En el sur del Casanare, la Fundación Palmarito trabaja por la conservación del caimán llanero, una especie que solo existe en las llanuras de Colombia y Venezuela y de la que quedan aproximadamente 1.000 ejemplares.
Según el último censo del gobierno de China, reportado por la WWF, hay menos de 2.000 ejemplares de pandas en el mundo. Específicamente se han reportado un total de 1.864 pandas que viven el día de hoy.
Debido al riesgo que vive este mamífero, el panda se convirtió en el animal bandera de la conservación a nivel mundial. Y aunque en Colombia no hay pandas, sí habita una especie semiendémica en las llanuras colombo-venezolanas, cuya población está aún más diezmada: el caimán llanero.
“Si sumamos los individuos registrados en Venezuela y en Colombia, hay menos de 1.000 especímenes de caimán llanero en el mundo. Sin embargo, como no son animales ‘lindos’, no mucha gente se preocupa por su conservación”, dice Alejandro Olaya, director de la Fundación Palmarito.
Esta fundación se dedica, desde el 2012, a la conservación del animal: ha liberado en diferentes ríos y reservas de Colombia 217 ejemplares, y se encuentran criando otros 240 caimanes en este momento.
Nace la conservación
En Colombia, varios movimientos ambientalistas lideraron la lucha por la conservación, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX. En 1980, sus esfuerzos comenzaron a visualizarse y una de sus mayores victorias fue la creación de la figura de Reserva Natural de la Sociedad Civil en 1993, que permitió que privados pudieran declarar sus tierras como terrenos de conservación.
Como producto de ello, y debido a que en Casanare no hay Parques Naturales Nacionales, el departamento vivió un auge en la creación de este tipo de reservas. Una de ellas es la Reserva Palmarito, que está ubicada en la zona rural del municipio de Orocué.
“La Fundación Palmarito nace con el objetivo de defender la reserva que lleva el mismo nombre. Luego de la conformación conocimos que existía ‘Wisirare’, un parque administrado por la Gobernación de Casanare donde vivían caimanes llaneros, pero se encontraba en problemas por falta de recursos para mantenerlos ahí”, señala Alejandro.
Fue entonces que la Fundación propuso administrar el Parque Wisirare y comenzar su proyecto de conservación y crianza de caimanes juveniles en 2012. Así, con un macho y una hembra que fueron incautados por Corporinoquia, comenzó la puesta de huevos de la especie.
El caimán llanero
Esta especie de reptiles vivió un fuerte periodo de caza durante la primera mitad del siglo XX. En varios países europeos, Estados Unidos y Japón, su piel era apetecida, por lo que el caimán llanero se volvió una víctima de la cacería comercial durante esa época.
Según la Fundación Palmarito, “se estima que antes de ser objeto de la caza sus efectivos superaban los tres millones de ejemplares. Hoy, las cifras lo sitúan como una de las 12 especies en mayor peligro de extinción en el mundo”.
En la actualidad, los huevos que ponen los caimanes adultos se quedan en Wisirare, hasta que los neonatos alcanzan una longitud de 90 centímetros para ser liberados.
Alejandro señala que “los caimanes jóvenes son depredados por muchas otras especies, por ejemplo, por las águilas. Lo que hemos podido observar es que cuando alcanzan un tamaño de más o menos un metro, sus probabilidades de supervivencia en el entorno aumentan considerablemente”.
Antes de que se diera la primera liberación de la Fundación Palmarito en 2015, se estimaba que existían aproximadamente 300 ejemplares de caimán llanero en Colombia. Y, además de que están riesgo de extinción, estos reptiles cumplen una función importante para el ecosistema.
Alejandro concluye que “todos los animales tienen un papel que cumplir. En el caso del caimán, este está en la cúspide de la pirámide alimenticia y mantiene el balance de otras especies para evitar la sobrepoblación. Además, como ellos nadan al fondo de los caños y los ríos, remueven fangos y mantienen limpios los cursos de agua. Es por ello que son animales indispensables, y es fundamental conservarlos”.