Tierra Grata, la iniciativa que lleva servicios básicos a comunidades vulnerables en Colombia

En 2015, un grupo de voluntarios llevó luz a Isla de León, una comunidad de Cartagena que hasta entonces no tenía acceso a servicios básicos. Desde entonces, la organización ha llevado agua, luz, gas y hasta comercio a más de 26.000 personas en el país.

“No podemos dejar que esto siga pasando, que no suceda nada”. Con esa frase, un grupo de voluntarios pasó a la acción en septiembre de 2015, en Isla de León, una comunidad de la zona periurbana de Cartagena que, aunque ubicada dentro de los límites de la ciudad, en ese momento carecía completamente de servicios básicos: no había agua, electricidad, gas, ni vías de acceso. 

Aunque Colombia ha avanzado en cobertura, aún persisten brechas profundas entre las zonas urbanas y rurales. Según el informe de rendición de cuentas del Ministerio de Vivienda del 2024, mientras que el 98,2% de los hogares en las ciudades del país tienen acceso a energía eléctrica, la cifra cae al 92,9% en áreas rurales dispersas

En cuanto a agua potable, el 89,4% de los primeros están conectados a acueductos, en el campo solo lo están el 63,1%. El acceso al alcantarillado es aún más desigual: 93,1% en zonas urbanas frente a apenas un 16,8% en zonas rurales

Ese abandono fue el punto de partida para establecer lo que hoy es Tierra Grata, una organización social creada por Jennifer Colpas con un enfoque claro: entregar herramientas sencillas, estables y accesibles a comunidades excluidas, siempre desde la colaboración con ellas. En Isla de León, por ejemplo, arrancaron con tecnologías de bajo costo basadas en botellas llenas de agua, que gracias a la refracción de la luz solar, ofrecían una alternativa a la oscuridad total.

Según el Índice Multidimensional de Pobreza Energética (IMPE) , para el 2024 más del 55% de los hogares en La Guajira no tienen una fuente directa de energía. | Foto: Cortesía Tierra Grata

Actualmente cuentan con un equipo conformado por 13 personas: siete en Cartagena, una en Popayán, una en Valledupar, una en Santa Marta y tres en La Guajira, uno de los territorios donde hoy tienen mayor incidencia.

A través de esa capacidad instalada han llegado a 135 comunidades en Colombia, en departamentos como Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena e incluso en municipios del interior como Gachancipá, en Cundinamarca; y lugares como Chucheros, en Buenaventura, Valle del Cauca

En esos territorios implementan proyectos como Noche Grata y Casa Grata, para instalar paneles solares que iluminan hogares y espacios comunitarios. Además ofrecen internet satelital como una herramienta de conexión para la educación, llegando a 37 instituciones educativas

Con estas soluciones, las familias no solo acceden a energía, sino también a tiempo libre y nuevas oportunidades. Como cuenta Daniela García, coordinadora de operaciones internas en Tierra Grata, “las personas pueden pensar: ‘tengo tiempo libre para hablar, para conversar’. Ya no están trabajando únicamente para subsistir, sino que pueden dedicarse a estudiar o aumentar sus ingresos”.

Con todo ese trasegar, lo que comenzó como una solución de emergencia se ha transformado en un enfoque integral de desarrollo comunitario. Hasta la fecha, han beneficiado a más de 10.800 familias mediante la entrega de filtros y purificadores que garantizan el acceso diario a agua segura. También han instalado 1.947 sistemas de energía limpia en comunidades rurales; e implementado 132 puntos de saneamiento adaptados al contexto rural, con baños portátiles que ofrecen condiciones más higiénicas y seguras.

Según la Organización Mundial de la Salud, el agua contaminada y el saneamiento deficiente contribuyen a la transmisión de enfermedades como el cólera, otras enfermedades diarreicas, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. | Foto: Cortesía Tierra Grata

Uno de sus proyectos más recientes y significativos es Tiendas Gratas: ocho unidades productivas comunitarias, ubicadas en Bolívar (cuatro) y Sucre (cuatro), y en dos en La Guajira, con una tercera en proceso. Estas buscan  mejorar el acceso a bienes básicos en zonas alejadas y generar ingresos para las familias. El modelo de abastecimiento se basa en la participación activa de la comunidad, que se involucra en la cotización y búsqueda de proveedores locales, con el objetivo de crear alianzas duraderas que fortalezcan la autonomía local.

La población de Kayetamana en La Guajira es uno de esos lugares. Desde diciembre del 2024, Cristina Isabel Epieyu, quien ya tenía un pequeño punto de abastecimiento antes de la llegada de la fundación, administra la tienda local, reconociendo que, gracias a la capacitación y al incentivo económico —1.500.000 pesos—, logró fortalecer su negocio, convirtiendo la tienda en un lugar donde los habitantes pueden encontrar víveres sin la necesidad de desplazarse una hora en bicicleta hasta Manaure: «Ya no gastamos en pasajes, porque todos los productos los compramos aquí cerca, en la tienda», concluye.

Todos estos proyectos se financian con diversas fuentes. La fundación ha ganado reconocimientos como el premio Titanes Caracol en Colombia, y premios internacionales como One Young World y CNN Héroes. También reciben donaciones de personas naturales y jurídicas, contando con el respaldo de empresas que, a través de contratos de responsabilidad social, apoyan su labor en los territorios

A esto se suman campañas de crowdfunding y la constante aplicación a convocatorias, que se han convertido en parte esencial de su estrategia de crecimiento. Como señala García, “las soluciones que entregamos hoy son buenas, pero pueden ser mejores si tenemos una capacidad más amplia. Por eso, aplicar a convocatorias grandes ya es algo básico y elemental para nosotros”.

Hasta la fecha, Tierra Grata ha beneficiado a 26.100 personas. Más allá de las cifras, su mayor logro, cuenta García, es demostrar que es posible transformar territorios excluidos con soluciones simples y sostenibles. 

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