Una iniciativa comunitaria del municipio tolimense emplea la fotografía aficionada para promover el territorio como destino de turismo rural a través de las redes sociales.
A 2.250 metros sobre el nivel del mar, en el norte del Tolima, se encuentra ubicado Santa Isabel, municipio reconocido por la siembra de arveja y papa, pero sobre todo porque colinda con el Parque Nacional Natural de los Nevados. Actualmente, sus calles son la inspiración de las fotografías que sus habitantes capturan mientras realizan sus actividades diarias.
Desde el 2017, por medio del grupo de Facebook llamado Santa Isabel Avanza, miembros de las veinticuatro veredas y los tres centros poblados que integran el municipio, comparten fotografías tomadas desde sus celulares que retratan los diferentes atractivos naturales del lugar: desde las cascadas con cuatro niveles como el Salto del Mohán o las termales con aguas provenientes del Nevado de Santa Isabel o Poleka Kasue (Princesa de las nieves), como le llamaban los indígenas pijao, hasta los miradores que divisan un tramo del recorrido del río Magdalena.
“Este grupo, que actualmente tiene 3.300 integrantes, nace con el fin de mostrar el potencial tan grande que tiene el municipio a nivel cultural, agro-ecoturístico, histórico y gastronómico. Y la mejor manera en que lo podemos hacer, es a través de las fotos que subimos», comenta Johana Ovalle, fundadora y administradora del grupo en Facebook.
En colaboración con la organización Posadas Rurales Colombia, campesinos de distintas veredas se han capacitado convirtiendo sus celulares en el medio propicio para capturar la vida a su alrededor.
“Nosotros empezamos a tomar las fotografías de una manera empírica. Obviamente con el conocimiento hemos mejorado mucho y no solo en la forma de tomar las fotografías, sino en la forma de comunicarnos para mostrar todo lo que ofrece nuestros paisajes y sus cultivos”, explica Ofelia Narváez, habitante de la vereda La Rica.
Clases más allá de la fotografía
Durante La semana rural se dictaron diferentes cursos alrededor de la escuela de fotografía en temas como iluminación, encuadre o composición.
“Aquí en el campo no tenemos acceso a las cámaras profesionales y si lo tuviéramos, tampoco sabríamos cómo usarlas. Tenemos nuestros celulares y, aunque no sean de los últimos modelos, nos han servido para tomar fotos y encontrar la manera de que salga bonito. La primera foto que yo tomé fue la de mis matas de cacao”, cuenta Edwin Paz, productor de cacao y habitante del Corozo, última vereda del municipio.
Por su parte, Ofelia cuenta que participa de la escuela, pese a que no se siente muy cómoda con la tecnología: “Personalmente, no manejo muy bien los celulares, pero mi hija es la que se aventura a tomar las fotos. La juventud es que la más aprovecha para salir y llenar los celulares con fotos de lo que más les gusta de vivir acá”.
Para Ofelia, el beneficio de la escuela “no se queda exclusivamente en las personas que nos vienen a visitar. Nosotros también nos beneficiamos, no tenemos nada que envidiar de los paisajes europeos. Ver plasmada mi tierra en la fotografía me hace sentir más agradecida. Ahora veo lo que hago con otros ojos”.