Biblioghetto es un proyecto de promoción de lectura en espacios no convencionales que busca mostrar realidades diversas a niños y adolescentes en lugares vulnerables de la ciudad.
Hace ya casi 17 años, en medio de una ola invernal que causó el desbordamiento del río Cauca y que afectó a cientos de familias que habitan el sector del Jarillón del río, Gustavo Gutiérrez y un grupo de amigos decidieron organizarse para llevar donaciones de implementos básicos de aseo, colchones, ropa, comida y demás.
Junto con la comunidad comenzaron a realizar actividades artísticas alrededor del teatro y el circo y Gustavo, quien creció rodeado por los libros de su madre, decidió un día ir a la Biblioteca Departamental a pedir en préstamo un libro en formato gigante y llevarlo al barrio.
Empezó con una lectura en voz alta. Durante los días siguientes, y a pedido de los jóvenes que lo escucharon aquella primera vez, siguió llevando ese mismo libro y realizando su lectura, siempre cambiando la dramaturgia detrás pues, explica, es algo que siempre cautivó a sus espectadores.
Una vez terminada la emergencia, Gustavo dejó de ir al barrio y comenzó, de nuevo, a frecuentar la esquina del Petecuy donde solía ‘parchar’ con sus amigos. Hasta esa esquina llegó un día, tiempo después, un joven que le preguntó: “ve, ¿y es que tenemos que estar inundados para que ustedes vuelvan y nos lean?”.
Fue en ese momento que se dio cuenta de que los libros debían dejar de ser un privilegio reservado para una élite cultural y que era hora de llevar la lectura a espacios donde nunca antes había llegado.
Así surgió Biblioghetto, un proyecto de divulgación de lectura en espacios no convencionales: “hacemos lecturas en esquinas, calles, parques y asentamientos. Leemos en la calle, nos tomamos las esquinas que, normalmente, son ambientes de consumo y las intervenimos a través de la lectura y la pintura” cuenta Zeidy Riveros, actual directora del proyecto y esposa de Gustavo.
Herramientas para imaginar otras realidades posibles y crear espacios seguros
Biblioghetto trabaja particularmente con niños, niñas, adolescentes y jóvenes del barrio Petecuy, al nororiente de la capital vallecaucana y donde Zeidy y Gustavo nacieron y crecieron.
Se trata de un lugar marcado por contextos de violencia, consumo de drogas y pandillismo, en el que la movilidad y la posibilidad de acceso a diversos bienes como la cultura, es reducida a causa de las fronteras invisibles que se han establecido por la injerencia de diversos actores armados.
Allí, Biblioghetto ha establecido dos ‘Esquinas de lectura’: espacios por donde antes los niños no pasaban por órdenes de sus padres que decían: ‘si vas para la tienda, no pases por la esquina, ten cuidado’ y donde ahora se realizan lecturas en voz alta e, incluso, hay un libro pegado en la pared para incentivar a los jóvenes a pasar por ahí.
“El hecho de que lleguemos allá a esas esquinas, abramos un libro, contemos una historia y les mostremos otra realidad a esos niños que están confinados allá, que no conocen otra Cali sino la violenta, realmente es magnífico” cuenta Zeidy.
Y agrega: “Que los niños digan ‘ah bueno, eso existe, hay otras cosas, no sabía, yo sueño con eso, quiero ser como esa niña, de grande quiero ser esto’, es lo que queremos; ir cambiando las realidades de esos jóvenes”.
Por ejemplo, muchos de los niños y jóvenes que acuden a las actividades en el Petecuy I, un sector del barrio donde está ubicada una de las Esquinas, jamás han salido de la zona, “incluso de sus mismas casas por miedo a las balas, las fronteras invisibles y como a veces son los hijos de las personas que han delinquido, no los dejan salir. Tienen eso en la mente, no han visto otras cosas, no conocen, siquiera, el centro de Cali”.
Lo que ha hecho Biblioghetto con sus intervenciones no es otra cosa más que crear espacios seguros para que la juventud pueda desarrollarse y disfrutar de su barrio con libertad y seguridad. Tanto así que las esquinas donde hoy se realizan las lecturas, son respetadas como tal por la comunidad. Desde que fueron establecidas no se ha vuelto a ver en esos puntos violencia o consumo.
Por el contrario, el proceso ha generado una apropiación comunitaria tal, que de manera activa y recurrente esta realiza mantenimiento, protege el libro que allí se encuentra y lleva a cabo intervenciones artísticas para incentivar a que cada vez más jóvenes se acerquen.
“El bibliotecario debe salir a buscar a su comunidad”
Las esquinas se han convertido en espacios de encuentro, reflexión y, sobre todo, de cambio. De ahí su relevancia en un proceso de construcción de paz que se da de manera local pero que, sin duda, avanza en el contexto nacional.
De hecho, cuenta Zeidy que a la esquina suelen llegar jóvenes que en algún momento estuvieron involucrados en alguna actividad delictiva y que dicen ‘si yo hubiera tenido esta experiencia cuando estaba más pequeño, no habría hecho todo lo que hice’ o que encuentran en el proyecto una manera de salir de esos contextos violentos y llegan a ofrecer su ayuda para fortalecerlo.
“Se han sumado muchos jóvenes a esta iniciativa y eso prueba que el libro es, sin duda alguna, una herramienta fundamental para cambiar realidades e imaginarios que los niños y los jóvenes viven comúnmente en sus casas y en el barrio”.
Y son muchos más los procesos que ha generado Biblioghetto para transformar las realidades de los jóvenes habitantes del Petecuy.
‘Guardianes de la esperanza’, por ejemplo, es una iniciativa que conectó a niños y niñas con población privada de la libertad a través de una relación epistolar con el objetivo de cambiar un imaginario que prima entre la población joven del barrio en el que la delincuencia equivale a heroísmo.
“Muchos niños nos decían: ‘es que mi héroe es tal’ y nos dimos cuenta que frecuentemente eran personas que habían delinquido y que el motivo de ese heroísmo era, precisamente, haber robado o haber cometido algún otro crimen’.
Por su parte, ‘Barrios en voz alta’, formó a 30 niños y niñas del distrito de Aguablanca en crónica radial y escrita con el objetivo de que estos narraran su barrio y su realidad. De esta manera lograron que los jóvenes hablaran, tramitaran y aliviaran el peso de toda la violencia que han vivido en su corta adolescencia.
Con eso, además de motivar a la población joven a imaginarse otros mundos posibles, Biblioghetto también le apuesta a cambiar la narrativa tradicional que hay alrededor de los espacios bibliotecarios en donde “la comunidad debe salir a buscar la biblioteca” y sustituirla por aquella que dice que “el bibliotecario debe salir a buscar a su comunidad”.
Zeidy asegura que significa entender que “hay comunidades y personas que no pueden salir de sus contextos inmediatos por la violencia, entender que sí, hay personas ya formadas y alfabetizadas que acuden a las bibliotecas por cultura, pero que hay muchas que no les interesa ir porque no está en su cultura”.
De ahí que una de las misiones de Biblioghetto sea también formar a las personas para que “entiendan que la biblioteca es un lugar seguro”.
Todo eso a través del trabajo en estrecha sintonía y relación con la comunidad: escuchar, entender y planear desde sus necesidades e intereses para así poder generar procesos de impacto real.