Aunque el guandolo ha sido olvidado a raíz de la producción industrial de alcohol, este emprendimiento busca rescatar la herencia gastronómica que dicho licor artesanal representa para los pueblos del Atlántico.
El guandolo es una bebida alcohólica tradicional del Caribe colombiano, que suele ser desconocida en otras regiones del país. Sin embargo, sobre todo en los pueblos del Atlántico, nuevas generaciones han logrado mantener la receta viva, despertando interés en el paladar de los amantes del licor artesanal.
Uno de ellos es Carlos Bolívar, un joven de 26 años que conoció el guandolo gracias a su abuelo, quien solía prepararlo para el consumo familiar en el patio de su casa. Allí enterraba un balde con todos los ingredientes hasta que se fermentaran lo suficiente.
Carlos menciona que el consumo en su familia se incrementó a raíz de la cuarentena decretada durante la pandemia del covid-19 y que, luego, al compartir la preparación con allegados, notó que había un interés de ver ese licor convertido en un producto comercializable.
Es un licor natural porque los ingredientes que le dan el toque secreto son frutas: cáscara de piña, para aumentar la fermentación; levadura; panela, para darle dulce y color, y un poco de manzanas, para que la harina se convierta en azúcar cuando se fermente, según explica Estefanía Estrada, de 24 años, y quien actualmente trabaja con Carlos en el diseño, preparación y comercialización de las botellas de guandolo.
“Muchas personas confunden el guarapo con el guandolo, pero son bebidas distintas. Por eso decidimos movernos hasta Bogotá para darle mayor expansión al producto”, agrega.
De acuerdo con Estefanía, “el secreto de un buen guandolo es dejarlo fermentar lo suficiente pues, a mayor tiempo de fermentación, mayor nivel de alcohol se obtiene”, menciona.
Aunque muchos prefieren el guandolo tradicional, con el paso de los meses en Guandolo’s Company han aprendido a mezclar la preparación clásica con otros sabores como corozo, mora y mango. Estos últimos manejan un porcentaje de alcohol de entre 12 y 14 por ciento.
Además, ambos explican que también decidieron aprovechar la acogida del producto y darle a cada sabor el nombre de una flor del Caribe: el guandolo de corozo se llama cayena y el de mora, coral. De esa forma logran hacer florecer los sabores de su tierra.
Para Estefanía: “el lema de nuestro emprendimiento es ‘la herencia de nuestros ancestros en una botella’, porque reconocemos que este producto es muy simbólico en los pueblos del Atlántico”.