Julia Meriño y las 15 mujeres que devolvieron la vida a Chengue, Sucre

Con más de una década de trabajo comunitario, la lideresa que regresó luego del desplazamiento forzado, y el asesinato de su esposo, es símbolo de un territorio de paz, resiliencia y miel.

En 2007, un grupo de 15 mujeres retornaron a Chengue, en el municipio de Ovejas (Sucre), con una intención: sentar las bases para el desarrollo de un trabajo comunitario que permitiera reconstruir el tejido social en la región. 

Una de esas mujeres fue Julia Meriño Pérez, una promotora de reconciliación de 51 años que fue reconocida en 2019 con el Premio Cafam a la Mujer Rural, por su trabajo de más de una década con la población de esta zona que sufrió uno de los mayores hechos victimizantes en el marco del conflicto armado en la región Caribe.

La madrugada del 17 de enero de 2001, Julia recuerda cómo ella y alrededor de 300 familias se vieron obligadas a abandonar Chengue luego de presenciar la masacre perpetrada por del Bloque Héroes de los Montes de María, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Esa masacre les arrebató la vida a 27 campesinos de la comunidad y dejó hechas cenizas las fincas de un pueblo cuya actividad económica central era la agricultura.

El temor al retorno estuvo presente por varios años en esta zona de los Montes de María. Algunos no aguantaban la vida en la ciudad y se devolvían, pero los constantes enfrentamientos entre grupos armados ilegales hicieron del lugar un espacio inhabitable. 

El esposo de Julia, Henry Peluffo Martínez, era uno de esos líderes que impulsaba los procesos de retorno al territorio, trabajo que se vio truncado por su asesinato a manos de la guerrilla el día que regresaba de la conmemoración de los dos años de la masacre. 


Julia Meriño tiene 51 años y es una de las lideresas sociales y promotoras de reconciliación más reconocidas de los Montes de María por su trabajo en la capacitación y acompañamiento a mujeres y población víctima del conflicto armado en Sucre. / FOTO: Cortesía

“Cuando la guerrilla asesinó a mi esposo quedé totalmente fragmentada; revictimizada. Además, tenía 3 hijos que sacar adelante sola. Con el tiempo tuve que aprender cómo asumir las banderas de su liderazgo y lograr que volvieramos a Chengue. Eso me llevó a reunir un grupo inicial de 15 mujeres con las mismas ganas que yo tenía: reparar el tejido social de Chengue, el cual fue roto abruptamente”, comenta Julia Meriño.

Con los años, Chengue pasó de tener a 15 mujeres dedicadas al trabajo psicosocial a conformar una de las asociaciones de víctimas del conflicto armado con mayor cantidad de miembros de la región: la Asociación de Víctimas de Chengue (ASOVICHENGUE), donde el liderazgo y direccionamiento de Julia ha sido fundamental para la obtención de algunos logros como, por ejemplo, la sentencia emitida por el Juzgado Primero Civil Especializado de Sincelejo que en 2016 le devolvió a ella y a otras 36 familias sus predios.

Julia Meriño comenta que desde pequeña sintió un especial interés por los temas sociales. A la edad de 15 años colaboraba en actividades para dar de comer a habitantes de calle en Cartagena. 

Ya adulta, Julia fue fundadora de ASOVICHENGUE, gestora del colectivo juvenil Chuana y del Grupo de Mujeres Emprendedoras de Ovejas. A través de este último quería “lograr que las mujeres crearan sus propias microempresas y que las amas de casa tuviesen oportunidades para generar ingresos en la familia”.

Actualmente es madre comunitaria con los niños de la zona. También administra la Casa Deportiva Ciudad de la Paz, un espacio recreativo creado por la Junta de Acción Comunal para que “los niños y jóvenes de Chengue cuenten con un lugar de esparcimiento que les permita formarse deportivamente”, explica Meriño.

La casa de la mielcultura está ubicada en el corregimiento de Chengue, en Ovejas (Sucre). Allí se produce y comercializa la Miel de Chengue, producto hecho por algunas de las víctimas sobrevivientes del conflicto armado en la región. /FOTO: @mieldechengue

Las mujeres y el desarrollo de infraestructura fueron dos de los temas centrales que abordó Julia Meriño en los talleres que se realizaron para la construcción de Agendas Ciudadanas de Transparencia y Participación de Foro Costa Atlántica en los que, además, se certificaron otros 94 líderes sociales de Montes de María que, como ella, buscan extender su incidencia en la comunidad dentro del panorama político del departamento en temas como, por ejemplo, participación ciudadana y formulación de políticas públicas. 

El reconocimiento de las víctimas y la reconstrucción de territorios afectados por el conflicto armado en los Montes de María (incluida en los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET-), siempre han sido sus banderas principales.

Ella, además, manifiesta que uno de los anhelos más grandes de la comunidad –y que llevan reclamando hace muchos años- es tener vías de acceso que reduzcan la brecha social y económica que se crea en el corregimiento al estar separados del casco urbano y no tener caminos ideales para poner a competir sus productos en el mercado.

Uno de esos productos es la miel de Chengue, la cual surge como un emprendimiento de la comunidad con el apoyo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la Unidad de Restitución de Tierras y la cooperación sueca. Esta miel fue una opción para que las familias no restituidas le apostaran a la apicultura como opción para reconstruir la vida campesina de Chengue

Según cifras de la Unidad de Restitución de Tierras, la primera extracción de miel dejó un total de 1.5 toneladas gracias a las 500 colmenas que fueron donadas al corregimiento.

“Con la comunidad trabajamos desde muchas áreas. Hacemos festivales de dulce, cine foros, la recuperación de juegos tradicionales y capacitaciones con las mujeres sobre lo que conlleva un proceso de restitución. Del premio Cafám por ejemplo, recuerdo que me tomó por sorpresa. Me conmoví mucho al recibirlo”, menciona Julia Meriño quien cree que su reconocimiento como Mujer Rural Cafam 2019 no va solo para ella, sino para todos los campesinos y mujeres de Chengue que han tenido que aprender a sanar, despacio, el dolor de una cicatriz que quedó marcada en la historia de Colombia.

También comenta que, luego de tantos años, se ha apropiado de su propio significado de lo que es la paz para seguir adelante. «Para mi la paz es algo que debe encontrar cada ser humano en su interior y, una vez conseguida, comenzar a transmitirla en su contexto: la familia, el barrio, la región», menciona. Así, cada porción del país trabajaría su propio proceso de paz, según su realidad e historia.