Por millones se cuentan las personas que han sido afectadas por el conflicto armado en Colombia. Sin embargo, también han sido numerosos los procesos que resisten a la violencia. Estas son siete historias que dan cuenta de la fortaleza y el poder de las víctimas.
El 9 de abril de 1948, sobre la carrera séptima, Juan Roa Sierra asesinó a disparos al caudillo liberal y entonces candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán. Su muerte fue la gota que colmó el vaso de profundas tensiones que se venían dando entre liberales y conservadores. Ese día marcó el inicio del cruento periodo que, posteriormente, los historiadores bautizarían como La Violencia.
Inaugurado en 1948 por ‘El Bogotazo’, una ola de destrucción y muerte que incendió el centro de la ciudad y los corazones de sus habitantes, y culminado en 1958, cuando se instauró el Frente Nacional, el cual, si bien puso fin a la violencia partidista, sería la causa de otra serie de injusticias y conflictos que se tradujeron en otros tipos de violencia. Hay quienes dicen que la guerra que continúa viviendo Colombia puede rastrearse hasta ese 9 de abril, hasta el asesinato de Gaitán, un crimen que todavía está por esclarecerse.
Y aunque es imposible saber qué habría pasado si no lo hubieran asesinado, lo que sí es cierto es que su muerte es un punto clave en la espiral de violencia en la que Colombia está sumergida.
Las cifras son desgarradoras: según el Registro Único de Víctimas son 9.250.453 las personas que han sufrido algún tipo de afectación por el conflicto armado, 8.231.887 las que han tenido que salir de su tierra por la guerra, 1.171.292 las asesinadas, 202.191 las desaparecidas y 38.907 las secuestradas. Y la lista, extensa, continúa.
Sin embargo, este 9 de abril, desde el 2011 y en acato del artículo 142 de la ley 1448, es también el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Por ese motivo, desde Colombia Visible, queremos hacer un homenaje a las personas que, desde los territorios que han vivido en carne propia la zozobra y la angustia de la guerra, siguen construyendo tejido social, enviando siempre un mensaje de paz y de reconciliación.
Creemos que allí, en lo local, están buena parte de las soluciones a los problemas que hoy aquejan al país: en los pactos de buen vivir de las comunidades indígenas, en la idea del territorio como un sujeto que habita en todos nosotros de los pueblos afro, en el espíritu inherentemente colaborativo de las comunidades campesinas.
Este es reconocimiento a la valentía, a la fuerza y al poder de todas las personas que han tenido que enfrentar la violencia sin sentido y que lejos de ser solo víctimas, son sujetos políticos que, a través de sus apuestas por restaurar el tejido social, de sus llamados a la juntanza y la reconciliación en tiempos de violencia atomizadora, de su apelar al arte, la cultura, la tradición y la palabra en tiempos de fusil, han materializado la paz.
Recopilamos siete historias que ejemplifican la manera en que, desde las regiones, se materializa la construcción de paz en Colombia.
En la ruralidad, las voces LGBTIQ + luchan unidas contra la violencia
A través de la producción del documental ‘Una sola golondrina no hace llover’, 16 personas de la comunidad LGBTIQ + relatan los procesos de agenciamiento y resistencia que gestaron contra la violencia y el conflicto, siempre con un mensaje de colectivización y apelando a intereses comunes más allá de aquellos particulares de su comunidad.
Además, narran lo que significa pertenecer a la comunidad LGBTIQ + en un ámbito rural, todavía muy permeado por el machismo y la intolerancia.
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Luz Marina Becerra: guardiana de los derechos de las mujeres afro desplazadas
A través de la Coordinación de Mujeres Afrocolombianas Desplazadas en Resistencia (La Comadre), Luz Marina Becerra, víctima también del conflicto armado, ha procurado por la salvaguarda de los derechos de las mujeres desplazadas.
Por medio del registro y documentación de las afectaciones particulares que sobre las mujeres negras ha tenido el conflicto, Luz Marina ha contribuido a la creación de políticas públicas en su beneficio, al tiempo que a través del arte y la cultura ha generado espacios y procesos de sanación y construcción de memoria.
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Este grupo de mujeres mayores, víctimas del conflicto, creó una escuela de alfabetización en Villavicencio
Luego de reencontrarse en Villavicencio, varias mujeres que hicieron parte de la Unión de Mujeres Demócratas del Meta, una organización comunitaria que el conflicto alguna vez extinguió, crearon la Escuela de Alfabetización Celmira López Sabogal.
Su propósito, entre otras cosas, es el de aprender a leer y escribir para radicar de manera correcta sus denuncias por desplazamiento y desaparición forzada.
Luego de no saber identificar una vocal, las mujeres participantes, todas mayores, escribieron el libro ‘Historias no contadas’ en el que relataron, de su puño y letra, lo que durante el conflicto les sucedió. En este momento están escribiendo la continuación, en el que relatan cómo es su vida ahora.
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Yirley Velasco: la lideresa que lucha por los derechos sexuales en Montes de María
En sus palabras, Yirley Velasco pasó de ser “víctima a sobreviviente”. Hoy trabaja, desde la Asociación Mujeres Sembrando Vida, que ella fundó, para que las mujeres de su territorio, los Montes de María, uno de los más afectados por el conflicto a nivel nacional, puedan vivir de manera digna ejerciendo sus derechos sexuales y reproductivos.
Con su organización ha trabajado con alrededor de 480 mujeres, acompañándolas en procesos de denuncia de violencia sexual, así como en la prevención del embarazo adolescente, para que decidan libremente sobre su cuerpo y maternidad, entre otras cosas.
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Estos campesinos regresaron a su territorio para crear un proyecto de ecoturismo y memoria
En los años noventa, alrededor de 1.600 personas vivían en el corregimiento de Estados Unidos, municipio de Becerril, en el Cesar. Luego, con la intensificación del conflicto armado, en el corregimiento quedaron nueve habitantes.
Sin embargo, en un acto de resiliencia, varios miembros de la comunidad han regresado al territorio para apostarle a su reconstrucción a través del turismo comunitario sostenible y la memoria histórica.
Así, la comunidad creó una ruta turística en Estados Unidos, así como en el corregimiento vecino de La Victoria de San Isidro, en la que se siembran árboles y se realiza avistamiento de aves.
A través de la ruta Huellas del pasado, la misma comunidad realiza un recuento de lo que sucedió durante el conflicto.
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25 familias del Caquetá buscan dejar atrás el conflicto con este emprendimiento chocolatero
En la inspección Unión Peneya, municipio de La Montañita (Caquetá), 25 familias campesinas se unieron para crear una empresa cacaotera y chocolatera con el objetivo de mejorar sus condiciones de vida.
De la inspección tuvieron que salir alrededor de 3.000 personas en el 2004 a causa del conflicto y es una región que fue muy conocida por la abundancia de cultivos de coca.
Así, con Chocopeneya, como bautizaron los miembros a la empresa, no solo las familias encontraron un sustento económico para mejorar su calidad de vida, sino que contribuyen a cambiar la narrativa de un territorio que tiene mucho más que ofrecer que coca.
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Diez series y películas, que conmemoran la memoria de las víctimas, para ver este nueve de abril
RTVC Play, la plataforma de streaming del Sistema de Medios Públicos, alberga varias producciones colombianas que de una u otra manera, buscan visibilizar diversos episodios de violencia en el país, al tiempo que hacer homenaje a las personas que los vivieron. Entre la selección hay series, documentales, cortometrajes y películas de ficción para que aproveche, también, en Semana Santa.
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