La Fuerza de las palabras lleva más de 15 años ayudando desde el barrio Las Nieves, en San Cristobal, Bogotá, a los vecinos de su localidad y también a comunidades del país que buscan conocer el mundo a través de los libros.
En 1997 Jose Alberto Gutierrez trabajaba como conductor de un camión de basura para la antigua Empresa de Limpieza Metropolitana de Bogotá, cuando le empezaron a llegar libros de los basureros del barrio Bolivia Real, ubicado en la localidad de Engativá. “Los auxiliares que trabajaban conmigo sabían que me gustaba leer así que ellos me entregaban los libros y yo escogía lo mejor”, cuenta.
El gusto por la literatura y los libros lo adquirió desde que era niño gracias a su mamá. “Ella nos contaba historias, a mi y a mis cuatro hermanos, que le habían transmitido sus padres pero también de algunas cartillas de Alvaro Marín y nos leía a El Señor don Gato, Michín, La Gallinita Roja de Byron Barton y Simón el Bobito, entre otros. Me dejó ese legado y he venido entendiendo que la vida de un niño puede cambiar para siempre cuando tiene acceso a libros”. cuenta.
También recuerda que el primer libro que encontró dentro en la basura fue Ana Karenina, de Leon Tolstoi, pero también estuvo dentro de su primera colección La Maria de Jorge Isaac, Crónica de Una Muerte Anunciada de Gabriel García Márquez y diccionarios; libros que compraban para tareas de colegio y que al finalizar el año escolar eran tirados a la basura.
«Siempre los traía muy encaletados y nos los repartíamos con los muchachos. Los dejábamos en una caseta cerca a nuestra base y cuando salíamos íbamos por ellos. Si me hubieran visto con una talegada de libros hubiera podido perder mi trabajo”, cuenta.
Fue ahí cuando, en el año 2000, el primer piso de su casa en el barrio La Nueva Gloria de la localidad de San Cristóbal, lo empezó a convertir en una biblioteca que visitaban los amigos del colegio de su hija. Cinco años después, gracias al voz a voz de la gente de su barrio, decidió que ya era hora de comenzar una fundación que ayudara a todos a descubrir nuevas historias a través de los libros: La Fuerza de las Palabras.
Ahí empezó a recibir donaciones y su estanterías se empezaron a llenar también con libros de temas muy variados como psicología, ciencia y medicina.
Luego de eso empezó a viajar por Colombia junto con una marca de automóviles, que al conocer su proyecto decidió patrocinarlo, y pudo llegar con libros a zonas como Chaparral, Tolima, la comunidad indígena Huitotacueimaní, del Caquetá, y Susacón y Soatá, en Boyacá.
“En el Caquetá llevamos libros a un internado donde los niños no conocían sino el suelo y el techo, ni siquiera sabían cómo eran los pueblos cercanos. Fue muy sorprendente ver como querían conocer el mundo a través de la literatura, inclusive los escondían para que no nos lleváramos los libros”.
Gracias a varios extranjeros que iban de paso por la capital su proyecto se volvió tan destacado que fue invitado a participar dos veces en la Feria del Libro de Guadalajara, en México, y en 2018 asistió a un congreso de bibliotecarios en Austria, justo antes de abandonar su trabajo como recolector de basura.
En pandemia dejó todo en Bogotá para irse a Pasca, un pueblo que limita con el Páramo de Sumapaz, a seguir con su proyecto de otra manera: “Ahí meditaba, leía, hablaba con Dios… hasta que unos profesores de unas haciendas cercanas me mandaban a los niños de las veredas para que les enseñáramos cosas con mi esposa, cosas que habíamos aprendido de los libros. También pudimos traer libros de Bogotá y ayudarles a terminar las cartillas del colegio. A cambio nos daban arepas y cuajadas”.
Hoy, el señor de los libros, como es conocido en todo el país, quiere que San Cristóbal se convierta en una localidad de literatura y está proyectando, junto con la Alcaldía, hacer bibliotecas itinerantes. En Bogotá recoge libros, colecciones y revistas en algunos puntos que acuerda con los donantes.
Sin embargo, espera que también, además de literatura, se vayan sumando más voluntarios que ayuden a fortalecer su proyecto con el que sigue creyendo que se puede cambiar el mundo a través de los libros.