El reciclaje en Villa de Leyva es impulsado por Reciclavilla, una organización que enseña a la población a reciclar, entre otras reflexiones alrededor del impacto del cambio climático.
A sus 49 años, Claudia Peña expresa, en cada palabra, el ambientalismo pragmático al que se ha dedicado casi la mitad de su vida. Nació en Villa de Leyva, pero vivió y estudió en Bogotá. En 1999 regresó a su ciudad natal, donde un año después inició su proceso impulsando el reciclaje en Villa de Leyva.
“Yo me independicé en el 2000 y comencé a reciclar poquito a poquito. Luego, ya me dediqué de lleno a ello y así fue que comenzó a llegarme la idea de que los que reciclábamos teníamos que asociarnos”, cuenta.
Hoy, Claudia es una de las fundadoras de Reciclavilla, la Asociación de Recicladores de Villa de Leyva, conformada por distintas agrupaciones de recicladores que trabajan juntos para mejorar las condiciones laborales del gremio y para disminuir la huella de carbono de la ciudad a través de esta actividad.
Entre 2012 y 2013, un momento en el que los recicladores en Boyacá no recibían mayor apoyo por parte de las entidades estatales, Claudia y siete compañeros suyos, todos independientes, se juntaron y legalizaron su asociación con el fin de dignificar su trabajo.
Claudia también trabajo en la Asociación de Mercado Campesino Orgánico Alternativo de Villa de Leyva y fue líder de un proyecto de Familias en Acción. Sin embargo, es su trabajo, y el de sus compañeros, se evidencia en las calles y la plaza principal de Villa de Leyva.
La basura no existe
Luego de 22 años reciclando, Claudia cree firmemente en una premisa: “la basura no existe, hay residuos de muchos tipos, pero no basura”. Según ella, en una casa “un 20 % de los residuos son orgánicos, un 10 % son no aprovechables, y aproximadamente el 70 % son reciclables”.
De hecho, en un cubículo de la Plaza de Mercado de Villa de Leyva no se compran alimentos sino libros. Y en lugar de pagar con efectivo, se paga con reciclaje. En ese lugar, Reciclavilla tiene un punto de intercambio con el que buscan promover la lectura y la cultura del reciclaje.
“Es una forma de decirle a las personas que lo que sale de su casa no es basura. Si me traen un bultico de reciclaje les damos un libro. Así vamos cambiamos el chip, porque, además, todos los libros son reciclados. Los encontramos en las basuras de la gente, y aquellos que podemos recuperar, son los que intercambiamos”, señala.
Además de los libros en la Plaza de Mercado, cualquier persona que camine por la Plaza Central puede ver el corazón de reciclaje en Villa de Leyva, un punto de recolección de residuos, cuya implementación lideró Claudia.
Allí, todo el mundo puede depositar botellas, empaques de plástico y otros tipos de residuos. La ventaja, cuenta, “es que la lluvia lava el mismo reciclaje y el sol lo seca. Eso hace que cuando lo recojamos ya esté limpio y listo para llevarlo a los centros de compra”.
Con el corazón, Recliclavilla probó ante el gobierno municipal que era posible apostarle al reciclaje en el espacio público que fuese eficiente. Hoy, la iniciativa recupera alrededor de 24 toneladas mensuales de reciclaje en Villa de Leyva.
Más que reciclaje en Villa de Leyva
Más allá del trabajo reciclando, Reciclavilla se dedica a la pedagogía ambiental en las zonas rurales de Villa de Leyva. Los recicladores se dirigen a las escuelas de 6 de las 12 veredas de Villa de Leyva.
Allí, Reciclavilla organiza actividades en alianza con empresas, por ejemplo, para llevar juegos inflables a estos lugares. También hay concursos y premios para la vereda que más recicle.
“Los niños de las veredas son muy conscientes del calentamiento global. Ellos saben que lo que se tira en debajo de la montaña, o del río, ya el agua no se la pueden tomar. Queremos reforzar la idea de que no podemos ser cómplices de la contaminación, pues en el futuro cercanos nos va a afectar”, señala Claudia.