A partir del fortalecimiento de los gobiernos escolares, Paz a la bien busca despertar el liderazgo de los jóvenes monterianos y desarrollar en ellos una conciencia de paz.
En los colegios de seis barrios vulnerables de Montería, un grupo de jóvenes creó Paz a la bien, un programa para formar a los estudiantes en temas de liderazgo, mecanismos participativos, veeduría ciudadana y procesos para la identificación y resolución de conflictos en las escuelas. Todo a partir del fortalecimiento de los gobiernos escolares y sus representantes.
Es dirigido por tres monterianos que hacen parte del Movimiento Nacional de Gestores de Paz, una organización que surgió en 1996 y cuyo objetivo principal es sensibilizar a los jóvenes de todo el territorio nacional en temas de paz y no violencia.
El programa surgió en el 2019, cuenta María José Negrette, una de sus directoras, a causa de la falta de importancia que muchas de las instituciones educativas de Montería daban a los gobiernos escolares, cuya conformación es obligatoria según el artículo 142 de la Ley 115 de 1994.
“Las personas que se eligen en esos gobiernos, personeros, consejeros estudiantiles y demás, pasan siempre a un segundo plano, porque el colegio no les da importancia. Entonces Paz a la bien surge como una escuela de liderazgo para el fortalecimiento de esos cargos y de los roles que pueden ejercer en la comunidad escolar”, comenta María José.
Las fases de Paz a la bien
El programa consiste en tres fases fundamentales que no solo buscan fortalecer los gobiernos escolares, sino, a través de estos, involucrar a los estudiantes en la veeduría pública del municipio.
La primera es y fundamentalmente formativa. Su objetivo es acercar a los estudiantes a los procesos democráticos de las instituciones educativas a las que pertenecen. Así, en un primer momento se realizan capacitaciones y talleres acerca de las funciones de las que es responsable cada uno de los cargos del gobierno escolar.
De la misma manera, con los estudiantes aspirantes a los cargos se realizan talleres de oratoria y dominio de público, se comparten definiciones de participación política y democrática, y se reflexiona acerca de su importancia.
Por otra parte, con el estudiantado elector se realiza también un proceso de cartografía social, con el que se identifican y priorizan las principales problemáticas que los aquejan dentro de su contexto. A partir de esa recopilación, los estudiantes formulan preguntas para los candidatos, quienes se enfrentan en un debate que resulta en la elección del gabinete escolar.
De la formación a la acción
En la segunda fase, el recién electo gobierno escolar debe priorizar las problemáticas identificadas por los estudiantes y establecer metas claras y plausibles para su solución. Asimismo, deben crear una serie de comisiones estudiantiles para trabajar tres temas en específico.
El primero es la legislación juvenil y la incidencia pública y política, que se refiere a involucrar a los jóvenes en la veeduría ciudadana de lo que sucede en el ámbito publico, tanto en el colegio como en el municipio en general.
El segundo es la construcción de ambientes protectores en los colegios, espacios donde “los estudiantes puedan estar en un entorno sin ningún tipo de violencia”, explica María José.
Por último, está la educación para la paz, con la cual se genera una conciencia de no violencia que se debe vincular a los ejercicios y el quehacer diario del estudiantado, como práctica para la prevención y la solución pacífica de conflictos.
El impacto del proyecto
“Aquí la idea es que los jóvenes comiencen a ejecutar las actividades que planearon para la resolución de las problemáticas”, indica la cofundadora de Paz a la bien.
Así, por ejemplo, cuenta María José, en los colegios en los que ella hace presencia el estudiantado había identificado cuatro problemáticas fundamentales: la contaminación, el consumo de drogas, el embarazo adolescente y la violencia en las instituciones.
De esa manera, desde el gobierno escolar se comenzaron a generar acciones para prevenirlos y resolverlos.
Con respecto al embarazo, los representantes estudiantiles exigieron a sus instituciones la realización de clases de educación sexual donde se abordaran temas como derechos sexuales y reproductivos, métodos anticonceptivos, sexualidad consciente y violencias de género, entre otros.
Por otra parte, también se comenzaron a generar espacios lúdicos y artísticos para que los jóvenes pasaran su tiempo libre, así como actividades en las comunidades con el mismo objetivo y de esa manera prevenir el consumo de drogas.
A través de esos mismos espacios, pretenden fortalecer y estrechar las relaciones entre estudiantes para así crear vínculos de amistad y de trato respetuoso para prevenir y acabar con violencias como el matoneo o ‘bullying’.
Cuenta María José que, a pesar de que no tienen cifras acerca del impacto del proyecto, “hemos tenido resultados increíbles. Tanto que en las actividades estuvieron involucradas alrededor de 3.000 personas, solo en los tres barrios en los que yo en particular hago presencia: Nueva Esperanza, Furatena y Villa Paz«.
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