Desde el Amazonas hasta la Orinoquía, el jaguar, símbolo de la riqueza natural y cultural de Colombia, enfrenta amenazas que ponen en jaque su supervivencia. Este felino, icono del continente, es el protagonista del tercer episodio de Latidos Silvestres.
Bajo la penumbra de la selva húmeda, un rugido rompe el silencio y reverbera como un eco ancestral. El jaguar (Panthera onca), el felino más grande de América es un símbolo de poder y misterio. Con su pelaje dorado y sus distintivas rosetas, representa no solo la majestuosidad de los ecosistemas tropicales, sino también su fragilidad.
“Es el rey de nuestras selvas, pero su trono está amenazado. La pérdida de hábitat, la caza y el conflicto con humanos lo han puesto en una situación crítica”, explica Jerónimo Rodríguez, exdirector de la Fundación Panthera Colombia, quien ha dedicado años a la protección de este felino.
De acuerdo con el experto, este felino no es solo un emblema de la biodiversidad; es una especie sombrilla, cuya presencia es sinónimo de la salud de los ecosistemas que habita. Con una mordida capaz de atravesar cráneos y una dieta que incluye más de 85 especies, regula poblaciones y asegura el equilibrio trófico. “Proteger al jaguar significa proteger todo el bosque que lo rodea, desde los árboles hasta las aves”, añade Diana Stasiukynas, coordinadora del programa de conservación de la fundación en Colombia.
Un territorio fragmentado
A pesar de su capacidad para recorrer más de 60 kilómetros en un solo día, el jaguar enfrenta enormes desafíos. En los últimos 50 años, por ejemplo, ha perdido más de la mitad de su hábitat natural. “Solo el 19% de las áreas críticas para su supervivencia en Colombia están protegidas”, advierte Stasiukynas.
La expansión agrícola, la minería y el desarrollo urbano fragmentan los territorios de este felino, aumentando los conflictos con comunidades humanas.
Con miras a enfrentar este desafío, la Fundación Panthera y otras 30 organizaciones privadas y comunitarias, desde Argentina hasta México, crearon el corredor jaguar, una iniciativa que busca que la especie se preserve y se mantenga diversa genéticamente, lo que aumenta sus probabilidades de sobrevivir.
“Colombia es el puente entre Centro y Sudamérica. Si no logramos mantener este corredor, perderemos no solo al jaguar, sino también la estabilidad de sus ecosistemas”, reflexiona Rodríguez.
Coexistencia en la Orinoquía
En la Orinoquía, una de las regiones con mayor densidad de jaguares, Panthera trabaja en estrategias de coexistencia. Programas como la instalación de cercas eléctricas y la promoción de prácticas ganaderas sostenibles han reducido los ataques al ganado, minimizando el conflicto humano-jaguar. “Cuando las comunidades entienden que no es una amenaza directa, sino un aliado para mantener el equilibrio, la percepción cambia”, asegura Jerónimo.
Consolidar acciones concretas que aseguren un mejor futuro para la especie es una necesidad urgente, y más si se tiene en cuenta que en países como El Salvador o Uruguay ya desapareció.
Para lograrlo, en Colombia se está apostando por estrategias como el turismo de observación. En lugares como Casanare, iniciativas lideradas por Panthera desarrollan experiencias similares a los safaris africanos. “Un jaguar vivo puede generar hasta 20 veces más ingresos que uno muerto”, destaca Stasiukynas.
Paralelamente, está el respeto y difusión de la visión de muchas comunidades indígenas, para las que el jaguar es más que un animal. Es un guardián espiritual, un símbolo de fuerza y sabiduría. En la Amazonía, el felino aparece en petroglifos milenarios y narrativas orales que lo veneran como el protector de la selva. “Representa el alma del bosque. Si él desaparece, también lo hará nuestro vínculo con la naturaleza”, comenta el exdirector.
Latidos Silvestres: Una mirada al corredor del jaguar
La historia del jaguar será el eje del cuarto episodio de Latidos Silvestres, una miniserie que narra la lucha por la conservación de especies clave en Colombia. Este capítulo explora el corredor del jaguar, una iniciativa que conecta su hábitat desde México hasta Argentina, garantizando la diversidad genética de las poblaciones.