Así se declaró Caicedo, Antioquia, como el primer municipio no violento de Colombia

Luego del secuestro y posterior asesinato en 2003 de Guillermo Gaviria, entonces gobernador de Antioquia, y de su comisionado de paz, Gilberto Echeverri, Caicedo ha atravesado un largo proceso de transformación, incentivando la paz y la reconciliación en sus habitantes.

En el 2002, cuenta Miguel Martínez, actual alcalde de Caicedo, el frente 34 de la antigua guerrilla de las Farc operaba en inmediaciones del municipio y en su zona rural.  

Siendo un área de vocación cafetera, el asedio de la guerrilla lo afectaba de manera particular, pues el grupo solía parar los camiones que transportaban el café hacia Medellín, donde lo comercializaban.  

“Eso afectaba mucho al campesino y al municipio en general, porque el café es el primer renglón de la economía local y la guerrilla lo bajaba del camión y se lo robaba”, cuenta Martínez.  

A causa de ello, y ya cansados de perder sus cosechas, el campesinado y la comunidad en general se organizó para marchar al lado de los camiones y pedir, de manera pacífica, a los guerrilleros que no se llevara el cargamento.  

Eso, cuenta Martínez, sucedió varias veces, lo cual motivó al entonces gobernador Guillermo Gaviria a acompañar al municipio y su población en un acto, también, de no violencia.  

Gaviria, el 17 de abril de 2002, en compañía de su comisionado de paz, Gilberto Echeverri, emprendió una marcha desde Medellín hacia Caicedo, con el objetivo de mandar un mensaje de no violencia y apoyar en su valiente y sentida petición al campesinado del municipio. 

El 21, día en el que el gobernador y sus acompañantes debían llegar al municipio, y justo en el puente Vaho de Anocozca, el punto donde las Farc paraban a los camiones para desviarlos hacia una vía rural y luego robar su cargamento, detuvieron la marcha y secuestraron a Gaviria y a Echeverri. Dos semanas después, en el vecino municipio de Urrao ambos fueron asesinados. 

Un legado para recordar a Gaviria y Echeverri

Para conmemorar 20 años del secuestro de Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, y 19 años de su asesinato, se organizó en Caicedo una marcha en el puente donde los secuestraron. / FOTO: Alcaldía de Caicedo

Para homenajear la memoria y valentía de estos dos funcionarios, el municipio de Caicedo decidió implementar como política estructural la filosofía de la no violencia.  

“Nuestro municipio había sufrido mucha violencia, tuvimos tres tomas guerrilleras y una paramilitar. La guerra se vivió aquí de manera muy intensa, por lo que decidimos bautizarnos como no violentos”, cuenta el alcalde Martínez.  

Precisamente, una vez el actual gobernador del departamento, Aníbal Gaviria, asumió el cargo en su primer período, decidió retomar la marcha que no pudo terminar su hermano: recorrió el tramo que le quedó pendiente y es allí donde declaró al municipio como no violento. 

Eso, cuenta Martínez, significa que desde la institucionalidad hay un compromiso para resolver conflictos de manera pacífica a través de estrategias como, entre otras cosas, las cátedras de paz, el reconocimiento del lugar del otro y proyectos de desarrollo articulados con la reparación colectiva del municipio.  

Este fue declarado en el 2017 como sujeto de reparación colectiva por las afectaciones que sufrió durante la guerra y, por ejemplo, se comprometieron con la pavimentación de las vías de acceso y rurales del municipio, a asegurar la vivienda en la zona urbana y la ruralidad, así como proyectos alrededor del cuidado del agua, los bosques y el ambiente en general.  

Eso, además, con un fuerte componente sobre la educación en el que se inculque a los niños y niñas la filosofía de la no violencia, “una forma de vivir y ver la vida”, dice el alcalde y agrega que es un ‘chip’ que a través de los años se ha incorporado en la mente de las personas.  

Muestra de ello son las bajas cifras de homicidios anuales en el municipio que, según Martínez, son de cuatro o cinco para el 2021.  

Y el proyecto de la no violencia no ha sido efectivo únicamente en Caicedo. Su ejemplo ha contagiado a otros municipios como Urrao, que tiene la intención de declararse también como municipio no violento. Adicionalmente, la no violencia es una filosofía y una política que Antioquia espera implementar en el marco de su plan estratégico para el desarrollo departamental en las próximas dos décadas: la Agenda Antioquia 2040

La no violencia, un elemento transversal en el desarrollo del departamento

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El día que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia dieron inicio al paro armado, que afectó a varios municipios antioqueños, en Caicedo organizaron una manifestación pacífica. / FOTO: Alcaldía de Caicedo

Según cuenta Martínez, en el marco de la Agenda Antioquia 2040, así como en las jornadas de diálogo a partir de las cuales esta se construye, la no violencia tiene un papel protagónico: por un lado, al haber jordanas de dialogo específicamente destinadas a los temas alrededor de la construcción de paz y la resolución de conflictos de manera no violenta.  

Por otro, además, es un elemento transversal que “ha estado articulado en las mesas de trabajo” en general, más allá de las charlas destinadas específicamente a tratar esos temas.  

Eso en tanto para el Gobierno departamental, así como lo mencionó Martínez en el caso de Caicedo, la no violencia es mucho más que reducir las tasas de homicidio y en general silenciar los fusiles, la no violencia pasa también por la garantía de una vivienda digna, de posibilidades de educación y empleo y de desarrollo social y económico, entre otras cosas.  

No es, sin embargo, un camino fácil, cosa que quedó más que clara durante los días que vivió una región del departamento, así como otras del país, durante el paro armado que decretaron por cuatro días las Autodefensas Gaitanistas de Colombia en mayo de este año.  

Aun así, dice Martínez, “hay una cosa fundamental en la no violencia y es la resiliencia, seguir trabajándole al asunto, no dejarse desanimar”.  

Por ello, el día en que comenzó el paro, la comunidad de Caicedo salió a hacer un lucernario en una de las veredas del municipio que alguna vez fue escenario de intenso conflicto. Llevaron, cuenta Martínez, “velas, un grupo de danza, y queríamos mandar el mensaje de que en ese, un lugar que alguna vez fue de terror, nosotros estábamos demostrando lo contrario: botamos el miedo. Mientras en algunas zonas incendiaban vehículos, nosotros prendíamos velas diciendo que la violencia no es el camino”.  

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