Rodnei Casares, creador de la librería Ítaca, ingenió un tour que se detiene en algunas de las librerías más reconocidas de Medellín como Grammata y Palinuro.
Es sábado y en la estación Floresta del Metro de Medellín se reúnen 15 personas atraídas por una promesa: hace un tour de librerías. Pasadas las 11 de la mañana, Rodnei Casares se para en el centro del grupo. Nervioso, se ríe, y dice “no esperaba que llegaran tantos; si acaso dos o tres con quienes haría el recorrido como amigos”.
La idea se le ocurrió Rodnei cuando, en 2021, creó Ítaca, una librería que de momento es virtual y tiene como lema ser una nueva forma de recorrer este tipo de espacios.
Para el tour, se inspiró en el poema Camino a Ítaca, de Constantino Cavafis, en particular en esos versos que dicen: “Ten siempre a Ítaca en tu mente / Llegar allí es tu destino / Mas no apresures nunca el viaje”.
El viaje, entonces, arranca desde la estación del Metro de Floresta. Su primera parada es en la sede compartida de las librerías Grammata y Palinuro. Sigue hacia Antimateria, para luego continuar hasta la sede del Fondo de Cultura Económica y terminar en Al pie de la letra. Un recorrido de unos cuatro kilómetros.
Para qué un tour de librerías en Medellín
Rodnei es de Caracas y empezó su camino como librero en 2000 cuando trabajaba en Ludens, una reconocida librería de la capital de Venezuela. “Ludens era el arranque de una ruta de librerías. En tres kilómetros había, por lo menos, 15 librerías. Y cuando llegué a Medellín hice un recorrido por algunas de las más relevantes”, cuenta.
Su meta es contar la ciudad de una forma distinta a la que se suele contar, alejándose de algunas narrativas centradas en la violencia: “La ciudad también se construye a través de sus librerías”, dice, “y en Colombia hay una gran historia librera y editorial”.
Esa afirmación no es al azar. Según calcula, en el espacio en el que se hizo el primer tour (que no será el único), hay 10 librerías. Y en el centro de la ciudad, donde realizará el siguiente recorrido, hay 6 librerías, más la cerca de 20 que encuentran en el centro comercial La Bastilla.
El recorrido no se trata solo de llegar al lugar, observarlo e irse. En cada una, su librero o librera recibe a los visitantes. Pasa, por ejemplo, en Grammata, donde Wilson Mendoza da la bienvenida y les cuenta de su proyecto.
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“Quisimos crear un espacio para albergar a las personas, donde no hay bestsellers ni pilas de libros, sino que autores y editoriales independientes puedan presentar sus libros”. Y Wilson agrega: “Nuestro slogan es: conseguimos tus libros, porque ninguna librería puede tenerlos todos, pero acá los buscamos”.
En el segundo piso de esa casa del sector Estadio está Palinuro, una librería que nació en el centro pero que, en 2016, se trasladó a su nueva sede. Al subir, se encuentra Luis Alberto Arango, quien habla con otras dos personas. Al ver a los visitantes, comienza a hablar de su proyecto, al que llama “una librería de viejos” (por dedicarse a la venta de libros de segunda).
“Tenemos un carácter muy distinto al de las librerías de ‘nuevos’. Esto es un filón de los libros, que los vuelve más permanentes. Si los libros se acabaran, estas serían las últimas librerías que morirían”, dice Luis Alberto, antes de explicar que el nombre Palinuro viene del piloto de la nave de Eneas, en la Eneida de Virgilio.
El sueño de un mapa
Un par de días después del tour, Rodnei explica que su objetivo es crear un mapa de librerías para que las personas puedan conocer, en un solo lugar, toda la oferta de Medellín
Un mapa en el que los libreros se convierten también en guías: “Uno termina siendo como el boticario del barrio, uno es muchas cosas, pero la más importante es ser quien acerca a los libros a la gente”.
Y ahí entra en juego el recorrido: “Queremos que la gente entienda que la librería se puede recorrer de manera distinta, que no se reduce a un espacio de cuatro paredes”.
Por eso, la meta que tiene Rodnei es ambiciosa. “Qué chévere sería poder recoger en una publicación todas las librerías de Medellín y del área metropolitana. No es solo que aparezca la dirección, sino que sepan cómo se llega, dónde está, cuál es su fortaleza, qué atractivos tiene y en qué tipo de literatura se especializa”, señala.
Mientras materializa ese mapa, dice Rodnei, seguirá pensando en otras “experiencias literarias” y seguirá andando la ciudad, conociéndola y viviéndola desde los libreros que la habitan.
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