Las mujeres tunjanas que tejieron un pesebre de cien figuras en lana

Ocho mujeres cabeza de familia compiten en el tradicional concurso de pesebres del Aguinaldo Boyacense con una creación que rescata su oficio ancestral.

Pesebre Tejido de Tunja
La obra consta de 100 figuras, de hasta 50 centímetros de alto. / FOTO: Andrés Ortiz

Las integrantes del colectivo Hunzarte se conocieron en un curso de tejido artesanal con agujas del Sena, en febrero del 2020. En la etapa productiva del curso se unieron y cuando este terminó, Zulma Parra las convenció de que permanecieran juntas.  

“Vi en ellas, en cada una, una cantidad de aspectos y de habilidades. Sabiendo que el artesano boyacense trabaja cada uno por su lado, dije, ‘por qué no organizarnos y ver a dónde podemos llegar’”, explica Zulma.  

Desde que comenzó Hunzarte, su objetivo era sacar al colectivo de tejido del tradicional enfoque de ruanas, guantes, bufandas, sacos y otros productos tejidos. Por el contrario, quisieron darle un toque diferente. 

De ahí que su pesebre, el único tejido que Zulma recuerda en todos los concursos de pesebres comunitarios de Tunja, esté hecho combinando técnicas tradicionales, como el crochet, las dos agujas y el telar, con otras menos convencionales como el encaje irlandés y el yarn bombing.  

Esta última es una modalidad de arte callejero conocida como el grafiti tejido. En vez de usar pintura, se emplea lana u otras fibras para hacer intervenciones en lugares públicos, como el pesebre de Hunzarte, por ejemplo. Allí, las mujeres emplearon dicha técnica para hacer algunos de los animales presentes en el nacimiento.  

En total, el pesebre está compuesto por 100 figuras, de hasta 50 centímetros de alto, distribuidas en un espacio de 10 metros cuadrados, y que tejieron entre todas.  

En buena parte, el pesebre, que comenzaron a tejer hace tres meses, está hecho y decorado con sobrantes de hilos de proyectos pasados. Inicialmente, la idea no era participar en el concurso, sino presentar el pesebre en una de las ferias artesanales que se llevan a cabo durante el Aguinaldo Boyacense.  

Sin embargo, cuando escucharon sobre la competencia de este año decidieron que sería un buen espacio para darse a conocer, además de tener la posibilidad de ganar un premio por su trabajo.   

La realización del pesebre y el trabajo del colectivo desde los inicios ha sido para estas mujeres una actividad transformadora: les ha permitido retomar una vieja pasión que se vieron obligadas a dejar para dedicarse al servicio de sus hijos y de sus hogares.  

“Las mujeres somos madres y muchas veces nos quedamos ahí atendiendo hijos, esposo, trabaje para allá y para acá, pero nuestra realización termina allá en el cuarto de los chécheres”, comenta Parra.  

Tejedoras del colectivo Hunzarte
Zulma Parra junto a Angélica Zamudio dos de las tejedoras del colectivo Hunzarte. / FOTO: Andrés Ortiz

El tejido, mucho más que un oficio 

Cuenta la leyenda que antes de que Bochica retornara a la laguna de Iguaque, luego de poblar el mundo, dejó el telar y enseñó a la humanidad a tejer la ruana, para que pudieran cubrir su cuerpo. Ese es el origen de la ruana boyacense, uno de los productos que fabrican en Hunzarte.  

Para Zulma, que trabajó como docente de español para la Secretaría de Educación de Villavicencio por 18 años, el tejido es mucho más que su ocupación: “Es mi pasión, es una terapia que me permite conocerme, pensar, reflexionar. Cuando tejo, pienso, canto, expreso emociones y sentimientos”. 

Aprendió el oficio de su madre, a los siete años. Desde esa edad le gustaba la idea de que con un ganchillo de madera, de metal o de plástico, se pudieran crear muchas cosas.  

Dice que cuando se teje, se plasma el alma de quien hace en el tejido: “Es un arte que ha desaparecido con la industrialización, hay que protegerlo y enamorar a nuestros nietos e hijos para que no muera. Es nuestra identidad, de donde venimos. De ahí también el nombre del colectivo: Hunza es el nombre muisca para Tunja”.  

Pocos meses después de que conformaran Hunzarte, llegó la pandemia y frustró el propósito económico de la organización. Aun así, sirvió como terapia, y para amortiguar el encierro y los pensamientos de angustia que por esos días rondaban las mentes de las mujeres.  

Con el tiempo, y a medida que se ha vuelto a activar el comercio, empezado a vender algunos productos, pero el concurso de pesebres es el lugar donde esperan dar a conocer de lleno a su colectivo y su arte.  

El concurso decembrino 

El tradicional concurso de pesebres comunitarios de Tunja, que comenzó el pasado siete de diciembre, es uno de los eventos que se desarrolla en el marco de la versión 66 del Aguinaldo Boyacense.  

Su propósito es fomentar la asociatividad y la cohesión social entre los tunjanos, a través de la tradición navideña y la celebración del Aguinaldo. Por ese motivo, cualquier organización, colectivo, junta de acción comunal, grupo, o familia son invitados a participar.  

El concurso va hasta el siete de enero del año próximo, día en que se premiará a uno de los 11 pesebres que se registraron. El premio mayor irá al grupo que mejor resalte y promueva el trabajo en equipo, la creatividad, el respecto ambiental, la innovación y la cooperación. 

Según contó Erika, de la Secretaría de Cultura del municipio, hay propuestas muy interesantes para este año, incluyendo la del Colectivo de Mujeres Hunzarte, que lidera Zulma.