El arte y la danza se han convertido en las actividades con las que Katherin Coral pretende resguardar a los jóvenes de la violencia del municipio.
“No se puede perder la esperanza en los jóvenes. Si eso sucede estaríamos perdiendo la fe en la humanidad. La juventud marca el cambio, positivo o negativo, que habrá en el planeta, porque ellos son los adultos del mañana”, comenta Diana Paola Cortés, maestra de danzas de lo que hoy se conoce en Tumaco como la Casa Lúdica.
Este espacio fue construido en 2016, para crear un entorno protector para los jóvenes que fueran víctimas del conflicto armado o que vivieran en un contexto o entorno violento.
Pero antes de que fuera una casa física Katherin Coral, actual coordinadora de la Casa Lúdica, empezó con esta iniciativa en las calles de Tumaco, ya que en un inicio no contaba con una infraestructura en la que pudieran resguardar a los niños.
“Empecé por buscar grupos que realizaran actividades, principalmente artísticas, con jóvenes o niños por fuera de la comuna 5 (una de las más peligrosas del municipio), para vincularlos al espacio. Encontramos grupos de teatro, de baile, entre muchos otros y con ellos iniciamos la Casa Lúdica”, cuenta Coral.
Más adelante con ayuda del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Fundación Panamericana para el Desarrollo se construyó la casa que hoy en día tiene inscritos a más de 300 niños y adolescentes entre los 6 años y los 17.
Con ellos trabajan siete pilares: Arte y cultura con sentido, Deporte con sentido, Cine con sentido, Refuerzo escolar, Promoción de derechos, Promoción de salud y Circulación interinstitucional.
“Tenemos un equipo docente enfocados en mejorar sus habilidades, no solo en lo artístico, sino también en el español, el inglés, las matemáticas, entre otras, para que los niños aprendan cada día más y refuercen lo que están viendo en el colegio. Trabajar con ellos nos emociona y nos llena de alegría todos los días”, comenta Coral.
Entre las actividades más reconocidas de la Casa Lúdica está la del baile urbano, impartido por el grupo Pacific Dance, el cual además mezcla el teatro y la música tradicional.
La agrupación, que existía antes de que se eligiera la casa, ha hecho presentaciones en Tumaco, en diferentes ciudades a nivel nacional y también en Orlando, Florida, y países como Brasil y Perú.
“Muchos jóvenes que llegan al grupo salen de ambientes de violencia. Verlos bailar y mostrar su talento para uno es muy satisfactorio”, reconoce Coral.
Pasos que cambian vidas
Cuando Coral conoció a Diana Paola Cortés, directora de Pacific Dance y maestra de danza de la Casa Lúdica, decidió que quería apoyarla a ella y a su grupo, porque notaba la pasión que sentían por lo que hacían.
“Antes de tener el espacio de la Casa Lúdica, logramos que nos prestaran el salón de un colegio a donde llegaban todos los jóvenes, pese al calor, para ensayar”, recuerda Coral.
Algunos de los jóvenes que hicieron o en la actualidad hacen parte de la Casa Lúdica, anteriormente pertenecían a Pacific Dance. De hecho, cuando la construcción estuvo lista, Cortés rememora que ella y los jóvenes ayudaron a pintar el lugar.
“Cuando llegamos a esta casa hubo una mejoría en cuanto a lo técnico y lo corporal. Una cosa es ensayar en la calle, descalzos, otra es hacerlo en un salón de danza, donde hay espejos para ver los movimientos y buen sonido”, comenta Cortés, al referirse sobre las indiscutibles mejorías que se lograron gracias a la Casa Lúdica.
Como comenta Coral, el objetivo de Cortés con Pacific Dance siempre fue lograr que los jóvenes encontraran en el arte una herramienta con la cual sintieran que podían crecer y avanzar.
“Los jóvenes, usualmente en nuestro territorio, se cree que terminan inmiscuidos en grupos al margen de la ley, pero gracias a espacios como la Casa Lúdica y Pacific Dance las expectativas son diferentes”, expresa Cortés.
Y continúa, “cuando ingresan a Pacific Dance los jóvenes llegan con la idea de tratar el baile como un hobby, un espacio en el que van a desahogarse de los inconvenientes que hay en su vida. Pero luego se dan cuenta que a través del arte pueden transformar sus vidas y salvaguardarse de cosas negativas que pasan en el territorio”.
Por ejemplo, Arley Vergara es uno de los integrantes de Pacific Dance y de la Casa Lúdica, que ahora es consejero distrital de juventud y se encuentra haciendo una carrera profesional en Cali, gracias a un proceso que brinda educación a jóvenes.
“Pacific Dance me cambió mi vida. A mis 14 años no tenía ideales concretos de mi vida y era complejo imaginarme con alguna carrera profesional como doctor, abogado, comunicador. Pero la agrupación me permitió ser libre, me hizo cuestionarme sobre lo que hacía, lo que podría hacer y lo que lograría si trabajaba por ello”, cuenta Arley Vergara.
Pacific Dance, como la Casa Lúdica, ayudaron en el desarrollo de Vergara, según como él lo reconoce, además de brindarle espacios donde pudo desarrollar su liderazgo y profesionalismo.
“Siempre he dicho que el arte y la cultura son los pilares para la transformación social y la construcción del tejido social. El arte ha salvado mi vida y he sido testigo de cómo ha salvado a mis compañeros, amigos y seres queridos”, dice Vergara.
Él ve el arte como una herramienta para comunicarse con los demás, como esperaba Cortés que pasara, pero también la ve como un medio para transformar sus ideologías y saberes empíricos, un camino por el que puede descubrir “todo lo que nosotros podríamos hacer”.
“El arte permite la transformación comunitaria, a través de todas sus expresiones y creo que en Colombia no hay ningún lugar en el que el arte no haya sido una herramienta que ayudara a cambiar una comunidad y sirviera como símbolo de transformación social”, dice Vergara.
Para poder seguir ofreciendo estos lugares seguros, donde el arte convierte la vida de los jóvenes, la Casa Lúdica está buscando ayuda para reparar su salón de danzas, que en este momento tiene el piso dañado, lo que ha causado accidente entre niños y jóvenes, y el techo está roto, por lo que el agua entra cuando llueve.
“Hay que reestablecer y reestructurar este espacio, para que los niños lo sigan viendo como su hogar y un lugar seguro”, pide Cortés.