Con el teatro y la danza, esta comunidad wayúu se reencuentra con sus tradiciones

A través del grupo de teatro Akuaipa, Eldwin Chaparro trabaja con las comunidades indígenas de La Guajira potenciando sus manifestaciones culturales con teatro y danza.

La Yona es la principal danza ancestral de la cultura Wayúu. Eldwin Chaparro trabajó durante meses con las comunidades indígenas de La Guajira para enseñar a los jóvenes que no sabían el baile y, además, motivar a las mujeres para que comenzaran a invertir su tiempo en actividades artísticas. / FOTO: cortesía Eldwin Chaparro.

En la zona fronteriza colombo-venezolana, el baile tradicional autóctono de la cultura wayúu es la yonna. El ritmo de la danza lo marca la kasha (tambor) como instrumento principal. Se practica en diferentes fechas y en conmemoración a distintos acontecimientos, como cumpleaños o durante tributos a deidades y a la naturaleza. También para contrarrestar la muerte o para presentar a un nuevo curador dentro de la comunidad. De hecho, todos sus pasos de baile hacen alusión a animales que con un alto simbolismo en su cultura.

El paso de la mosca (Jayumulerkuaya), el paso de la hormiga (Jeyukuaya) y el paso del rey gallinazo (Anuwanakuaya) son tres ejemplos de ello.

Según la cosmología Wayúu, toda la composición del universo se explica a través de cuatro generaciones. La tercera de ellas, ‘el mundo animal’ (mürulu), es donde se encuentran los abuelos ancestrales de los distintos clanes. Su transformación es la que da paso a la creación del ser humano consciente y reflexivo, la cuarta generación.

Es por eso que cada clan Wayúu tiene una relación directa con su antecesor animal. Por ejemplo, para el clan Epieyuu, sus animales abuelos son los Walucechis, ave catanejas. Los pasos de la yonna recogen esa cosmovisión.

Eldwin Chaparro le apostó a la danza y al teatro como las dos herramientas pedagógicas más efectivas y dinámicas para que las comunidades potencialicen su cultura y vuelvan tener más presentes sus tradiciones dentro de su vida cotidiana. / FOTO: cortesía Eldwin Chaparro.

Eldwin Chaparro Solís es un docente, actor y director de teatro oriundo de Plato, Magdalena, que en 2020 llegó a las rancherías del departamento para dirigir el grupo de teatro Akuaipa

Recuerda que, luego de pasar un tiempo en el lugar, notó que algunas tradiciones ya no se manifestaban con tanta fuerza dentro de las dinámicas cotidianas de los pueblos Wayúu: “A algunos jóvenes les daba pena hablar wayuunaiki; otros no sabían bailar la Yonna, una danza icónica para la comunidad. Eso me preocupó mucho y comenzamos a diseñar actividades artísticas enfocadas en la recuperación y el fortalecimiento cultural”, comenta Eldwin, quien ganó el Congo de Oro dos veces por otros trabajos teatrales.

Chaparro descubrió su gusto por el teatro desde niño. Tenía apenas 11 años cuando comenzó a escribir guiones teatrales. Ha actuado en varios dramatizados de Telecaribe, Caracol y RCN y gran parte de su carrera la ha hecho en Barranquilla, donde se encuentra radicado actualmente. 

Allí también tuvo sus primeros acercamientos con el trabajo comunitario. Comenzó a desarrollar actividades artísticas con poblaciones vulnerables de la ciudad: “Me decían que tuviera cuidado con los barrios a los que iba porque eran peligrosos, pero yo siempre supe que todo es cuestión de saber llegar. Hacer una cartografía del lugar y mostrar que uno tiene intención de aportar a que la comunidad mejore con actividades diferentes, más dinámicas”, agrega.

Para él, el teatro siempre ha sido una herramienta pedagógica para cambiar vidas pues permite que los participantes “hagan una catarsis y empiecen a enfrentar sus miedos” al ser este entendido como una representación de la realidad, la misma que viven todos los días.

Durante su trabajo con las comunidades Wayúu, Eldwin comenta que para las presentaciones le pedía a los jóvenes que dijeran los parlamentos tanto en wayuunaiki como en español.

En su performance «Reconocimiento de la mujer y su cuerpo», Chaparro construyó una obra donde el elemento central era el espejo con la intención de evidenciar cómo la mujer Wayúu puede reconocerse a sí misma física y espiritualmente.

Una de las catarsis más grandes confiesa haberla logrado con la comunidad Wayúu en la ranchería Surulat, en Albania, y en el barrio Villa Fátima, de Riohacha. 

Eldwin cuenta que construye sus guiones con base en la sensibilidad, impresiones y experiencias que le transmite el territorio. La observación es, según él, el mejor instrumento de recolección de datos cuando de querer montar una obra basada en la realidad misma se trata.

“A mí me gusta lo abstracto; utilizar el cuerpo más que los parlamentos. Creo que eso facilitó la conexión con los Wayúu porque en manifestaciones como la Yonna el cuerpo es el eje central de todo. A partir de sus posturas y movimientos es que se transmite el mensaje”, explica Chaparro.

Buena parte de su grupo de teatro estaba conformado por mujeres y jóvenes. Eldwin comenta que la participación de las mujeres tuvo gran impacto en la comunidad pues, además de pasar a invertir su tiempo libre en espacios de arte y esparcimiento, comenzó a generar ciertas reflexiones dentro de la comunidad sin la intención de cambiar su cultura o creencias. “Ellos saben que tienen una cultura muy enriquecida. Yo quería enseñarles otras posibilidades para apreciarla aún más”, comenta.

Durante su trabajo, Eldwin manifiesta que la participación de la comunidad fue fundamental para, por ejemplo, comunicarse con las personas que no manejaban bien el español. Según él, una de las ventajas del teatro es que, a diferencia de una charla directa, las representaciones permiten que ellos mismos hagan sus propias interpretaciones de los performances: Que vean la idea a transmitir en acción