Desde hace una década, habitantes del Valle del Guamuez (Putumayo) se han dedicado a la venta de pimienta, un producto que, aunque para 2009 era extraño en el departamento, se ha convertido en una referencia de la producción campesina del lugar.
En 2009, un grupo de campesinos de Valle del Guamuez (Putumayo) se unió con un propósito: crear una asociación que reuniera a los cultivadores de pimienta en esta zona del departamento. Aunque era un cultivo hasta entonces desconocido en esta región, la pimienta se convirtió en la alternativa para dejar atrás la coca, que marcó de manera violenta la historia del municipio.
Más de una década después, la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez (Asapiv) reúne a 110 asociados que viven del cultivo y comercialización de la pimienta, no solo en el municipio y en Putumayo, sino también en otras regiones de Colombia.
Carmen Cueltan, quien pertenece a Asapiv, explica que esta asociación está conformada por “víctimas desplazadas, indígenas, mujeres cabeza de hogar y colonos”, incluyendo a su padre, Fray Jorge Cueltan, representante legal de la Asociación.
El origen de los cultivos
Durante la década de los noventa, Putumayo sufrió los embates del conflicto armado, sobre todo, cuando después de 1997, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) quisieron arrebatarle el control del departamento a la guerrilla de las Farc. A fin de cuentas, significaba hacerse con el control del narcotráfico, como lo mostró el Centro de Memoria Histórica en su libro El Placer: mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo.
Y el Valle del Guamuez fue golpeado en gran manera en esa historia. Solo en 1999, el Bloque Sur Putumayo realizó tres masacres en el municipio. La primera ocurrió el 9 de enero en la inspección El Tigre, cuando fueron asesinadas 28 personas. Después, el 21 de mayo cuando asesinaron a otras 8. El 7 de noviembre, en la inspección El Placer, ocurrió la tercera, con 11 víctimas mortales.
Esa oleada de violencia se tradujo en un desplazamiento masivo. De acuerdo con la Unidad de Víctimas, a corte del 31 de enero de este año, se habían reconocido 55.457 víctimas en el municipio. De ellas, 49.437 fueron víctimas del delito de desplazamiento forzado.
Luego, en 2008, las personas empezaron a retornar a las casas que habían abandonado casi una década antes. Y ahí llegó la pimienta. “Este cultivo fue prácticamente nuevo en el municipio”, cuenta Carmen, “lo trajo el programa de Naciones Unidas y de Guardabosques para hacer sustitución de cultivos de uso ilícito”.
“Muchas familias se unificaron y decidieron erradicar voluntariamente la coca. Hubo un acompañamiento por parte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodoc), que certificaba a las veredas con cero coca. Y se empezaron a gestionar productos lícitos, donde las familias pudieran trabajar y sostener sus hogares. Al municipio llegó el cacao, la caña, la ganadería y, por supuesto, la pimienta”, dice Carmen.
Inicialmente, 60 familias hacían parte de Asapiv, las cuales vendían el kilo de pimienta a $2.500. Porque, claro, recuerda Carmen, no era sencillo el aspecto comercial, teniendo en cuenta que las personas no conocían que en el Putumayo se da este alimento: “No encontrábamos esa cadena para sacar el producto a un precio más justo”, dice.
Sin embargo, eso sirvió para que se organizaran de una manera que pudieran “encontrar clientes directos y llegarles a cadenas comerciales en las principales ciudades».
Pimienta marca Putumayo
Fue un aprendizaje: en un comienzo, no se conocía la mata de pimienta ni sus procesos productivo y agronómico. Los errores, sin embargo, se enmendaron para mejorar la producción:
“Con el primer cultivo no sabíamos su comportamiento en un clima tropical. Entonces, por ejemplo, las semillas eran sembradas con poca distancia entre ellas y en su periodo adulto, había estrechez y falta de aire. Esas ‘cositas’ se han ido mejorando para que el cultivo se fortalezca”, explica Carmen.
Pero el esfuerzo ha dado resultados. A la fecha, 20 fincas están certificadas en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). En 2015, la Asociación fue reconocida con el Premio Emprender Paz por sus aportes a la construcción de país.
En términos de producción, anualmente, tienen tres grandes cosechas de las que salen entre 400 y 600 kilogramos de pimienta.
Tantos esfuerzos se ven reflejados también en la variedad de productos que venden: que va desde la pimienta negra, hasta otros tipos como la verde, la roja y la blanca. Pero también de otros productos derivados como la pimienta con jengibre, con cúrcuma y la cítrica (que se hace al mezclar el fruto con limón).
Al hablar de lo que sigue para Asapiv, Carmen es pragmática y resalta su interés porque la organización siga creciendo: “Nuestros productos cuentan con el registro sanitario y, actualmente, estamos esperando la resolución por parte de la Superintendencia para que acepte el registro de marca, que es Pikhuna”.