y ven esos espacios como la posibilidad de retomar esas raíces o esas tradiciones; y los niños, niñas y adolescentes.
“Las personas jóvenes tienen muchas intenciones de cuidar el planeta, de cambiar la realidad del barrio, les da mucha tristeza que la quebrada esté muy sucia. Es muy importante trabajar con los niños porque son esa semillita que podemos ir regando, abonando y que con ellos podemos asegurar que sea un proceso continuo de cuidado del ambiente”.