Desde el 24 de septiembre, y hasta el primero de octubre, se realizará el Festival de Cine Colombia Migrante, un espacio para recordar y escuchar a quienes debieron abandonar el país a causa de la violencia.
“Hay personas que tuvieron que salir del país desde los 70 o los 80 y que hasta ahora están encontrando una voz con este festival” dice Juan José Correa, uno de los organizadores del evento, que se llevará a cabo la última semana de septiembre.
Él mismo forma parte de los más de 1.000.000 de colombianos que, según el Informe Final de la Comisión de la Verdad, se encuentran en 24 países distintos luego de tener que abandonar el país de manera forzada a causa de la violencia.
Juan José se sumó a esa extensa lista hace dos años y medio por las constantes amenazas, persecuciones e interceptaciones de las que fue víctima su padre, líder sindical y secretario de derechos humanos de la Confederación General del Trabajo.
Se desplazaron por Colombia durante un tiempo, buscando proteger su vida, hasta que la situación se tornó insostenible y tuvieron que buscar otras soluciones. Así, luego de un breve paso por México, llegaron en el 2020 a Argentina.
Y aunque el gobierno le ha dado una buena acogida en términos legales y ha contado con el respaldo de la organización de Migrantes y Exiliados Colombianos por la Paz, MECoPA, después de este par de años, Juan José sigue sin sentirse en casa.
El exilio, entre pesadillas con Colombia que a ratos le quitan el sueño, significó para él, y para muchos, abandonar por completo y de tajo el proyecto de vida como realizador audiovisual que cultivó por décadas en Colombia, “por algo que no fue mi elección”.
Lejos de sentirse acompañado por las instituciones colombianas, Juan José y su familia las ven con desconfianza. Al final, fueron ellas las que motivaron su salida.
Fue en ese contexto, “entre charlas con otros compañeros que están también exiliados, hablando de nuestras experiencias y de la depresión que implica esto”, que surgió la idea de realizar el festival con el objetivo de visibilizar y sensibilizar acerca de la migración forzada de colombianos y colombianas hacia el exterior.
El Festival de Cine Colombia Migrante
El festival, que se realizará de manera híbrida, contará con una selección oficial de 28 producciones que hablan desde diversas perspectivas acerca del exilio y la migración forzada, una situación heterogénea, así como de las experiencias de las personas que han tenido que pasar por ello.
Por un lado, en la página web del festival estarán las 28 producciones con acceso libre. Además de ello, habrá proyecciones en Bogotá, en la Casa de la Paz y en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; en Medellín, en la Universidad de Antioquia; en Cali, en la Universidad Iciesi y en Casa Gaia, y en Barranquilla, en la Casa de la Memoria.
De la misma manera, y dado que el festival cuenta con el apoyo de las organizaciones de exiliados de diez países, también habrá proyecciones en Buenos Aires, Santiago de Chile, Quito, Ciudad de México, Tijuana, San Cristóbal de las Casas, Nueva York, Bruselas, París, Barcelona, Madrid, Valencia y Berlín.
La mayoría de las películas que se presentarán pertenecen a circuitos de cine independiente y hay algunas que se realizaron en colaboración con la Comisión de la Verdad, con quien las organizaciones de exiliados en esos países trabajaron como nodos internacionales en la realización del capítulo del exilio del Informe Final.
Eso, explica Juan José, fue fundamental pues “es la primera vez que se reconoce el exilio como fenómeno violento en sí mismo, la primera vez que se escucha a la Colombia por fuera de Colombia”.
En ese sentido, la realización del festival ha generado gran expectativa entre las organizaciones que lo apoyan, pues además de ser un proyecto que por primera vez articula a la población exiliada a nivel mundial, es un escenario para narrar lo que les ha pasado e incorporar sus experiencias en la memoria histórica del conflicto armado.
“Hay personas que, después de décadas de exilio, por fin están encontrando una voz con la que narrar lo que les ha sucedido. Al encontrar esa voz, muchas víctimas se están viendo representadas dentro del festival y lo reciben como una oportunidad para contar su propia historia y acercar más al público a todo lo que cargamos a cuestas a través del cine”.
Tanto que ya hay quienes preguntan por una segunda versión del festival, porque el cine y el arte se convierten en pretextos y herramientas «para poder ser escuchados» dice Juan José.
El cine como herramienta y plataforma
Para Juan José, el cine y el arte en general contienen un ‘lenguaje común’ que es cercano a las personas, que se aleja de las tecnicidades y de los conceptos complejos y que, por el contrario, es muy conciso y muy claro.
“Se puede hablar desde lo cotidiano y por ello el cine y el arte son la forma más efectiva para sensibilizar y mostrar una realidad que muchas personas no entienden o a la que no se acercan, no solo en cuanto al exilio sino en general”.
Así, dice que el cine es esencialmente inmersivo, por lo que una vez existe en las personas una disposición por ir a ver una película o un producto audiovisual, también existe la disposición de entender lo que allí se presenta, de cuestionarse y buscar entender esas otras realidades: “Podemos ponernos realmente en los zapatos de otras personas, así sea solo por el tiempo que dure la película, aunque muchas veces eso motiva a reflexiones posteriores y eso es lo que queremos”.
En ese sentido, el festival busca ser un espacio que posibilite la narración de las vivencias en el exilio así como una herramienta de sensibilización de la sociedad en torno a un fenómeno del que poco se ha hablado y que no ha recibido la atención que merece, de ahí la cantidad de lugares en las que se harán proyecciones de las películas.
Además, es también una plataforma para llevar el tema del exilio a la agenda del gobierno y a los escenarios de toma de decisión, pues el silencio y la falta de atención que ha rodeado ese fenómeno ha derivado en la falta de posibilidades de retorno para muchas personas.
“Muchos queremos retornar, pero no hay acompañamiento para hacerlo. Quien retorna le toca hacerlo como cualquier persona, pero nosotros no tenemos las garantías para ser cualquier persona, porque el exilio ha significado pérdida de tierras, de familiares, de todo el proyecto de vida que teníamos”.
En ese sentido, es necesario poder generar espacios de diálogo con la institucionalidad nacional con el objetivo de establecer un plan de retorno y repatriación, muy al estilo, dice Juan José, de lo que sucedió una vez volvió la democracia a los países del cono sur que sufrieron dictaduras y gobiernos autoritarios.
“Tiene que ser un tema de retorno integral en el que tiene que haber involucramiento de muchas instituciones, porque no se trata únicamente de restituir lo que se perdió, sino de volver a armar un proyecto de vida en un lugar donde se perdió todo. Debe haber acompañamiento desde lo que se dejó y desde el futuro que se proyecta en Colombia”.
Hay esperanza y expectativa
Y aunque Juan José dice que la incertidumbre acerca del retorno es casi tan grande como las ganas de volver, también dice que hay expectativa frente a lo que pase durante este nuevo gobierno.
Por un lado, ve con buenos ojos la visita que la vicepresidenta Francia Márquez hizo a la Argentina unos días antes de posesionarse y en la que, entre otras cosas, se reunió con MECoPA en un espacio en donde además de hacer un reconocimiento oficial de los colombianos en el exilio, cosa que no sucede a menudo, también recibió recomendaciones y peticiones de parte de sus integrantes.
Entre otras cosas, pidieron que en caso de concretarse los diversos diálogos de paz que el gobierno ha anunciado, se incluya una mesa de exiliados para que puedan nutrir las discuciones. De la misma manera, pidieron dar cumplimiento a lo pactado con las antiguas Farc y hablaron, claro, acerca de aquellas condiciones que se deben darse para su ‘retorno digno’.
Por otra parte, desde MECoPA y otras organizaciones, hay expectativa alrededor del anuncio que hizo el presidente de dar cumplimiento a las recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad.
Allí, explica Juan José, hay temas como el reconocimiento del exilio como un hecho victimizante dentro de la ley 1448, más conocida como ley de víctimas, “que eso da el marco normativo para que nos podamos reconocer como víctimas también”.
Además, se propone la creación de un foro internacional alrededor del exilio y el desplazamiento en el que Colombia debe asumir un rol de liderazgo para comenzar a dar el debate acerca de cómo enfrentar y tramitar esos fenómenos.
Eso entre otras cosas que Juan José califica de “oportunidades muy interesantes”, ya que pueden concretar y materializar la esperanza de volver a Colombia que tienen miles de personas obligadas a residir en otros países.