¿Qué es la lutería? Conozca el proyecto para preservar este oficio ancestral

La Fundación Coja Oficio trabaja con fabricantes de instrumentos artesanales en Bogotá, Bolívar, Meta y Santander para mantener vivo este oficio e impulsar la cultura local.

El proyecto Luthiers Colombianos es impulsado por la Fundación Coja Oficio, dirigida por Jorge Enrique Rodríguez. / FOTO: Luthiers Colombianos

Hace bastantes años ya, tantos que no recuerda, Jorge Enrique Rodríguez se volvió aprendiz de un maestro lutier de violonchelos. Lo hizo en Bogotá, su ciudad natal, donde antes de decidir dedicarse a hacer instrumentos musicales, aprendió a tocarlos. En particular, el violonchelo, un instrumento de cuerda común en las orquestas sinfónicas. 

Hoy, Jorge se dedica a preservar el oficio de la fabricación artesanal de instrumentos en varias regiones del país. Lo hace a través del proyecto Luthiers Colombianos, impulsado por la Fundación Coja Oficio, de la que es director. Actualmente, la organización trabaja con artesanos de Bogotá, Bucaramanga (Santander), San Jacinto y San Basilio de Palenque (Bolívar) y Villavicencio (Meta).  

“Trabajamos en el fortalecimiento de la producción de instrumentos musicales en el país. De todos, no solo guitarras, sino también tiples, bandolas, tambores, arpas, cuatros, maracas… Trabajamos con nuestros instrumentos tradicionales”, dice Jorge Enrique. La aclaración es importante. Aunque por definición la lutería se refiere a los instrumentos de cuerda, su uso se ha expendido hacia otras variedades.  

Jorge cuenta que, desde Luthiers Colombianos, “trabajamos en formación, enfocados en el tema de cómo mejorar las cualidades de los productos porque, por ejemplo, hay instrumentos que tienen una vida muy corta y se deterioran rápido, entonces trabajamos para que esto cambie”. 

Preservar el oficio 

Luthiers Colombianos trabaja con productores de instrumentos musicales en Bogotá, Bolívar, Meta y Santander. / FOTO: Luthiers Colombianos

Antes de Luthiers Colombianos y de la Fundación Coja Oficio, Jorge tenía su propio taller en Bogotá. Mientras trabajaba allí fue llamado por el Ministerio de Cultura para dictar varios talleres sobre la producción de instrumentos musicales. 

Resalta que, gracias a ese tipo de esfuerzos y al trabajo que desarrolla actualmente, la lutería, también conocida como laudería, “ha logrado un posicionamiento renovado en el país en la última década”. En sus palabras, esto se logró porque el conocimiento se salió de los talleres. 

“El lutier casi siempre fue una persona que estaba dentro de un taller, haciendo su trabajo de manera artesanal e individual”, relata, “pero en estos años ha incrementado el interés de jóvenes que quieren aprender el oficio, y esto incide para que se mantenga y sea más robusto”. 

Sin embargo, a su juicio hay una falencia: que no haya una estandarización de la profesión. Es decir, aunque es enfático en la importancia de que este sea un conocimiento heredado de maestros a sus aprendices, “en Colombia, lamentablemente, no hemos consolidado una escuela. Hemos hecho varios intentos, pero es un proyecto de gran alcance y algo complejo de desarrollar”.  

El camino del lutier 

Una guitarra puede tardar desde semanas hasta meses en su construcción, dependiendo de las técnicas del lutier. / FOTO: Luthiers Colombianos

Precisamente, Jorge tuvo una formación empírica. Habla con cariño del primer chelo que hizo: “Fue un instrumento que trabajé durante un tiempo bastante largo, que fue algo muy simbólico para mí y para mi maestro, porque me permitió demostrarle que era capaz”. 

Con el mismo tono habla de las enseñanzas que le han dejado los talleres que ha dictado en distintas partes del país. Para él, uno de los momentos más significativos es cuando los productores de instrumentos dejan la individualidad para trabajar de manera colectiva. “Se rompen barreras de celos, de miedos infundados entre los lutieres y se forma una comunidad de conocimiento”, afirma con orgullo. 

Ese conocimiento colectivo sirve, entre otras cosas, para mejorar los tiempos de los procesos, que varían según el lutier. Jorge cuenta que una guitarra, por ejemplo, puede durar varios meses en hacerse, pero que en procesos más industrializados tarda entre dos a tres semanas. Y en ese tiempo, cada maestro aplica técnicas que ha aprendido y que puede compartir a otros gracias al trabajo en equipo. 

Más allá de esos detalles, Jorge, al hablar de su oficio, asegura que no se queda solo en hacer un instrumento, sino que sirve para “preservar la diversidad de Colombia, pues la música es una expresión fundamental de nuestra cultura, ¿y qué es ser lutier sino elaborar los instrumentos que materializan el arte?”.