Comienza en Cali el reconocido festival de cultura y folclore del Pacífico colombiano. Momento para recordar a la figura en cuyo honor se bautizó el evento.
Patricio Romano Petronio Álvarez fue un poeta y compositor a quien la música acompañó durante sus travesías por el Valle del Cauca a bordo de la locomotora ‘La Palmera’, el Ferrocarril del Pacífico del cual, como su padre, fue maquinista.
Este trabajo, al que entró como aguatero y en el que de manera autodidacta escaló hasta ser primer maquinista, le permitió a Petronio recorrer gran parte del litoral Pacífico: la inspiración para su música.
Nunca estudió en un conservatorio, tampoco estuvo vinculado a un sello discográfico, y jamás recibió dinero por la música que compuso. Aun así, Petronio es hoy reconocido como uno de los más grandes músicos e impulsores de la cultura y el folclor del pacífico colombiano. Pasó a la historia como ‘El rey del Currulao’.
Desde que era niño usaba los versos para narrar situaciones cotidianas, como cuando acompañaba a su madre, Juana Francisca Quintero, poetiza chocoana, a vender empanadas de cambray.
Empanadas de cambray
para las viejas, aquí hay
el que no me las compre
déjelas ahí.
No me las toque
con sus manos
sucias cochinas…
De su madre heredó la poesía y de su padre, José Joaquín Quintero, la vena musical y su apodo, ‘El Cuco’, como lo bautizaron sus amigos por su gran astucia como primer maquinista, así como por su destreza en la guitarra, que aprendió a tocar a la perfección antes de cumplir veinte años.
De Petronio aseguran que fue un trovador elocuente, y un improvisador innato. Cuenta la historia que junto a la caja de herramientas de ‘La Palmera’ se acomodaba para deleitar a sus compañeros del ferrocarril con canciones y trovas que de manera espontánea componía y en las que hablaba de la naturaleza y los paisajes que se encontraba en sus travesías ferroviarias.
Le cantó a la brisa, al mar, a Buenaventura, y a las mujeres del puerto que el 30 de octubre de 1914 lo vio nacer y al que le dedicó su más recordada obra: Mi Buenaventura. La compuso en 1931 y en 1952 fue grabada por primera vez por Tito Cortés y Los Trovadores de Barú, para luego tener más de 25 versiones diferentes y convertirse en un himno no oficial del puerto.
Además, en sus canciones también plasmó su orgullo por la raza negra. Así, por ejemplo, en canciones como Roberto Cuero, habló de costumbres populares funerarias del Pacífico; en Bochinche en el cielo, muestra las devociones religiosas afro, producto del sincretismo entre los esclavizados africanos de la diáspora y los esclavizadores blancos europeos; incluso, en Teresa, describe el machismo presente en el afro de Buenaventura.
Aunque su género musical más representativo fue el currulao, Petronio también compuso bambucos, merengues, huapangos, abozaos y jungas. Además, la música argentina, y en particular los tangos y las milongas, también acompañaron el trasegar musical de Petronio. Tanto así que además de ser bautizado como ‘El Rey del Currulao’, también lo fue como el ‘Gardel del Puerto’. Compuso tangos como El suicida, Con mi guitarra y Canto en arrabal.
En 1942 conoció a Veneranda Arboleda Rodríguez, con quien se casó 11 años después en Cali. Además, y como sostuvo su hija y biógrafa, Juana Francisca, en una entrevista, “tenía dos cocinas más”, haciendo referencia a otras dos parejas. En total, se le reconocen diez hijos, a quienes les inculcó su pasión por el folclor y la tradición oral del Pacífico.
El 10 de diciembre de 1966, a los 52 años, murió en Cali a causa de un cáncer óseo. Casi tres décadas después, en 1997, en su honor y para conmemorar y visibilizar la diversidad étnica, cultural y musical del litoral Pacífico, así como para exaltar la herencia africana en Colombia, se creó el Festival Petronio Álvarez, el más reconocido a nivel nacional, y uno de los más representativos a nivel latinoamericano en materia de música y legado afro.
Antes de morir, Petronio escribió su última canción, que tituló Despedida, y así como en su más reconocida composición, le canta a su querido puerto de Buenaventura.
Buenaventura, de ti
Hoy me despido
Porque mañana estaré en el olvido
Y tus creencias mías
No han de ser
Porque en el Puerto
A mí no me han de ver
Buenaventura de mi loco afán
Que con el tiempo
De mí no se acordarán
Buenaventura de ti
Hoy me despido
Porque mañana
Estaré en el olvido