Con el liderazgo de la Agencia de Cundinamarca para la Paz y la Convivencia, el departamento ha consolidado un modelo de trabajo conjunto entre víctimas, firmantes del Acuerdo de Paz, sociedad civil y Estado.
A pesar de las lluvias, los rayos y fuertes vientos que tumban la bandera blanca montada en un palo en la vereda del Alto Ceylán, Cerro El Cardenal en Viotá, la población firmante del Acuerdo de Paz de este municipio la vuelve izar con más convicción. Es un símbolo de que la paz llegó para quedarse en este territorio, uno de los más afectados por la violencia en medio del conflicto armado hace ya varios años.
Allí, los firmantes del acuerdo, excombatientes de las Farc, construyeron una placa huella que les hacía falta a los habitantes del municipio para movilizarse tranquilamente hacia el cementerio del centro poblado de San Gabriel.
“Viendo el arrepentimiento de ellos, uno se da cuenta que sí quieren cambiar. Con el trabajo de la placa huella me di cuenta. Vine, les traje gaseosita, pan, los visité y estaba impresionada de verlos a todos trabajando. Se veían como verían los trabajadores en cualquier obra”, cuenta María Hilda Gómez Alfonso, Representante de la Mesa Municipal de Víctimas de Viotá.
En Viotá los esfuerzos entre los firmantes, las víctimas, la sociedad civil y el Estado, son un ejemplo de lo que ocurre a escala departamental en Cundinamarca, que ha construido un modelo de apoyo en la implementación de los Acuerdos de Paz ejemplar a través de la Agencia de Cundinamarca para la Paz y la Convivencia.
Agentes de paz
La gestión de recursos y la articulación de entidades nacionales, departamentales, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado es, en esencia, a lo que se dedica la Agencia de Cundinamarca para la Paz y la Convivencia con el fin de apoyar y avanzar en la implementación de los Acuerdos de Paz en el departamento y en la construcción de paz.
En su modelo de consecución de recursos, la entidad los dirige directamente a las comunidades que se encuentran gestionando iniciativas de construcción de paz y sana convivencia.
Aunque en Cundinamarca no existen municipios PDET, sí hay 12 municipios Zomac, es decir, los que fueron más afectados por el conflicto armado interno en todo el país. En esos municipios, pero también en otros lugares donde es necesaria la sana convivencia, la Agencia trabaja directamente con las comunidades.
“Por fortuna nuestra, Cundinamarca dejó de vivir directamente el conflicto armado desde hace dos décadas. Sin embargo, somos un territorio que vio expulsada a parte de su población y que también fue receptor de muchas víctimas. Hoy somos un departamento resiliente, en el que sus comunidades gestionan proyectos de paz, y reciben el apoyo institucional del departamento, Gobierno Nacional y la empresa privada”, señala Sandra Milena Correales Ortiz, Gerente General de la Agencia de Cundinamarca para La Paz y la Convivencia.
La entidad ha apoyado desde su creación, proyectos de paz liderados por firmantes del acuerdo, víctimas y sociedad civil. Entre ellos se encuentran iniciativas dirigidas a la prevención de la estigmatización de la población firmante, apoyar a las víctimas a presentar sus casos ante la Justicia Especial para la Paz o gestionar recursos para proyectos productivos y para los TOAL (trabajos, obras y actividades con contenido restaurador y reparador), entre otros.
“Parte del éxito se debe a que Cundinamarca decidió crear una entidad de alto nivel administrativo y jerárquico y con autonomia suficiente poder gestionar proyectos de forma eficiente”, señala la gerente Correales, a la vez que reconoce la importancia de que estas acciones se mantenga con el cambio de administración.
Referentes de paz
En la gran mayoría de municipios del departamento la Agencia de Cundinamarca para la Paz y la Convivencia ha adelantado proyectos donde trabaja en conjunto con las comunidades. Medina y Guayabetal fueron poblaciones que se beneficiaron con recursos de contribuyentes que a través del mecanismo OXI (obras por impuestos), aportaron al desarrollo de los territorios mejorando las condiciones de vida de sus habitantes; en municipios como Cajicá, Arbeláez y Agua de Dios, entre otros, se apoyan iniciativas a través de los consejos municipales de paz, reconciliación y convivencia
Por otra parte, Gachalá, Tocaima son municipios que han adelantado procesos de recuperación de la memoria histórica a través de documentales, donde las personas mayores que vivieron los momentos más duros del conflicto armado interno, transmiten sus vivencias a las nuevas generaciones, con el fin de que nunca más la historia vuelva a repetirse.
“Una de las experiencias más bellas fue en la provincia de Sumapaz, en el municipio de Cabrera, vereda Quebradanegra, donde junto con Nidia Dimaté, líder de la Asociación Frutícola Comercializadora de Cabrera (ASOFRUCOC), gestionamos recursos para impulsar un proyecto productivo que beneficia a 35 familias alrededor de la producción de tomate de árbol junto con el apoyo, acompañamiento y trabajo articulado de la Secretaría de Competitividad y La Agencia Comercializadora de Cundinamarca. Hoy, esas personas que querían trabajar la tierra, pero no tenían insumos han salido adelante e incluso llevan sus productos a otros departamentos como Antioquia”, cuenta la gerente Correales.
Sin embargo, uno de los referentes más importantes del departamento en términos de construcción de paz es Viotá, donde además de la placa huella que fue construida recientemente, los firmantes del acuerdo, las víctimas y la comunidad, se unieron para fomentar el turismo en el municipio a través de Asotourhepaz.
Allí, en la vereda Alto Ceylán, se encuentra un sendero que en el pasado fue escenario del conflicto armado, pero actualmente es un recorrido por la memoria y la biodiversidad del territorio.
Marta Lucía González, víctima y coordinadora del programa de Paz y Derechos Humanos del municipio, señala que “estamos orgullosos de que, a nivel municipal, departamental, nacional, e incluso diría que internacional, Viotá es un símbolo de unión, de paz, de reconciliación y no repetición. Queremos ser un laboratorio de paz y creo que lo estamos logrando con el compromiso de todos. Es un trabajo en el que todos ponemos nuestro granito de arena y estamos formando un castillo gigante”.