Investigadores en Palmira crearon un bioplástico con semillas de aguacate hass

El bioplástico, desarrollado por estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Colombia en el Valle del Cauca, tiene potencial para sustituir los plásticos convencionales, hechos a base de petróleo, en empaques de alimentos como mantequillas o salsas.

Enfocados en la idea de encontrar materiales nuevos y amigables con los ecosistemas, los integrantes del Grupo de Investigación en Procesos Agroindustriales (GIPA) de la Universidad Nacionalsede Palmira, vienen trabajando, desde 2019, en la búsqueda de una alternativa basada en residuos agroindustriales. El fruto de ese trabajo, anunciado a finales de 2023, es un prototipo de bioplástico hecho a partir de la semilla del aguacate hass. 

Se trata de un fruto sumamente popular en Colombia y el mundo: de acuerdo con los informes de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), las exportaciones del aguacate hass, producido en el país, han registrado crecimientos anuales de entre el 15% y el 50% desde 2015

Entre los beneficiarios de ese éxito global se encuentran los agricultores del Valle del Cauca, que en 2022 ubicaron al departamento como el cuarto con mayor producción a nivel nacional, con todo lo que eso implica, tanto en términos de desarrollo como de residuos resultantes del cultivo.

La abundancia del producto llevó a Juan Felipe Grisales Mejía, ingeniero agroindustrial y candidato a doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos, a preguntarse qué estaba pasando con estos últimos y cómo podrían aprovecharse. Una cuestión que decidió abordar con su tesis, titulada «Valoración de semilla y epicarpio del aguacate Hass (Persea americana Mill.) mediante la extracción de compuestos por técnicas verdes«, que más tarde llevaría al desarrollo del nuevo material.

El Grupo de Investigación en Procesos Agroindustriales está conformado por treinta estudiantes, cuatro docentes y egresados asociados. /FOTO: cortesía Margarita Andrade

La investigación, que contó con la dirección de los docentes Hugo Martínez Correa y Margarita Andrade Mahecha, cuenta Grisales, estudió los compuestos de los residuos del aguacate hass, que representan un 30% del peso fresco del producto. Su idea era desarrollar un prototipo de bioplástico que aprovechara los residuos de manera más eficientereducir la dependencia de recursos no renovables y promover el uso de tecnologías verdes en los procesos de innovación.

“La semilla representa aproximadamente el 19% del peso del producto. Comenzamos a preguntarnos cuánta cantidad de semillas eran desechadas en la industria, que solo utiliza la pulpa. Entonces empezamos a secarlas a una temperatura de 45°, pasarlas por un triturador y finalmente por una especie de colador para obtener una harina que transformamos en bioplástico”, comenta Andrade, que además es doctora en ingeniería de alimentos.

Este proceso arroja como resultado una harina con propiedades importantes.

Según los investigadores, contiene 60% de almidón y un 20% de fibra, dos compuestos a partir de los cuales es posible obtener un material polimérico no contaminante

Vale señalar que el bioplástico desarrollado por investigadores del GIPA aún es un prototipo: la producción se realiza a escala de laboratorio, lo que quiere decir que en cuatro horas de proceso se obtienen un total de ocho láminas del material. 

Previous
Next

Con esa capacidad de producción, el equipo ya determinó  que el bioplástico actúa como una barrera al paso de la luz que además cuenta con propiedades antioxidantes, por lo que permite que alimentos altos en grasa puedan conservarse de mejor manera. Hallazgos que, sumados a las dimensiones limitadas de las láminas, les permiten hablar de utilizarlo, por el momento, para empacar ingredientes con poco volumen, como barras de mantequilla.

Siento que estas investigaciones le cambian a uno hasta la forma de vivir. Desde hace un tiempo me duele botar la cáscara y la semilla porque sé todos los beneficios y el potencial que hay ahí”, agrega la docente. 

El bioplástico tiene barrera UV y componentes antioxidantes. / FOTO: cortesía Margarita Andrade

Para salir del prototipo y pasar a la siguiente escala, la comercial, se necesita gran cantidad de recursos económicos y tecnológicos: 

“Pensar que vamos a pasar de la escala de laboratorio a la agroindustria de forma inmediata sería muy ambicioso porque las tecnologías que se manejan a nivel industrial son para procesar grandes cantidades de polímeros sintéticos”, explica Andrade.

Sin embargo, la experta reconoce que existen espacios específicos en los que se puede evaluar la posibilidad de reemplazar el plástico tradicional por el bioplástico.

La docente explica que este material también puede tomar forma de sachet para almacenar salsas. / FOTO: cortesía Margarita Andrade

Por ejemplo, puede tomar el lugar del plástico que se utiliza para separar las tajadas de queso mozzarella. Estas, aunque en la vida cotidiana parecieran no tener tanta importancia por su bajo volumen, tienen un gran impacto ambiental cuando se les observa a gran escala.

“Pienso que las universidades y el gobierno deben trabajar mucho más a fondo la conciencia frente al uso de polímeros. También debemos pensar estrategias donde se alíen universidades y empresas, porque quizá estamos haciendo muchos esfuerzos aislados. La idea es encontrar puntos comunes donde podamos trabajar conjuntamente y lograr un solo objetivo para la sociedad, en este caso disminuir el uso de los recursos naturales no renovables”, concluye la docente.