Agüeros y leyendas de Semana Santa en Colombia: entre la fe, el temor y la tradición

En el país, la semana mayor no solo es una celebración religiosa profundamente arraigada, también un escenario para mitos, leyendas y creencias populares que combinan cristianismo con tradiciones indígenas y africanas.

La mayoría de los mitos y leyendas que rodean la Semana Santa en Colombia tienen su origen en la época colonial, cuando los misioneros españoles llegaron al territorio con el objetivo de evangelizar a los pueblos indígenas. Para facilitar la conversión, muchos símbolos y rituales católicos fueron reinterpretados o mezclados con creencias locales. Este proceso dio lugar a una serie de relatos que, aunque no forman parte de la doctrina oficial de la Iglesia, han calado profundamente en el imaginario colectivo.

El historiador colombiano Germán Arciniegas escribió que “la religiosidad americana no fue solo impuesta por la espada y la cruz; también fue moldeada por la imaginación de los pueblos conquistados”, una frase que resume con claridad la forma en que las leyendas de Semana Santa fueron naciendo en distintas regiones del país.

Entre las más conocidas se cuentan las advertencias para no tener relaciones sexuales, bañarse en ríos, cortar carne o usar machetes, especialmente el Viernes Santo. Según la tradición, quien lo haga puede convertirse en pez, en árbol o incluso ser víctima de desgracias. Estas advertencias funcionaban como normas morales y como herramientas pedagógicas para fomentar el respeto y el recogimiento durante los días santos.

Así mismo, en regiones con fuerte herencia afrocolombiana, como el Chocó, hay rituales y creencias que combinan elementos católicos con prácticas ancestrales. Por ejemplo, durante la festividad algunos pueblos evitan barrer la casa o encender fogatas, pues se cree que esas acciones «espantan las bendiciones».

En poblaciones como Mompox, los mitos y leyendas de Semana Santa en Colombia son mucho más que supersticiones, son tradición. | Foto: Getty Images

No solo son agüeros los que se manifiestan en estas fechas. También existen leyendas que representan a varios sectores de Colombia, como el Mohán, que según la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte del Tolima, se suele manifestar durante esta semana y es descrito como «un ser de forma humana, con la cara quemada por el sol, de cabello largo, ojos penetrantes y picarescos. La gente dice que es un gran perseguidor de mujeres». 

A este también se le atribuyen travesuras a los pescadores del río Magdalena como «hacer zozobrar sus embarcaciones, raptarles los mejores bogas, robarles las carnadas y los anzuelos; dicen que les enreda las redes de pescar, les ahuyenta los peces».

Un testimonio de esto es el de Secundina Monroy Gualtero, quien relata cómo «una vez estábamos bañándonos con mi hermana, la gemela, cuando vimos cómo el agua del río se empezó a subir, a crecer y hasta se puso como caliente, nosotras éramos muy niñas, teníamos por ahí ocho años, cuando salió como un chorro de agua de la mitad del río y lo vimos ahí parado mirándonos, era muy grande, el sol nos encandelillaba cuando lo mirábamos, porque le pegaba en la cabellera mona; del susto, nos cogimos de la mano y corrimos para la casa».

A este hilo de leyendas se une  la Madre de Agua, que según El Sistema de Información Cultural del Ministerio de Cultura de Colombia es «una mujer de cuerpo esbelto, atractiva y hermosa, de cabellera rubia y larga, con buena voz para el canto». 

Se dice que «cuando quiere atraer a alguien basta con entonar una canción que escoge especialmente para el momento preciso. Quien la escucha se fascina con el ritmo y la cadencia de su voz melodiosa, con los cuales logra hipnotizar a sus víctimas y hacer que la sigan automáticamente hasta un río o una quebrada especialmente en Semana Santa, para ahogarlas llevándolas después a las profundidades de las aguas, donde tiene su palacio».

Patrimonio inmaterial de Colombia
“Creada desde el periodo colonial, las procesiones de Popayán son una de las tradiciones más importantes en la vida religiosa del país. Se celebran durante la Semana Mayor de martes a jueves entre las 7 y las 11 de la noche, y recrean los momentos significativos en la muerte de Cristo. Esta celebración tiene gran importancia entre los habitantes de Popayán al ser un elemento de cohesión social”, dice la Unesco sobre estas tradicionales conmemoraciones religiosas en la capital del departamento de Cauca. / FOTO: Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán

El teólogo e investigador Luis Guillermo Sarasa ha explicado que “la Semana Santa no solo es liturgia, sino también un espejo de las tensiones y fusiones culturales que ha vivido Colombia durante siglos”. Según el estudioso, la dimensión mítica de estas celebraciones revela cómo las personas han reinterpretado la fe para responder a sus realidades sociales y espirituales.

A pesar del avance de la secularización y los cambios culturales, muchos de estos mitos y leyendas siguen vivos, especialmente en zonas rurales y pueblos donde la Semana Santa aún se vive con intensidad. Procesiones como las de Popayán o Mompox no solo son reconocidas por su valor patrimonial, también por ser espacios donde el misterio, la fe y la tradición oral siguen coexistiendo.

Precisamente es en Mompox que, durante la Semana Santa, aparece el Nazareno del otro mundo, que persigue a quienes se portan mal. Sus víctimas suelen ser los únicos que lo ven, porque es invisible para el resto.

Algunos jóvenes, incluso en la era digital, confiesan evitar ciertas acciones durante la Semana Santa “por si acaso”, demostrando que la fuerza simbólica de estas leyendas aún tiene un eco en la cultura contemporánea.

«Mi familia me enseño que en esta Semana hay que portarse muy bien porque corremos el riesgo de que Dios nos maldiga por la desobediencia, si es real o no, no lo sabemos pero por respeto y por si acaso, nos quedamos quietos» comenta Melissa Meza, de 18 años, proveniente de Cunday, Tolima.

Los mitos y leyendas de la Semana Mayor en Colombia son mucho más que supersticiones: son el testimonio de una espiritualidad popular, rica y compleja, tejida entre la religión oficial, las tradiciones ancestrales y la imaginación colectiva. Comprenderlas es también comprender una parte fundamental de la identidad cultural colombiana.

Siga leyendo: