El antropólogo Juan Camilo Niño lleva más de 20 años investigando para conservar los saberes del pueblo ette, del departamento de Magdalena. Uno de sus más grandes logros: un diccionario ette-español.
“Los lingüistas estiman que, de los cerca de 7.000 idiomas que se hablan en la actualidad, más de 3.000 están en riesgo de desaparición. Tal situación solo puede calificarse de catastrófica”, señala Juan Camilo Niño, doctor en Antropología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y profesor de la Universidad de los Andes.
Dentro de las miles de lenguas que posiblemente desaparezcan en los próximos años, está la lengua del pueblo ette. Este habita en las llanuras orientales del Magdalena y el Cesar, y encasilla sus códigos de comunicación dentro del grupo lingüístico chibcha.
Esta lengua, en particular, tiene cerca de 1.500 hablantes que en su mayoría se encuentran en dos pequeños resguardos en la región de San Ángel, cuenta Niño.
El antropólogo explica que “los descendientes del pueblo ette que lograron sobrevivir a los proyectos de dominación coloniales y republicanos huyeron a las selvas del Magdalena. A esto se suma el violento avance de la frontera agrícola que se dio en el territorio a mediados del siglo XX, lo que quebró definitivamente su independencia pues perdieron el control de sus antiguas tierras y se vieron forzados a mimetizarse con la población campesina”.
Y a pesar de que el escenario es desalentador, Juan Camilo Niño, que ha investigado por más de dos décadas la cultura de esta comunidad indígena, escribió un diccionario español-ette en un esfuerzo por preservar los saberes del pueblo y su lengua.
Un diccionario más allá del registro alfabético
“Las lenguas, lejos de ser conjuntos de términos para describir el mundo, son mundos en sí mismos, formas de vida, bases para estructurar la realidad. En ese sentido, los diccionarios son intentos de inventariar mundos”, explica el antropólogo.
Además, el diccionario ette-español es mucho más que una lista de palabras traducidas. Es el resultado de una investigación en profundidad sobre la cultura ette, que además incluye un léxico de especies botánicas, zoológicas, y una recopilación de vocabularios históricos, acompañadas de aproximadamente 100 ilustraciones.
Niño cuenta que él no empezó su investigación buscando crear un diccionario: “¡Eso es una tarea quijotesca! No es como que las personas de la comunidad te pasen una lista de palabras y ya está. Esta tarea se trata de analizar cosas tan complejas como las formas de clasificar las cosas que existen en el entorno”.
«Por ejemplo, nosotros nos acercamos al mundo vegetal con un vocabulario que no nos muestra la verdadera riqueza de ese mundo«, explica.
Y agrega que «viviendo con el pueblo ette me encontré que tienen un léxico muy sofisticado, pues hay palabras para las diferentes formas de los troncos de los árboles, los diferentes colores. Si es un tronco alto o pequeño, o si tiene ramas solo en la parte superior o si están repartidas equidistantemente. Hay palabras específicas para todos estos fenómenos, que muestran una forma de ver el bosque no solo como un todo verde, sino como una agrupación de especies. Eso es muy bello», cuenta Niño.
Lo que viene
Niño señala que este diccionario solo es el primer paso de un trabajo que busca preservar la lengua ette. En este momento, está trabajando en una investigación sobre la mitología del pueblo, “que sería algo así como el equivalente a nuestros textos sagrados”.
Junto con la Universidad de los Andes también adelantan un proyecto de creación de textos para la enseñanza del ette escrito en los colegios de los resguardos de este pueblo.
“En el marco de las condiciones actuales, en el que esta lengua está en grave peligro de desaparecer, quizás una de las formas en las que puede sobrevivir es a través de la escritura. No es lo ideal, pues la lengua va a cambiar radicalmente una vez se empiece a escribir, pero es una buena opción para que siga existiendo”, señala Niño.
El investigador concluye que: “muchas otras lenguas que no están documentadas ya se perdieron para siempre, sin que nos hayamos si quiera dado cuenta que existían. Es muy similar a cuando se extingue una especie y perdemos toda su información genética».
De acuerdo con el doctor en Antropología, «los bosques y las selvas son ecosistemas que están en constante relación con los pueblos humanos que habitan en ellos. En ese sentido, el dinamismo de esos bosques en gran medida depende de estos pueblos, y esa interacción con el entorno está mediada en gran parte por su lengua. Es muy doloroso que se pierdan los saberes del pueblo ette, pero quizás mucho más que no exista ni siquiera registro de estos”.
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