‘Locas de pueblo. Maricas mayores en los municipios de Antioquia’ explora la vida de varios personajes de la comunidad LGBTIQ+ del siglo XX en varios municipios antioqueños.
Para el doctor en Historia e investigador Guillermo Correa era muy común escuchar los relatos de las diversidades sexuales en grandes ciudades, como Medellín y Bogotá, pero no sabía qué pasaba en los territorios más pequeños.
“Eso me llevó a hacerme preguntas por las diversidades sexuales en los municipios de Antioquia. Así nació la idea de hablar sobre la figura de la ‘loca de pueblo’, su historia de vida y de todos los personajes que son considerados o nombrados así”, comenta el profesor.
‘Locas de pueblo. Maricas mayores en los municipios de Antioquia’ es un libro que surge de una investigación en la que se relatan las dinámicas sociales y culturales de Carepa, Chigorodó, Andes, Caldas y San Rafael, cómo se representa la homosexualidad en los municipios antioqueños y la interacción que tuvieron la vida de ‘las locas’ frente a la sociedad.
La loca de pueblo es un personaje ampliamente visible, singularizado, imposible de permanecer en el anonimato y, particularmente, producido en el imaginario colectivo como un personaje popular.
Para el profesor, uno de los personajes que más aportó a la investigación fue Karis de Caldas. Desde que era pequeño, Guillermo siempre escuchó cómo la nombraban y hablaban de ella, “siempre me preguntaba y reflexionaba sobre los sobrenombres que le ponían”.
De acuerdo con el investigador, el libro parte de la historia del término ‘loca de pueblo’ como un personaje que se nombra desde lo exterior, pero que lo habita una persona que toma el significado violento del nombre y termina habitándolo de forma estratégica.
“‘La loca’ establece vínculos con los poderes locales, con políticos, con la iglesia, hay una dinámica cultural interesante porque son personajes muy centrales en la vida de los municipios, que tienen que ver con las dinámicas del territorio y que terminaron poniendo en jaque la masculinidad hegemónica”, explica.
La loca no es una mujer ni aspira a serlo, y tampoco responde a la categoría trans. En este sentido, es clave comprender que la loca existe antes del esquema gay o LGBTI, ellas son hombres disidentes de una virilidad hegemónica sin renunciar a ser hombres.
El libro narra la vida de cinco personajes, algunas se narran a ellas mismas, en otras crónicas se buscaron otras voces que las cuentan, con el fin de recorrer sus oficios, sus familias, afectos, los lugares que frecuentaban, lo que hacían.
“En San Rafael narramos la vida de Sardino, quien era la vida cultural del municipio, a él se le articula la creación de las fiestas del río, de los reinados y del museo, y cómo, desde su muerte, otras personas mantienen su legado y la creación de un espacio para hablar de diversidad. También hablamos de la niña Paty en Andes, y de Claudia y Elenita en Carepa y Chigorodó”.
Para el escritor, la figura de la ‘loca del pueblo’ cumple un papel fundamental en el territorio, que tuvo tanto poder que cambió las dinámicas establecidas ya que convirtieron el insulto en una estrategia de sobrevivencia y resistencia.
“Es una figura de resistencia, de disidencia sexual que estableció estrategias y formas de resistir, meterse en las dinámicas culturales y cambiarlas, creo que es un ancestro muy importante a la hora de hablar de la población”.