A través del concurso Voces y Silencios, la Corporación Educativa Combos trabaja, desde 2006, para fortalecer la autoconciencia y visibilizar testimonios de vida resilientes de más de 800 mujeres víctimas de violencia en el país.
“Nosotros entendemos el feminismo como una posibilidad de sanación para las mujeres y para la sociedad. Eso lo combinamos con la escritura creativa, una de las herramientas más completas para darle rienda suelta a procesos mentales que contribuyen a alcanzar nuestro mayor objetivo: fortalecer la autoconciencia de las mujeres”. Así inicia Gloria Amparo Henao, magistra en Educación y Desarrollo Humano, al explicar la esencia de uno de los grupos que ha logrado impactar la vida de más de 800 mujeres víctimas de los diferentes tipos de violencia en el país: la Corporación Educativa Combos, de la cual es directora.
La corporación nace ante la preocupación de un grupo de 4 amigos y amigas (que ya venían adelantando trabajos sociales previos), alrededor de lo que estaba ocurriendo hace 29 años con la población infantil de Medellín en temas como la vinculación a grupos armados, tráfico sexual, explotación laboral y demás. Con el tiempo, el grupo comenzó a evidenciar que otra de las poblaciones desprotegidas eran las mujeres. Términos que, hoy escuchamos como violencia basada en género, feminicidios, entre otros, en ese entonces no tenían tanta resonancia en la discusión pública.
Desde 2006 pusieron en marcha el Concurso Voces y Silencios, precisamente, uno de los ejes centrales de la corporación. A través de él han logrado publicar las 19 ediciones y recopilar más de 100 testimonios de vida de mujeres que han sido víctimas de distintos tipos de violencia en diferentes contextos que se dan, por ejemplo, durante el conflicto armado, al cual dedicaron una edición especial.
También han publicado otras ediciones con enfoque diferencial hacia las violencias de mujeres de la población afro, migrantes venezolanas y madres cuidadoras. Aunque la corporación esté ubicada en Medellín, las fronteras del concurso han logrado expandirse a otras ciudades y países.
“El feminismo está en contra de la guerra, del capitalismo, de las desigualdades y ninguna de sus corrientes propone la eliminación de los hombres. El enfoque es desmontar la cultura patriarcal. Nuestras actividades van hacia esa dirección: le brindamos las herramientas para que estas mujeres violentadas visibilicen su dolor, encuentre caminos para tramitarlo, lo denuncien e identifiquen cuáles son sus mejores herramientas de resistencia”, comenta Gloria.
Desde la corporación explican que, si bien todos los tipos de arte tienen un efecto catalizador y catártico, la escritura exige tres procesos mentales distintos: el primer paso es la subjetivación, es decir, desarrollar la capacidad de responder preguntas como: ¿Quién soy?¿Cómo llegué aquí?.
El segundo paso es la posibilidad de construir la imagen de lo ocurrido o, en otras palabras, recordar, concepto que para Gloria significa volver a pasar por el corazón.
“El alma y la mano se rasgan. Escribir duele, pero duele más tener que volver a leer el texto de lo que se ha sufrido cuando es un producto autobiográfico”, explica la directora.
Gloria comenta que una de las enseñanzas más grandes que se ha llevado trabajando con mujeres es la posibilidad ampliar las aristas del feminismo a partir de los testimonios de vida que ha escuchado durante todos estos años. Es decir, no hay un solo tipo de feminismo, así como tampoco existe un solo tipo de violencia o un solo proyecto de vida para una mujer. “El feminismo es de vocaciones”, comenta, haciendo referencia a tipos de feminismo como la ecofeminismo, el feminismo anarquista, el materialista, el cristiano, el radical, entre otros.
Son alrededor de 50 mujeres en cada taller que se realiza anualmente. Los textos que aparecen en los libros Voces y Silencios son el resultado de esos talleres y, por lo general, suelen publicarse todos los años en marzo, en el Día internacional de los Derechos de las Mujeres, a manera de reivindicación.
De las aproximadamente 800 mujeres con las que han trabajado, 750 de ellas tenían algún hecho de violencia sexual vinculado a su testimonio de vida. “El 90% de las mujeres que han participado en estos libros con sus relatos han sufrido violencia sexual. Es una cifra escalofriante”, menciona Gloria.
Henao recuerda un par de historias que marcaron profundamente su trayectoria en la corporación. Trae a colación la de Patricia Molano, una ex empleada doméstica que duró varios años en esclavitud y servidumbre, en Medellín, cuando estaba pequeña. Su motivación para haberse ido de empleada era comprarse una muñeca, sin embargo, escribiendo la historia de lo que tuvo que soportar en aquel trabajo, Patricia notó que había reproducido la cadena de violencia de su abuela y de su madre. Escribir la ayudó a darse cuenta que no quería repetir la historia con sus hijos.
“También recuerdo una mujer que era trabajadora sexual mientras asistía a los talleres, pero sus hijos no lo sabían. Cuando se publicó el libro ellos se enteraron y esa fue la única manera como pudo socializar el tema con su familia”, menciona Gloria.
Actualmente los talleres los desarrolla en compañía de una psicóloga y una teatrera. También manejan programas con los que buscan proteger y concientizar a las niñas sobre los peligros a los que están expuestos como sociedad, a través de herramientas pedagógicas y lúdicas.
Uno de esos programas es ´Violeta Cuida de Sí Mima’ que se desarrolla en la Comuna 13 de Medellín con 100 niñas y adolescentes. El objetivo es socializar medidas de protección contra el acoso y la violencia. Trabajan, según comentan, para lograr una transformación en los patrones socio-culturales que reproducen la violencia contra esta población.
Cuando a Gloria se le pregunta por la participación de los hombres en las actividades de la Corporación, comenta que tienen un proyecto llamado ‘Fondo Solidario Tengo Tiempo’, enfocado en que los hombres donen su tiempo para cuidar a otros hombres vulnerables de la ciudad. El proyecto es nuevo y su objetivo es lograr que ellos mismos entiendan que ofrecer cuidados es una capacidad humana, no una responsabilidad de las mujeres.
“Necesitamos mínimo 100 hombres donando tiempo para que cuiden a ancianos, hombres con movilidad reducida, enfermos de barrios populares y demás. La idea es democratizar las tareas de cuidado. Ninguna corriente del feminismo plantea la eliminación del género masculino», explica la directora.
La Corporación Educativa Combos tiene proyectado dividir el concurso por edades. Actualmente pueden participar mujeres a partir de los 14 años, pero quieren que exista una división entre las historias de niñas y jóvenes y de las adultas.
También desean que otras organizaciones en el país implementen sus herramientas para hacer pedagógica la lucha a favor de los derechos de las mujeres, generar procesos de sanación en las mujeres a través de la literatura, crear conciencia de los tipos de opresiones y desmitificar que solo los hombres ricos e intelectuales pueden escribir.
“Nosotras también investigamos y sistematizamos todos los testimonios de vida de las mujeres, no solo para publicar un libro, sino para tener una mejor comprensión de las realidades sociales de esta población. La pedagogía feminista recupera el valor de la singularidad de la experiencia”, concluye.