En el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá les ofrece a los animales servicios médicos tales como valoración por rayos X o citas con especialistas, como oncólogos u oftalmólogos.
Son las 9 de la mañana. Irma Patricia Hoyos cuenta que más temprano ese miércoles 4 de mayo, cuando su hermano salió para el trabajo, la llamó. Había visto en su cuadra en la comuna 12 de Octubre, en el noroccidente de Medellín, a una zarigüeya herida. Preocupada, porque cree que es responsabilidad de todas las personas la protección de los animales, llamó al 123 a reportar al caso.
Desde allí se comunicaron con la línea de atención de emergencia de faunas silvestres (304 630 0090). Esa mañana habían llegado, desde distintos puntos del Valle de Aburrá, el reporte de ocho casos. Sin embargo, el estado de la zarigüeya, que fue evidenciado en fotos que Irma Patricia le tomó, obligó a que su atención fuera prioritaria.
Sobre las 9 de la mañana una de las dos unidades de rescate que tiene habilitada el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva), en convenio con la Universidad CES, llegó a atender la situación. Fue Natalia Vergara, auxiliar veterinaria de Fauna Silvestre, la encargada de atender ese caso.
Este es el primer eslabón en un proceso pensado, diseñado y ejecutado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Luego de esa atención inicial, animales como la zarigüeya rescatada en la comuna 12 de Octubre inician un proceso de recuperación, que incluye servicios médicos y la atención de expertos veterinarios, como oncólogos, oftalmólogos, zootecnistas que suministran la atención adecuada y hasta expertos que ‘enseñan’ a volar.
Así es el rescate de animales
“Yo salí, un vecino me ayudó a recoger la zarigüeya en la cajita para que no se expusiera más. A nosotros siempre nos han gustado los animales. Sabemos que debemos protegerlos, y no hacerles el mal. Por eso, yo llamé para que nos digan a ver qué hacíamos”, cuenta Irma Patricia.
La recomendación dada desde la línea de atención fue que, mientras llegaba la unidad de rescate, que la tuviera resguardada. Lo que optó por hacer Irma Patricia fue, con ayuda de un vecino, ponerla en una caja y cubrirla con una bolsa negra. También, por el estado de la zarigüeya y por la profundidad de las heridas, se le indicó que no la alimentara.
“Nos encontramos con un animal con varias heridas, se asemejan al ataque de un canino. Tiene varias perforaciones en el cuerpo, sangrado abundante, fracturas en los miembros que imposibilitan desplazarse. Está pálida, fría. Entonces hacemos manejo del dolor mientras llegamos a la Estación de Paso”, explicó Natalia tras revisar a la zarigüeya.
La Estación de Paso, ubicada en el Jardín Botánico, es el lugar al que llegan los animales que son atendidos por las dos unidades de rescate. Natalia indica que “allí se hace atención de sutura, heridas que no son tan graves ni requieren equipos tan avanzados. Se hace la estabilización y una alimentación” y, posterior a eso, se envían al Centro de Atención y Valoración del Área Metropolitana (CAV) en Barbosa, al norte del Valle de Aburrá.
Ya en el CAV continúa todo el proceso de recuperación hasta, si es posible, una eventual liberación del animal. “Algunos animales llegan con la necesidad de un tratamiento como rayos X o especialistas como oftalmólogos u oncólogos. Así trabajamos con el fin de brindar ese tratamiento con los animales, para protegerlos y conservarlos”, señala Andrés Gómez, supervisor de los Proyectos de Fauna Silvestre del Amva.
Desde el 1 de enero hasta el 30 de abril de 2022, al CAV habían llegado 4.141 animales. De esos, 2.633 fueron por emergencias atendidas por las unidades de rescate, que cada día se encarga de alrededor de 30 casos. La mayoría de ellas son de zarigüeyas, representando 989 de las atenciones en esos cuatro meses.
El fin de proteger a la fauna silvestre
Al finalizar la atención de la zarigüeya, Natalia se dispone a seguir con su recorrido, que la llevará al barrio Santander, también en la Comuna 12 de Octubre, a Laureles y a la Candelaria. Sin embargo, antes de subirse a la unidad de rescate, una ciudadana la aborda. La joven tiene una caja en sus manos y, en ella, está una tortuga morrocoy.
Aunque la unidad se encarga de la atención de los animales reportados a través de la línea de emergencia y las entregas voluntarias se deben hacer en la Estación de Paso, Natalia hace una excepción. La joven le cuenta que quiere entregar la tortuga, que fue un regalo que le hicieron a su tía, pero que ella se fue del país.
Natalia, con un tono de voz enfático, le dice a la ciudadana que el verdadero problema es la tenencia de un animal como esa tortuga: “La fauna silvestre en cautiverio es ilegal. Le paramos la función ecológica. No se pudo reproducir, no ayudó al ecosistema. Ella en cautiverio no hizo nada. La idea es que no se vuelva adquirir fauna. Reparte la información en tu entorno”.
Tras recibir a la tortuga, Natalia explica con más detalle el estado de salud del animal. Indica que solo le estaban dando un tipo de alimento, cuando estas tortugas son consideradas carroñeras y pueden consumir desde carne hasta frutas. Además, “se le torcieron las paticas por la baldosa” y porque en su caparazón tiene piramidismo, una condición que le pasa a las tortugas por falta de nutrientes.
A la larga, el fin de todo el trabajo que realiza Natalia y el resto del equipo que se dedica al rescate de animales en el Valle de Aburrá es ese: ofrecerles una segunda oportunidad a la fauna silvestre que se ha visto afectada por el impacto de los humanos. De acuerdo con la auxiliar veterinaria, “pocos lugares cuentan con la riqueza que tiene el Valle de Aburrá, con tanta biodiversidad. Lo más importante es preservar la fauna y tratar de devolverlos a su entorno, para que cumplan su función biológica”.