En pleno corazón del Urabá, esta iniciativa, que se viene consolidando desde marzo de 2024, apuesta por narrar la vida más allá de la guerra y mostrar la riqueza cultural, ambiental y humana del norte de Antioquia.
«Durante más de 60 años de conflicto armado, Urabá concentró el 33% de los hechos victimizantes registrados en el país», relata Ismaria Zapata Hoyos, socióloga y coordinadora de Memorias vivas del Urabá-Darién. «Queremos dejar atrás el turismo de guerra y centrarnos en la memoria viva de la región. En lo bello, en lo que ha resistido», continúa.
La propuesta, presentada inicialmente al Fondo Diverso —impulsado por la Camara de la Diversidad— está integrada por nueve mujeres del territorio que desde hace años le apuestan al turismo comunitario con un enfoque patrimonial. Aunque en principio cada una de ellas trabajaba individualmente en diferentes proyectos, desde 2024 decidieron agruparse con el fin de fortalecer sus procesos. «La mayoría somos lesbianas, bisexuales, negras, afrodescendientes, no binarias asignadas femeninas al nacer… todas nacimos y crecimos acá», relata Zapata Hoyos.
Desde su enfoque interseccional y comunitario, el proyecto diseña recorridos que conectan al visitante con los ríos —como el Bodo—, comunidades indígenas, monumentos, murales, danzas y prácticas tradicionales. Bajo la consigna «historias populares para la paz», buscan narrar las memorias invisibilizadas por los relatos hegemónicos, desde una ética de la dignidad, la reparación simbólica y el cuidado de la vida.
Uno de sus pilares es la «Ruta para Narrar la Belleza», que elabora cartografías sensibles de la región: playas, montañas, monumentos, murales, galerías de la memoria, además de algunas prácticas culturales y actos de resistencia. A ella se suman experiencias como la «Gastronomía de la Memoria», donde se cocinan platos tradicionales afro e indígenas cargados de historia y afecto; y «Donde nace la vida», que exalta el legado de las parteras afrodescendientes y su rol como guardianas espirituales y comunitarias.

Dentro de la oferta turística, también hay espacio para la diversidad sexual y de género con propuestas como «Orgullo, cuerpo y resistencia», donde se visibilizan memorias LGBTIQ+ en clave de verdad, sanación y orgullo territorial. Todo ello atravesado por actividades pedagógicas, rituales ancestrales, tejidos, cantos y espacios de palabra.
Para llevar todo ello a posibles viajeros, Memorias Vivas del Urabá-Darién se articula con la Cámara de Comercio de Turismo de Urabá y redes regionales del sector, buscando posicionarse en un contexto en el que Colombia proyecta más de siete millones de visitantes para 2025, según Zapata. Además, trabajan junto a la Fundación Confiar en la creación de una cooperativa que sostenga y expanda el modelo.
El proyecto busca evitar la revictimización: «Nos preguntamos cómo narrar la guerra sin caer en el trauma ni en el victimismo. Hemos creado desde el arte, desde la educación, desde lo colectivo», afirman en su manifiesto.
Por eso, Zapata Hoyos enfatiza en que no buscan fomentar un «turismo de guerra», como ocurre en zonas de conflicto en Medio Oriente, sino un turismo de la memoria como en Alemania o Bosnia, «queremos que la gente venga a Urabá a través de su gente, de sus sabores, sus cantos, sus ríos… de su resiliencia».