Papel, cartón, letras, dedicatorias e imágenes son la combinación perfecta para Carlos Baena y Esperanza Bohórquez, quienes a partir de esos implementos crean libros con materiales reciclados.
Amapola Cartonera es una editorial que surgió en 2011, fruto de la combinación de la literatura y las artes plásticas, cuando Carlos Baena y Esperanza Bohórquez se ganaron una beca de creación en Medellín para hacer realidad su idea.
“Hacíamos libros, talleres de literatura y de artes plásticas, luego nos entusiasmó mucho poder llegar a Bogotá y conformar de esta manera una editorial cartonera, la primera de Colombia creada por artistas plásticos y escritores”, asegura Baena.
Las editoriales cartoneras nacieron en Argentina, en una de las épocas de crisis, y consisten en hacer libros con tapas de cartón recuperado, trabajando con proyectos comunitarios o colaborativos. “La mayoría de las editoriales se autofinancian y publicamos escritores que no llegan a las editoriales convencionales, los marginados”, cuenta Bohórquez.
Niños, jóvenes, adultos, personas mayores, Amapola Cartonera no está cerrada a un solo tipo de población. De hecho, realizan encuentros comunitarios que siempre terminan con la creación de un libro, una forma de expresión plasmada y compuesta por las ideas de quienes se lo imaginaron.
“Uno de los proyectos que hicimos fue con los adultos mayores del barrio Las Ferias, en Bogotá, y en el que cada uno de ellos narró el oficio que desarrollaron durante su vida. Tomamos fotos, grabamos sus recuerdos, recorrimos el barrio y creamos un libro llamado Oficios”, dice Esperanza y comenta que es uno de los productos más interesantes que hicieron, ya que se construyó entre todos.
Resignificando la amapola
A la hora de pensar en un nombre para su proyecto, Carlos y Esperanza querían algo que tuviera trasfondo. Por ejemplo, en el caso de las otras editoriales cartoneras que conocían, llevaban nombres femeninos.
“Queríamos un nombre que creara la idea del hábito por la lectura y los libros, sobre todo por los alternativos y no convencionales”, comenta Carlos.
Se pensaron varios nombres, al final decidieron que Amapola sería ideal para resignificar la planta y recordar el origen de la misma.
“Es una planta que encontramos en los jardines de los pueblos, en el campo, que se sembraba sin ningún tipo de prevención, pero que después se fue convirtiendo en una planta perseguida por el uso negativo dado. Queremos reivindicar su belleza”, explica Baena.
Los libros cartoneros son una forma de libertad y creatividad, en ellos no hay prohibiciones de temas: su versatilidad permite que las personas se expresen y plasmen sus ideas.
“Nuestro sueño es tener un taller amplio para poner todas las máquinas que tenemos, un espacio de encuentro, de diálogo, de investigación, una librería, vender lo que hacemos, las pinturas, un café, la combinación completa en el mundo de la literatura y el diseño”.
Dentro de sus proyectos, Amapola Cartonera también se centra en la recuperación de máquinas antiguas de impresión, así como las prácticas tipográficas que ya no circulan y que fueron reemplazadas por las impresoras digitales, ese es su sello.
Esta editorial cartonera combina lo mejor de dos mundos: la tradición y antigüedad con la renovación de las ideas, los procesos y los materiales que son el sentido de su proyecto.