Entre 2020 y 2021, César Augusto Jaramillo Zuluaga hizo ocho recorridos nocturnos por el centro de la ciudad. De allí resultó una exposición fotográfica: Medellín Anoche-siendo, con la que busca discutir cómo se percibe a este sector protagonista y antagonista en la capital antioqueña.
Cuando César Augusto Jaramillo Zuluaga recorrió por primera vez el centro de Medellín de noche, no lo hizo con intención de tomar fotos. Desde El Palo bajó por Perú hasta la avenida Oriental (que parte al centro en dos). Luego siguió al Parque de Bolívar, pasando por Barbacoas, hasta llegar al viaducto del Metro, cerca de la estación San Antonio.
Lo hizo cuando el país empezó a superar las restricciones decretadas durante la pandemia de covid-19. Cuando después de meses de encierro, pudo volver a la calle a habitar la ciudad más allá de las paredes de su casa. En el segundo recorrido, que fue en el Barrio Triste (que se llama Corazón de Jesús, aunque pocos lo identifican así), quiso hacer un registro fotográfico de lo que veía en esa Medellín nocturna.
Esos dos fueron el comienzo de una serie de caminatas, siempre solo y siempre después de medianoche, que resultaron en Medellín Anoche-siendo.
Se trata de una exposición fotográfica, presentada en la Librería Palinuro, en el sector Estadio, compuesta por 20 imágenes, en distintos tamaños y marcos, que son lo que César llama una ventana a una ciudad que es «habitada y no habitada, lugar y no lugar».
Conversar con el Centro
Aunque allí nació Medellín; aunque de día es un punto neurálgico, de comercio, de vueltas y de prisas, y aunque para ir de un lado a otro en la ciudad es casi que obligatorio cruzarlo, el Centro de la capital antioqueña es, para muchas personas, un lugar de paso. No es el caso de César, formado como comunicador social y periodista, quien vive allí desde hace varios años.
“Yo vivo en el Centro desde hace muchos años, y crecí en Caicedo, un barrio cercano. Pero claro, una cosa es el Centro de día y otra, de noche. Tiene otras formas de habitarlo, otras dinámicas de comercio, pero también de ocio y de disfrute. Es el momento del bar, el de la discoteca, el de la licorera. Pero, por ciertas dinámicas, por las calles solitarias, también se ha asociado con la inseguridad”, dice.
Todas esas dinámicas, sin embargo, se trastocaron con las restricciones impuestas luego de la aparición de la pandemia. Recuerda que esa primera noche de marzo de 2020, cuando el presidente Iván Duque anunció el cierre total del país, desde el balcón de su apartamento tomó una foto que hoy hace parte de la exposición. Era la ciudad vacía. Las calles sin un carro. “Un centro solitario”, explica.
Cuando esas restricciones empezaron a suavizarse, César quiso vivir ese centro solitario. También para entender cómo se había transformado esa forma de habitarlo. “Así nace Medellín Anoche-siendo. Entre 2020 y 2021 hago recorridos luego de las doce de la noche. A ver la gente que comenzó a habitar y rehabitar el centro”, explica.
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En sus redes sociales comenzó a compartir algunas de las fotos acompañadas de pequeños ensayos en los que él contaba lo que veía (que son los textos que acompañan las fotografías en este artículo).
Una mirada a Medellín anoche-siendo
Para César, el centro es a la vez un lugar y un no lugar: “Está habitado desde el esparcimiento, desde lo económico. Pero es también un no lugar porque para muchos es una frontera conceptual: ‘no voy allá porque es habitado por otros grupos humanos’. La gente se niega espacios, se crea sus propias restricciones y esos espacios son habitados por otros grupos. Ocurre toda una circulación de dinámicas. Es el sitio y la ausencia del sitio”.
Por esa multiplicidad de significados, dice César, el trabajo expuesto en Medellín Anoche-siendo también es una invitación a “bajarnos de categorías morales de lo bueno y lo malo, de lo que es y no es, de lo blanco o negro. Se trata solo de mirar cómo habitamos ese espacio”.
A su juicio, además, el Centro es «el mejor testimonio histórico de Medellín, porque reúne un cúmulo de lo que somos, pero también de lo que hemos ocultado y desaparecido. Es un lugar de convivencia”.
La idea con la exposición fue también esa. Que quien observara las fotos, fuera observado por ellas, porque “comprenderlo (al Centro) permite que nos acerquemos mejor a él, viéndolo como el espacio para todas las formas de convivir y habitarlo”.
César apuesta ahora porque esos recorridos, que resultaron en una exposición fotográfica, se conviertan en un producto editorial, una serie de ensayos en los que habla de la historia del centro.
“Porque”, concluye, “Medellín siempre ha estado fragmentada: la ciudad de estratos, la de las comunas, la de los corregimientos y la urbana. Y esas fracturas han inspirado una configuración de ciudad. El centro lo han visto como un hueco para trámites y compras, pero no como parte integral de un proyecto de ciudad».
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