CaryO: la empresa que convierte a familias campesinas en defensores de la Amazonía

En Colombia, la deforestación asociada a la ganadería extensiva y la expansión de la frontera agrícola es un problema crítico. A través del aceite de cacay, este emprendimiento busca cambiar esa realidad en alianza con los campesinos de la región.

Camilo Bueno, un emprendedor interesado por la conservación y el desarrollo social, encontró en el cacay una solución efectiva para hacerle contrapeso a la deforestación y generar oportunidades económicas en comunidades afectadas por el conflicto armado

Esto, con la creación en 2017 de CaryO, compañía que surgió de la transformación de la finca ganadera de su familia en bosque productivo del árbol y su fruto, para el desarrollo de productos cosméticos para la piel y que rápidamente pasó a necesitar más materia prima, que obtienen a través de la compra justa a familias campesinas en la Amazonía. 

Es que, el cacay, un árbol nativo de la Amazonía y Orinoquía colombianas, produce la nuez homónima, fuente de un aceite altamente valorado en la industria de la belleza por su alto contenido en Retinol, Vitamina E y Omega 3 y 6, asociados a propiedades regenerativas y antienvejecimiento para la piel y el cabello. 

Camilo Bueno, segundo de izquierda a derecha, en segunda edición del foro “Acelerando el camino hacia la sostenibilidad a través de alianzas poderosas”. | Foto: Cortesía - Camilo Bueno

Para aprovechar esos beneficios de manera responsable, CaryO creó el Wild Cacay Project, una iniciativa en alianza con la Agencia Alemana para la Cooperación Internacional y el Proyecto ProBosques II, que promueve la capacitación y la asociatividad con al menos 80 familias campesinas de Miraflores, en el Guaviare, que se dedican a la producción y recolección de la nuez, siempre y cuando provenga de árboles silvestres. 

Una idea que les mereció un lugar entre las cuatro iniciativas empresariales ganadoras del Premio Emprender Paz 2024 por aportar a la transformación de territorios vulnerables.

De acuerdo con Bueno, el objetivo es «que la selva sea más rentable que un potrero de ganadería o un cultivo de coca», a través de un enfoque de aprovechamiento forestal sostenible, y legal, que convierte al fruto en una fuente de ingresos que les permite a las familias mejorar su calidad de vida mientras protegen los bosques.  

Lo anterior entendiendo que, de acuerdo con WWF, la deforestación es una de las principales amenazas para la biodiversidad en Colombia: entre el 2001 y 2022 se deforestaron cerca de 3,3 millones de hectáreas en el territorio nacional, principalmente a causa de la ganadería extensiva y la expansión de la frontera agrícola. 

Entre otras cosas, CaryO también lidera iniciativas de reforestación. A la fecha calculan que han sembrado al menos 13.000 árboles de cacay. | Foto: Cortesía - Camilo Bueno

Una vez compra el fruto a las familias, CaryO emplea un proceso sostenible de prensado en frío para extraer el aceite. De este, quedan subproductos, como la harina rica en proteínas y las cáscaras y conchas de la nuez, que se utilizan como abono orgánico, en el marco de un modelo de producción sin desperdicios. 

Para Bueno, el centro de la iniciativa está en darle valor a los recursos naturales: «Si queremos conservar nuestros bosques, debemos demostrar que pueden ser más valiosos en pie que talados. Con el cacay, estamos generando empleo, cuidando el medio ambiente y promoviendo la paz en territorios que lo necesitan”.  

Por eso, la empresa también sostiene una alianza con O2Reserve, una organización con sede en Medellín que se enfoca en la comercialización de metros cuadrados de conservación y restauración activa de ecosistemas. Entre las dos, preservan 1 m² de selva en el Magdalena Medio por cada producto vendido. 

Este modelo no solo ofrece productos de belleza naturales y de alta calidad; también demuestra que el desarrollo económico y la preservación ambiental pueden ir de la mano.

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