Ubicado en Ramiriquí, este emprendimiento familiar ofrece diversas actividades para que sus visitantes vivan una jornada de inmersión en la cultura campesina boyacense, rodeados de la naturaleza característica de la región.
Bordeado por el río Guayas, cerca de las montañas donde se siembra la uchuva, una fruta considerada como el oro agrícola de Boyacá, se encuentra el alojamiento El Artesano, en el municipio de Ramiriquí.
A lo lejos, desde esas montañas, la finca parece ser una copia de las casitas de pesebre: pequeñas, coloridas y sencillas, con techos y cercas de madera. Allí viven Narda Celina Cardozo, Abdías Vargas y su hija de 9 años.
El Artesano es un único alojamiento con enfoque educativo de la zona pues, como Narda y su esposo Abdías son docentes, han direccionado el proyecto hacia un «turismo educativo sostenible», es decir, un lugar que, además de brindarle a los visitantes la inmersión completa a la vida del campesino, también ofrece actividades que rescatan las tradiciones de la cultura rural boyancense.
Una de esas actividades es la exposición de técnicas tradicionales de bioconstrucción con el bahareque, material que ha sido utilizado de forma tradicional por pueblos indígenas de América Latina y que consiste, básicamente, en palos o cañas entretejidos recubiertos de barro.
En esa casa de bahareque funciona un taller en el que desarrollan jornadas pedagógicas sobre la producción de chicha y guarapo, dos fermentados ancestrales típicos de la región. Su objetivo, según Narda, es «que todos los visitantes aprendan el paso a paso de cómo los indígenas hacían las bebidas y que aún es posible fabricarlas sin tanta maquinaria pesada».
Narda y Abdías cuentan que los esfuerzos por rescatar el valor campesino no solo lo aplican en la oferta turística, sino que también es una bandera personal de cada uno. Abdías Vargas, además de artesano y docente, es escritor. Ha publicado cinco libros, todos de estilo costumbrista y enfocados, precisamente, en resaltar el estilo de vida del campo.
Abdías utiliza su producción literaria como puente para desarrollar tertulias sobre el valor de los campesinos con los visitantes. Su voz es reconocida por el trabajo social que realiza en la zona a través de la Carreta Biblioteca, una biblioteca itinerante que utiliza para repartir libros a niños de las veredas aledañas.
Narda cree que no hay mejor manera para desarrollar un sentido de pertenencia que cuando se tiene una experiencia de primera mano con algo, y aprender a valorar el campo no es la excepción.
«Muchos de los alimentos que se cultivan aquí en la región (hortalizas, papas, maíz) llegan a diversas ciudades de Colombia sin que las personas sepan de la existencia de Ramiriquí», comenta la docente de 48 años quien también espera que, algún día, el nombre del municipio sea más reconocido tanto por sus lindos paisajes como por ser la zona que más uchuva produce.
Por otro lado, aunque la finca se abrió como sitio turístico, a finales de 2019, debido a las restricciones impuestas por la pandemia fue necesario esperar hasta finales del 2021 para recibir a los visitantes, los cuales promedian los 10 al mes, una cifra que, para ellos, es significativa, teniendo en cuenta que quienes llegan a Boyacá se dirigen a sitios turísticos más tradicionales, como las iglesias de Tunja o Villa de Leyva.
El camino hacia El Artesano
Llegar al alojamiento rural El Artesano es muy sencillo. Se encuentra ubicado a 40 minutos de Tunja: se debe recorrer la vía hacia Ramiriquí y pasar dos municipios (Soracá y Boyacá) y también por Puente Camacho, desde donde se encuentra aproximadamente a 1 kilómetro, a mano izquierda, la finca. Y aunque el Artesano está abierto los siete días de la semana, las reservas deben hacerse con días de anterioridad.
“Todo el que viene aquí se va con conocimientos del campo: ya sea porque aprende a sembrar una planta, a tratar a un animal, a identificar especies de aves o sobre la historia del campesinado en Colombia”, comenta Narda.