En las selvas húmedas del Pacífico, la rana dardo dorada se convirtió en bandera y guardiana de un ecosistema tan frágil como su propia supervivencia. Este ícono de biodiversidad y símbolo cultural protagoniza el quinto episodio de Latidos Silvestres.
En los rincones más húmedos y oscuros de las selvas del Pacífico colombiano, un diminuto anfibio reluce. La rana dardo dorada (Phyllobates terribilis), con apenas 5 centímetros de longitud, es la especie más venenosa del mundo y un tesoro único de Nariño, Cauca y Valle del Cauca.
Su toxicidad proviene de los alcaloides que obtiene de su dieta en la naturaleza, compuesta principalmente de pequeños insectos. No obstante, esa letalidad no ha sido suficiente para protegerla de desaparecer de los ecosistemas del país.
“Esta rana es mucho más que un anfibio; es una sobreviviente en un territorio donde las amenazas no descansan”, afirma Liliana Paz, directora de la Fundación Ecohabitats, que desde 2017 lidera iniciativas para preservar su hábitat, junto a Luis Alfonso Ortega, cofundador y Andrés Liévano, biólogo experto en anfibios y en monitoreo de especies.
Un veneno letal y una amenaza constante
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El veneno de esta especie, utilizado durante siglos por comunidades indígenas para cazar, tiene la capacidad de matar a varios hombres adultos con solo unas gotas. Sin embargo, la verdadera amenaza no es la toxicidad de la rana, sino la presión humana sobre los ecosistemas.
“La expansión de la frontera agrícola, la minería ilegal y el cambio climático son factores que han reducido su hábitat a menos de la mitad en las últimas décadas”, explica Liévano.
Por eso, y ante la ausencia de cifras exactas sobre su población, los científicos advierten que cada día cuenta para evitar su desaparición. Hoy, apenas un puñado de reservas naturales protegen su entorno, incluida una creada por la comunidad indígena Eperãrã Siapidaara, del Cauca, en asocio con la Fundación.
Una reserva que late con vida
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La declaración de la Reserva Forestal Protectora Cocoi, un área de 12.000 hectáreas dedicada a la conservación de esta especie y su entorno se dio oficialmente en 2020. Para Ortega, se trata de un santuario que “no solo protege a la rana; protege el agua, el bosque y la cultura de los Eperãrã Siapidaara, que ven en ella un símbolo de su identidad”.
Fue un proceso que se extendió durante dos años, en los que líderes indígenas y biólogos trabajaron juntos en talleres y expediciones para definir los límites del territorio. “Fue un aprendizaje mutuo. Nosotros aportamos el conocimiento técnico, pero ellos nos enseñaron la profundidad de su relación con el entorno”, añade Paz.
Para los tres científicos, los esfuerzos de conservación no serían posibles sin la participación de dicha comunidad: no solo lideran el monitoreo de la especie; también integran sus conocimientos ancestrales en el manejo del territorio. “Esta rana tiene un significado espiritual para ellos. Su veneno es un recordatorio de que la naturaleza, aunque frágil, también puede ser poderosa”, cuenta Luis Alfonso, recordando las enseñanzas de uno de los líderes Eperãrã, durante las jornadas de trabajo.
En el proceso, agrega, las mujeres han tenido un papel protagónico. Por primera vez en la historia de la comunidad, una de ellas fue designada como monitora de la rana, rompiendo barreras culturales y marcando un hito en la gobernanza ambiental del resguardo.
La urgencia de proteger lo irreemplazable
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El monitoreo de la rana dardo dorada combina tecnologías como la inteligencia artificial para rastrear sus llamados, con observaciones directas en el campo y los registros y saberes aportados por los pueblos residentes de estos territorios. Estos esfuerzos buscan conocer más sobre la especie y crear estrategias efectivas para su conservación.
“El tiempo corre en nuestra contra. Pero cada acción, por pequeña que sea, contribuye a proteger no solo a la rana, sino al ecosistema entero del que depende”, concluye Liévano.
Latidos Silvestres: una ventana al mundo de la conservación
La lucha por la defensa de la rana dardo dorada es el eje del quinto episodio de Latidos Silvestres. En este podcast de Colombia Visible, relatamos cómo Ecohabitats trabaja con la comunidad para crear un entorno seguro para esta y otras especies de la región.