El Colectivo Minga Cultura trabaja con las comunidades más apartadas de Leticia, Amazonas, en la promoción del arte bajo dos objetivos: fortalecer el tejido social del municipio y demostrarle a la comunidad indígena el potencial artístico que guarda su cultura.
En la Amazonía, según Survival, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales, viven alrededor de 400 pueblos indígenas. Algunos están establecidos en asentamientos al borde de los ríos y otros llevan una vida como nómadas. Se trata de una región muy arraigada a las tradiciones y cultura de los ancestros.
Sus extensas selvas aún guardan cientos de historias de personas que trabajan para mezclar su riqueza natural con el arte, como Aimema Uai, el artista de la etnia muruy muina que ha pintado más de 300 cuadros en los que plasma la cosmología de su pueblo. Otros en cambio, prefieren desarrollar el arte amazónico desde los cascos urbanos. Es el caso del Colectivo Minga Cultura, en Leticia, ciudad que alberga el 60 % de la población del departamento.
Andrés Domínguez y Santiago Ramos se conocieron en medio de las actividades culturales que se llevaban en la capital de departamento. Andrés es leticiano; tiene 39 años, hace parte del gremio de artes plásticas departamentales y trabaja en un colegio como profesor. Recuerda con entusiasmo aquel 8 de agosto de 2021 cuando organizaron una especie de asamblea a la que asistieron casi 50 personas ¿el objetivo?, forjar las bases para la consolidación de un colectivo artístico que pudiera “crear espacios de encuentros independientes para las poblaciones más alejadas y vulnerables del municipio”.
Domínguez comenta que el interés se despertó cuando un grupo de amigos notaron que en Leticia existía un déficit de espacios y actividades culturales.
Santiago Ramos, por su parte, tiene 28 años. Nació el Galerazamba, Bolívar, pero llegó a Leticia hace más de una década. Es estudiante audiovisual y locutor, dos actividades que ha procurado mezclar con el trabajo comunitario que adelanta en el Colectivo Minga Cultura, nombre que, según cuenta, fue seleccionado por el alto contenido simbólico que guarda: “La Minga es un concepto muy poderoso para las comunidades porque se centra en la construcción de un tejido social. Es sinónimo de resistencia”, comenta.
Al ser Amazonas un territorio donde temas como la deforestación, el avance de la ganadería extensiva y la presencia de grupos armados ilegales que controlan narcotráfico han ocupado la agenda del imaginario público durante años, hablar de resistencia desde el trabajo colectivo, la solidaridad entre habitantes y la potencialización de talentos locales resulta fundamental para iniciar una “transición hacia la armonía entre los propios miembros de la comunidad y el entorno”, comenta Santiago.
Ambos explican que su lugar de trabajo depende de la focalización que hagan de ciertas necesidades. Por ejemplo, si los líderes sociales, presidentes de juntas de acción comunal o carucas (gobernadores indígenas) identifican que un sector es carente de actividades físicas y deportivas, el colectivo entra a apoyar con dichas jornadas. Si en cambio, necesitan promocionar la lectura, ellos entran a instalar pequeñas bibliotecas comunitarias con el apoyo de la Red de Bibliotecas Libros Libres para Todos, liderada por Heidy Mejía, la barranquillera que fue premiada por crear 160 puntos de lectura en el país.
“En el momento tenemos cuatro bibliotecas en diferentes puntos: Nianimechi, Jaycuador, San Juan de los Pareques, San Sebastián de Los Lagos, el resguardo más pequeño de la Amazonía colombiana, cuyos habitantes son en su mayoría, indígenas de la etnia ticuna”, comenta Andrés.
Las han construido con sus propias manos y con donaciones de la comunidad que en ocasiones al ver su trabajo, les preguntan cómo pueden sumarse al proyecto. Los niños, por su parte, siempre preguntan por la fecha de retorno de esas actividades que, en su mayoría, se desarrollan los fines de semana.
Hacen chocolatadas, partidos de fútbol, proyección de películas, jornadas de artes plásticas, donaciones, conversatorios sobre cuidado medioambiental y charlas alrededor de la construcción de proyectos de vida. Su idea siempre ha sido “descentralizar la cultura”, un objetivo bajo el que también han recibido retroalimentación de la comunidad.
«Todo este colectivo es autogestionado. Lo hacemos por amor y porque sabemos que en muchos otros rincones de Colombia deben haber personas apostándole a la cultura como herramienta de transformación así como nosotros que creemos que la retribución más valiosa es el agradecimiento», concluye Andrés quien, además, asegura que el trabajo en conjunto con migueros e indígenas en general les ha servido para entender la importancia de tejer lazos sociales.