Made in prison, el proyecto que vende artesanías hechas por personas privadas de la libertad

Made in prison busca generar nuevas oportunidades y sustento económico para la población privada de la libertad por medio de la venta de manualidades.

La primera vez que Juliana y Sara Zuluaga fueron a visitar a su padre a prisión, fue una experiencia difícil e impactante. 

“Nosotras siempre hemos dicho que ninguno se prepara para perder la salud o la libertad. Es impactante la sensación de dejarlo, cuando uno termina la visita y se va. Ahí es donde uno realmente comprende lo que es la libertad”, comenta Juliana Zuluaga, directora de Made in prison.

Al principio, según cuenta Juliana, las conversaciones con su padre giraban siempre en torno al mismo tema, ¿qué ha dicho el abogado? Hasta que un día, él las recibió con un regalo, dos manillas hechas a mano, que tenían el nombre de ellas: una decía Sara y la otra Juliana.

“Para nosotras fue súper sorprendente que él las hubiera hecho, porque él tiene unas manos muy grandes y no lo imaginábamos trabajando con una aguja canutillera o con un ‘burrito’, la máquina artesanal que ellos utilizan, hecha madera”, recuerda su hija.

Desde ese día las conversaciones cambiaron, ahora todo giraba en torno a los materiales que necesitaba para sus manualidades, “mi amor, esta piedrita rosada no, porque se pela mucho”, “mi amor, voy a necesitar colores para sacar estos diseños”, les decía.

“Vimos que mi papá ya estaba creando realidades paralelas, que lo sacaban de ese encierro, de ese momento, y que le estaban dando una esperanza de vida. Él ahora comprendía que estaría encerrado un tiempo, pero que podía hacer cosas diferentes”, comenta la directora.

Made in prison ha ayudo a 22 internos. Actualmente están trabajando con 11 personas privadas de la libertad y 3 en libertad. / FOTO: cortesía de Made in prison

Ambas hermanas quisieran replicar esa experiencia con otros reclusos, garantizándoles, de esa forma, que la comunicación con su familia y los seres queridos mejorará completamente. De esa manera nació Made in prison.

“Made in prison nace de una experiencia dolorosa, en la que entendimos lo que es el sistema penitenciario y carcelario en Colombia, y el impacto económico y emocional tan alto que puede tener la privación de la libertad tanto en los internos como en sus familias. Made in prison lo creamos como una forma de generar esperanza”, explica Zuluaga.

La directora recuerda que en un principio no pensaban vender los productos que hicieran con los reclusos. Pero, a través de la primera familia que ayudaron, que les dijo que con el dinero iba a pagar el arriendo, decidieron que con su proyecto trabajarían para mitigar ese problema económico que dejaba la privación de la libertad de ese familiar.

Adicionalmente, en el trabajo con los reclusos uno de los objetivos de Made in prison es brindar al interno un propósito mientras teje.

“Si lo hablamos desde la parte económica, estos trabajos terminan siendo un beneficio para las familias, sobre todo para fortalecer el núcleo y la cohesión familiar”, aclara Zuluaga.

Made in prision intenta mitigar los impactos económicos y emocionales que trae consigo la condena de cárcel y trabaja para mejorar el ODS (Objetivos de desarrollo sostenible) número uno, sobre la reducción de pobreza. / FOTO: cortesía de Made in prison

La directora considera que en Colombia hay tantos estigmas sobre los internos que, como sociedad, no se está lista para recibir a alguien que estuvo en la cárcel.

“Cuando se ve que estas personas privadas de la libertad hacen manualidades, tejen, diseñan, realizan colecciones, tienen gratitud con su familia y han aprendido a través de sus errores, la mentalidad sobre ellos cambia. Lo más importante para nosotros es eso, tumbar las suposiciones, principalmente en el núcleo familiar”, dice Zuluaga.

Sin embargo, Zuluaga no desea que las personas compren el producto por ‘lastima’, porque este proyecto lo realizan apoyando la dignidad de cada ser humano.

En cambio, la directora invita a las personas ponerse en el papel del posible infractor, a hacerse preguntas porque “como seres humanos a veces se nos olvida que nosotros también nos hemos equivocado. Queremos invitarlos a observar antes de juzgar, no para justificar el delito, sino para que entiendan”, aclara.

De esa forma, Made in prision busca que se valoren sus productos como cinturones, aretes, mochilas, camisetas y pines para la ropa, que los interesados pueden encontrar en el Instagram @madeinprison.co

Tejiendo palabras para sanar

Las colecciones que produce Made in prison son en función de un objetivo. La más reciente, por ejemplo, tiene el propósito de comprar zapatos escolares para los hijos e hijas de los internos. / FOTO: cortesía de Made in prison

En el proceso de enseñar a los reclusos a hacer las manualidades, para las hermanas es muy valioso ver cómo ellos mejoran su técnica cada día. Pero lo más emocionante ha sido ver cómo empiezan a hablar de sus emociones y a aceptar situaciones dolorosas, verbalizarlas, sanar e incluso reconciliarse con otros.

“Las manualidades nos han permitido crear mejores espacios de conversación, de resolución de conflictos. Esos han sido cambios muy trascendentales. Incluso la comunicación de ellos con su familia ha mejorado”, comenta Zuluaga.

En el proceso con los reclusos, Made in prision intenta entender los sueños que tenían antes de ingresar a la cárcel, cuáles permanecen y cómo pueden ayudarlos a volverlos realidad, dándoles nuevas herramientas y conocimientos.

En el proceso brindan una ‘medicina narrativa’, en la que invitan a las personas a escribir sobre qué les hubiera gustado hacer en su vida.  De últimos diez reclusos con los que pudieron trabajar, todos habían querido estudiar una carrera profesional.

“Cuando uno llega a la cárcel encuentra personas que ni siquiera han tenido la primera oportunidad en la vida, nunca han entendido el sentido de su vida y llegan a la cárcel antes de comprenderlo. Por eso, para nosotros la resignificación o resocialización de quienes están en prisión es un proceso en el que les ayudamos a encontrar un nuevo camino”, aclara Zuluaga.

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