Un programa impulsado por la Alcaldía de Villavicencio busca, en dos años, reducir a la mitad la tasa de analfabetismo de la ciudad.
Justo al frente de la sede del Banco de la República en Villavicencio se encuentra hace 18 años el puesto de Leonor Rodríguez. Allí vende arepas con chorizo, hojaldras vallunas, tintos y aromáticas. “De todo un poquito”, como dice ella.
Es una mujer de 55 años, nació en Arbeláez, Cundinamarca, pero fue ‘adoptada’ hace más de 20 años por la capital del Meta. Es lideresa de los vendedores informales en la ciudad y dice que vive “una vida muy chévere”, pero hace poco decidió cambiar un aspecto que no le gustaba: no sabía leer, ni escribir.
“Me di cuenta que uno pierde muchas oportunidades, que pasan desde el hecho de no saber cómo apuntar el nombre y el número de alguien que me puede ayudar”, cuenta Leonor.
«Cuando viajo a Bogotá, en la calle me toca pedir ayuda a la gente para coger un bus, aunque no les digo que no sé leer. Les digo que no veo bien y les pido que me avisen cuando pase el carro que se dirige a donde voy. Una se siente incómoda y a veces da pena, pero estoy convencida de que quiero y puedo aprender a hacerlo por mi cuenta”, continúa la mujer.
La desigualdad detrás de otras desigualdades
Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) concluyó que leer y escribir facilita el acceso a mejores empleos, el ejercicio de la ciudadanía y en general a una mejor calidad de vida en América Latina. Y, aunque Colombia pasó de una tasa del 8 % de analfabetismo en 2005 a una del 5 % en 2018, aún hay mucho terreno por conquistar en la materia.
El caso de Leonor es uno de los 9.000 registrados en Villavicencio y hacen parte de las cifras de analfabetismo en el Meta: “No es posible que en el 2021 haya 9.000 personas en Villavicencio que no saben leer y escribir. Pero no por ellas, sino por nosotros mismos que como sociedad permitimos que un departamento con ingresos de más de diez billones de pesos en regalías mantenga una tasa alta de analfabetismo”, señaló el alcalde de Villavicencio, Felipe Harman.
A este problema se suma que el analfabetismo es una desigualdad desigual. Es decir, que no presenta las mismas tasas de forma homogénea en las seis regiones del país, ni en las distintas etnias que en él habitan, y también se da de forma distinta en mujeres y hombres.
De hecho, Silvia Otero Bahamón, profesora de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, concluyó en un estudio que las mujeres como Leonor, que viven en centros urbanos en la Orinoquía, presentan tasas de analfabetismo más altas que los hombres que viven en ciudades de la región Andina como Bogotá.
Se acerca el cambio
Aunque este es un problema de escala nacional, los habitantes de Villavicencio se unieron alrededor de una iniciativa de la Alcaldía que busca transformar el panorama.
Se trata del programa ‘Yo sí puedo cambiar la historia’, que busca disminuir la tasa de analfabetismo de la ciudad a la mitad. Actualmente, están vinculados 50 maestros y 150 estudiantes que enseñarán a leer y escribir a la población adulta. Las clases inician en marzo.
La Alcaldía aprovechará recursos de las regalías para financiar el proyecto, que serán destinados, en parte, a financiar un auxilio económico de casi un salario mínimo para los jóvenes que participen como mentores en el proceso de aprendizaje de los adultos.
“Con esto buscamos que el proyecto tenga un gran alcance, sobre todo en las zonas más vulnerables de la ciudad. Invitamos a todas las personas a que hagan parte de esta iniciativa, porque más que un programa de Gobierno es un proyecto de toda la ciudad”, dijo el alcalde Harman en la presentación de la iniciativa.
Varias personas, que se encuentran trabajando en la informalidad y serán beneficiarias de este proyecto, recibieron la noticia positivamente: «Mi sueño es aprender a leer y a escribir para desenvolverme en muchas situaciones que siempre se presentan”, dice José Ignacio Parra, lustrabotas.
“Estoy anhelosa por este programa y, no solo por mí, sino por todos mis compañeros del gremio porque es una gran oportunidad. ¿Qué tal que yo aprenda muchísimo y haga hasta un libro sobre mi vida? Tengo muchas anécdotas que contar”, concluye Leonor.