¿Sabía que Colombia cuenta con más de 1.800 cuevas y que Santander es el departamento donde más abundan? Algunas tienen más de 7 kilómetros de extensión y otras están repletas de animales bioluminiscentes que replican el firmamento. Conozca las 5 más impresionantes a continuación.
Hace más de un siglo, en Francia, Edouard Alfred Martel se adentró en la ‘dermis’ del planeta para recorrer, con velas y una lámpara de magnesio, lo que hasta ese entonces era un universo desconocido, y cuyo estudio aún no tenía un nombre formal: las cavernas. Martel, pese a las nulas herramientas tecnológicas, logró recorrer 200 cuevas y pasó a ser considerado el padre de la espeleología moderna.
La espeleología es la práctica de estudiar las cavidades naturales del subsuelo. Aunque en países como España, Francia y México la actividad es tan común como lo es montar bicicleta en Colombia, en el país, como ciencia, es relativamente joven: surgió hace poco más de medio siglo.
Sin embargo, se tiene evidencia de que varias comunidades indígenas, incluso antes de la llegada de los españoles, ya estaban familiarizadas con estos ecosistemas que han logrado sobrevivir sin sol, adaptando las estructuras biológicas de las especies de fauna y flora a los recursos limitados del ambiente.
Los extintos aborígenes pertenecientes al pueblo precolombino guane, en Santander, son un ejemplo de ello. Una de las prácticas más comunes dentro de la comunidad era convertir cavernas, como La Escuilla, en cementerios donde sepultar a los difuntos. Las cuevas eran vistas como ‘las puertas del inframundo’; entradas sagradas que conectaban a los seres humanos con el más allá.
Juan Carlos Higuera, director de la Sociedad Colombiana de Espeleología y uno de los mayores exponentes del tema en el país, explica que Colombia cuenta con más de 1.800 cavernas, siendo el departamento de Santander una de las zonas donde más abundan.
“Santander es rico en cavernas debido a un proceso geológico que hoy denominamos la formación Rosa Blanca. Cuando se creó la Cordillera de los Andes, las placas tectónicas chocaron y se levantaron, y todas esas rocas calizas que estaban sumergidas (hechas de pequeños fósiles marinos compactados) subieron a la superficie. Fue entonces cuando el agua dulce comenzó a perforarlas, dándoles formas laberínticas”, menciona el espeleólogo y fotógrafo.
De hecho, Higuera agrega que en Santander se han encontrado cavernas de hasta 1 millón de años, y que el departamento alberga más de 500.
Estar atravesado por la línea del Ecuador convierte a Colombia en un país megadiverso, tanto en su superficie como en las capas más profundas. Fueron esas capas menos visibles las que cautivaron a Juan Carlos, quien lleva adentrándose a las cuevas colombianas desde los 22 años. El francés Martel, durante sus 79 años, logró visitar 200 cavernas. Juan Carlos lleva 165. De esas, 25 quedaron seleccionadas en el libro ‘Cavernas de Colombia’, que ofrece un amplio registro fotográfico y sonoro de estos paisajes subterráneos.
De hecho, muchas de esas fotografías le mostraron al mundo, por primera vez, cómo son varias cavernas colombianas por dentro. Uno de los encantos de la espeleología radica, precisamente, en sobreponerse a los misterios de la oscuridad con tal de estar donde nadie ha estado y ver lo que nadie ha visto.
“Las cavernas son bibliotecas del tiempo; patrimonios valiosos que deben ser protegidos por ley”
Además de su riqueza en materia ecosistémica en cuando a variedad de especies y reservorios hídricos -y también de su importancia en la conservación de restos arqueológicos que ayudan a reconstruir la memoria patrimonial de Colombia-, las cavernas guardan gran cantidad de material geológico capaz de arrojar luces sobre cómo se veía el país hace millones de años. Las estalactitas, por ejemplo, le permiten a los científicos hacer análisis paleoclimatológicos para estudiar las variaciones en el clima con el paso del tiempo. A través de estos estudios se puede saber que zonas del país como el Cerrejón, antes de ser desérticas, estaban repletas de bosque tropical. “Las cavernas son como bibliotecas del tiempo”, dice Juan Carlos.
En cuanto a fósiles, las cavernas colombianas también albergan tesoros paleontológicos. El Peñón (Santander) es una de las regiones del país más ricas en cavernas. Allí en la caverna La Tronera, Juan Carlos -junto con el Servicio Geológico Colombiano y el Servicio Geológico de Brasil- encontraron varios fósiles de osos perezosos gigantes, que se extinguieron hace más de 8 mil años. “Fueron tres fósiles en total: una cría y dos adultos, sin embargo, había muchas más capaz de fósiles. Fue una expedición de 11 días”, recuerda el espeleólogo que, además, resalta la importancia de haber logrado la aprobación del proyecto de ley 643 de 2021, con el que se creó la Ley de Patrimonio Espeleológico, donde uno de sus puntos más importantes es la protección de la riqueza de agua dulce subterránea, que podría serle útil a la población en un futuro.
Juan Carlos Higuera y expertos celebraron esta ley, pues coinciden en que estos ecosistemas son mucho más frágiles que los terrestres, y que cualquier perturbación altera sus ciclos biológicos, que están supeditados a las limitadas condiciones ambientales a las que tuvieron que adaptarse a través de procesos de millones de años.
¿Cuáles son las cinco cavernas más impresionantes del país?
1. La Caverna del Águila (Santander)
Durante toda su carrera como espeleólogo, Juan Carlos cuenta que, dentro de las cuevas, ha conocido paisajes ‘dantescos’. Como si del mismo Dante se tratase, Higuera ha tenido que meter descender por los ‘círculos’ de la terrestre para fotografiar cuevas secas e inundadas. Cada una de ellas con sus propios peligros y encantos.
La Caverna del Águila, ubicada cerca a El Peñón, Santander, fue una de las primeras que lo cautivó. Es, hasta el momento, la cueva más extensa de la que se tiene registro en Colombia, con una extensión de 7 kilómetros. Ha sido objeto de exploración desde 1976, primero por polacos y luego por franceses, antes de que existiera la espeleología en Colombia. “Es una cueva que pone a Colombia muy cerca de los paisajes de esos mundos fantásticos que describe Tolkien en el Señor de los Anillos”, dice Juan Carlos, quien cuenta que el lugar suele llenarse de neblina, lo cual crea un efecto ‘siniestro’ en el que la persona que está haciendo rapel parece, desde abajo, una diminuta araña que desciende por la pared.
2. Caverna Hoyo del Aire (Santander)
“El Hoyo del Aire es una sima muy profunda, de 180 metros. Se necesitan 200 metros de cuerda para bajar”, comenta Higuera. Según él, el atractivo de esta caverna, además de los guacharos que acompañan el paisaje con sus cantos, es su sima de 130 metros de diámetro. La sima, explicada en lenguaje coloquial, es el hueco que forman las rocas cuando se mira hacia arriba. Esta caverna, rodeada de vegetación, es considerada una de las maravillas naturales de Colombia.
Juan Carlos aprovecha para mencionar que Hoyo del Aire, ubicada en el municipio La Paz (Santander) está ligada a uno de los episodios más dolorosos de la historia de Colombia: la Guerra de los Mil Días. Como queda ubicada cerca de una carretera, se utilizaba para desaparecer personas.
3. Caverna Casa de Piedra (Bolívar)
Cuando Juan Carlos presentó la propuesta del libro a Villegas Editores, una de las cavernas que le hacía falta explorar era la Caverna Casa de Piedra, ubicada en las inmediaciones del municipio de Morales, al Sur de Bolívar. Es un municipio que, según Juan Carlos, tiene muchas cavernas inundadas. Esta en específico, tiene casi 1 kilómetro de recorrido, y su exploración se hace a través de kayak.
“Uno llega a una playa de arena donde se encuentra con una sima ubicada a 70 metros. Por allí se filtra la luz, que comienza a iluminar el agua. Cuando el paisaje se muesra, sientes la necesidad de sacar la cámara y registrarlo; es muy valioso que un fotógrafo pueda compartir cómo se ve la naturaleza en las profundidades, sobre todo en estos lugares en los que personas no tienen acceso”, comenta el espeleólogo quien, luego de recorrerla en kayak, la buceó dos veces, con la intención de determinar si se comunicaba con otras cavernas y para medir su profundidad. La segunda vez logró hacer la primera fotografía del paisaje subacuático de la caverna, compuesto por peces, anguilas y caimanes.
Juan Carlos explica que hay caimanes en esa cueva porque, al lado, hay una ciénaga. Esa ciénaga se alimenta del mismo río que inunda la caverna en las temporadas invernales, provocando que alcance profundidades de hasta 50 metros. “Es entonces cuando el agua de la caverna y de la ciénaga comienzan a comunicarse. Eso permite que haya intercambio de especies, y cuando vuelve a bajar el nivel del agua, los peces quedan atrapados en la caverna, igual que los caimanes”, explica Higuera.
4. Caverna La Tronera (Santander)
Fue en la Caverna La Tronera donde, en 2011, se encontraron los restos de los osos perezosos gigantes (podían llegar a medir hasta 5 metros erguidos), en El Peñón, Santander. Se la conoce como ‘el cementerio fósil del perezoso’ y también como ‘el corazón del mundo’, por la ilusión óptica de forma de corazón que crear la envergadura de su diámetro (60 metros), el cual se vuelve más angosto a medida que se desciende.
La caverna cuenta con uno de los más importantes registros fósiles para estudiar la especie extinta y entender mejor la transformación de la fauna colombiana en estos últimos miles de años.
5. Cueva Las Cacas (Boyacá)
El firmamento del inframundo: así la describe Juan Carlos Higuera. Recibe su nombre por ‘las cacas’, una especie de ave cavernícola endémica de la región. Está ubicada en Pauna, Boyacá. Una vez dentro, a 130 metros bajo tierra, los coleópteros Lampyridae, familia de animales bioluminiscentes que incluye a las luciérnagas, comienzan su espectáculo. Es el elemento cautivador del lugar, que tras varios minutos, queda queda iluminado con miles de puntos de luz que parecer replicar la bóveda celeste.
“Las cavernas se toman su tiempo. Para llegar a las fotografías que quiero hacer, pese a tener planeación y una idea previa de la foto, la cueva muestra lo que quiere en su momento. Puede que la imagen que deseas te la de en otra expedición”, concluye.