El pasado 23 de noviembre tuvo lugar la segunda edición del Foro Metropolitano de ciudades inteligentes organizado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Allí, expertos nacionales e internacionales conversaron acerca de ciudades inteligentes, Big y Smart data, así como de la manera en que la información puede transformar las ciudades. Estas son cinco conclusiones.
Las ciudades inteligentes son un concepto en constante construcción
A lo largo de los distintos paneles y charlas que constituyeron el Foro, los participantes mencionaron diversas definiciones de lo que para ellos es una ciudad inteligente. Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá sostuvo que las ciudades inteligentes son un conjunto de decisiones asertivas y oportunas para mejorar la calidad de vida de los habitantes.
Por su parte, la ministra de las TIC, Sandra Urrutia, aseguró que desde el Gobierno Nacional ven a las ciudades inteligentes como un concepto social: “¿Cómo podemos ayudar desde la tecnología para que la institucionalidad funcione de manera efectiva para que el ciudadano reciba una mejor calidad de vida?”.
De la misma manera, David Trejo, invitado internacional y creador de Nytro Energy y Carbo Energy, aseguró que las ciudades inteligentes son plataformas para crear entornos y ciudadanos, más felices y eficientes.
En esa misma línea, Palacio Cardona fue particularmente enfático en decir que las ciudades inteligentes son un concepto en constante construcción. Y es que buscar una serie de características o requisitos para establecer cómo debe ser, cómo debe verse y cómo debe funcionar una ciudad inteligente, significaría ignorar las especificidades que tiene uno y otro territorio, así como de la población que los habita.
Es por ello que, no solo el concepto de las ciudades inteligentes debe ser flexible y ajustable, sino que, precisamente, las personas que habitan el territorio deben ser protagonistas en su creación y su ejecución.
Para la constitución y efectivo funcionamiento de una ciudad inteligente, la ciudadanía debe ser protagonista
Para consolidar una ciudad inteligente debe haber una ‘ciudadanía inteligente’ también. Ese fue un tema que se abordó a lo largo del foro, donde se habló mucho acerca de la importancia de que los ciudadanos se apropien de las posibilidades y oportunidades que se derivan de los desarrollos tecnológicos.
Claro, se podría decir que existen una serie de ‘condiciones básicas’ para el desarrollo de una sociedad: salud, educación, oportunidades laborales, seguridad alimentaria, vivienda y demás, pero sin duda es necesario entender la manera y la profundidad en que las poblaciones necesitan y quieren abordar cada uno de esos elementos.
Lo dijo, por ejemplo, Santiago Pinzón, vicepresidente de transformación digital de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI: “Hay que preguntarse cuáles son los valores de la ciudad, hacia dónde va la ciudad y qué tecnologías me van a servir para conseguir esos valores”.
Es con base en esos valores, que dictan los ciudadanos, que se generan avances e innovaciones tecnológicos para responder a ellos.
Con él coincidió Ana Isabel Palacio, experta en diseño para la sostenibilidad y exdirectora de Designit NY, quien aseguró que el diseño juega un papel fundamental en la planeación y en la ejecución de los desarrollos que llevan a una ciudad a ser una inteligente.
Al respecto, advirtió que, previo a establecer grandes y ambiciosas metas, es fundamental conocer y entender las comunidades con y para las que se va a trabajar, con el objetivo de poder articular soluciones ‘a la medida’ de cada una: “No me traigan tallas únicas, hay que diseñar soluciones conociendo las comunidades para las que son. Por eso hay que entender primero”.
Y agregó que la efectividad de los desarrollos y herramientas tecnológicas que surjan a partir de las ciudades inteligentes, dependerá de ese conocimiento y en ese sentido de cuán adaptadas están a las realidades de cada territorio.
De esa misma manera, Lucía Gallardo, fundadora y CEO de Emerge, sostuvo que “la tecnología es un instrumento de desarrollo, no solamente es un avance tecnológico. ¿Cómo logras que una comunidad indígena adopte un avance tecnológico, encuentras sus intereses y sus necesidades, cosas que se adapten a sus necesidades?”.
En esa línea, Erez Zaionce, director del Centro para la Cuarta Revolución Industrial Colombia, hizo énfasis en que, en el proceso de consolidación de territorios inteligentes, y haciendo énfasis particular en regiones y municipios donde la tecnología está todavía en una fase muy precaria, las comunidades no solo son sujetos pasivos que deben esperar a que la institucionalidad llegue y les brinde herramientas, sino que deben ser actores de su propio desarrollo.
“Debemos cambiar el chip. Como comunidad, si pensamos que la tecnología es importante, encontramos la manera para acceder a ella. Por ejemplo, necesitamos agua, no vamos a esperar a que llegue el gobierno con una válvula, vamos a hacerla nosotros”, sostuvo Zaioince.
En ese mismo sentido, la ministra Urrutia sostuvo que la promesa de conectividad que el gobierno nacional asumió, no solo se trata de generar un despliegue de infraestructura, sino que busca “conectar a Colombia con apropiación y habilidades, que se generen y fortalezcan habilidades para la productividad”.
Del Big Data al Smart Data: hay un océano de datos, pero hay que saber usarlos
Conocer las particularidades de un territorio, así como los intereses de las personas que lo habitan, puede presentar un reto. No obstante, durante la discusión hubo consenso alrededor de que los datos, el Big Data, proveen información muy valiosa.
En ese sentido, David Trejo sostuvo que es necesario entender y aprovechar el poder de los dispositivos y aplicaciones móviles. Son bancos casi infinitos de datos que proveen información muy específica y detallada acerca del comportamiento de las personas, precisamente porque son herramientas que nos acompañan en nuestra cotidianidad y en donde depositamos todo tipo de información.
Además, desde hace décadas se han instalado infinidad de sensores, semáforos inteligentes, cámaras de seguridad y demás herramientas que constantemente están recopilando enormes cantidades de datos.
El reto, entonces, está en saber identificarlos y cómo usarlos. Es allí que entran conceptos como el gobierno de datos: saber qué tenemos, en qué estado se encuentra y desarrollar herramientas y algoritmos que nos permitan recogerlos, interpretarlos y convertirlos en insumo de decisiones.
En ese sentido, Trejo agrega que “los datos siempre dan una mejor idea de cómo tomar decisiones, permiten tener un mejor entendimiento del comportamiento, las necesidades y los intereses”.
Pero es en el proceso de “ser inteligente en lo que voy a capturar y cómo lo voy a usar”, como dijo Ana Isabel Palacio, que estamos fallando: “Los datos son de una complejidad enorme y estamos fallando a la hora de extraer los patrones” agregó por su parte Jorge Correa, fundador y CEO de Manufactura Cohesiva.
Uno de los más grandes ejemplos de esa falla, o por lo menos de la subutilización de los datos por no saber cómo leerlos, se da en el tema de movilidad.
Al respecto, Álvaro Rodríguez Valencia, director del Grupo de investigación en movilidad y planificación urbana de la Universidad de Los Andes, aseguró que alrededor de ese tema existe una enorme cantidad de datos, pero que solo se usan en su nivel más básico: el de la consulta.
“Sencillamente vemos qué pasó antes o ahora”, pero no hay análisis de esos datos, no hay identificación de patrones para entender y crear modelaciones para conocer el futuro y poder prevenir, por ejemplo, accidentes o largas filas de tráfico o, incluso, enfermedades a causa de la mala calidad del aire.
“Los modelos son maravillosos porque permiten preguntarse qué pasa si tal cosa y otra, podemos prestar un mejor servicio de transporte público si sabemos que en tal estación a tal hora hay más pasajeros. Todo eso se puede prever y planificar” aseguró Rodríguez.
De la misma manera, David Trejo también aseguró que, a través de herramientas cotidianas como WhatsApp, se pueden realizar ejercicios de monitoreo y respuesta a emergencias como inundaciones o incluso disminuir los contagios de una enfermedad como el Covid 19, pero que estas herramientas están subutilizadas y poco aprovechadas.
Debe haber articulación entre ‘la triple hélice’
En ese ejercicio de pasar de tener infinidad de datos, a poder identificar los que son cruciales para determinado propósito, varios de los expertos presentes en el foro coincidieron en que debe haber una fluida y constante articulación e interacción entre ‘la triple hélice’: el sector público, el privado y la academia.
Ese fue, además, un punto en el que hizo énfasis en su intervención Helena Storm, embajadora de Suecia en Colombia, que resaltó los enormes avances que ha logrado su país en términos de ciudades inteligentes y desde allí en sostenibilidad y bienestar: “En esta apuesta participan todos los sectores: el público, el sector privado, la academia y la sociedad civil”.
Suecia, por ejemplo, recicla y aprovecha el 99,5% de sus desechos domésticos, es decir, los rellenos públicos suecos reciben menos del 0,5% de los desechos. Ese aprovechamiento transforma esos desechos en energía, a través de su programa de ‘Waste to energy’, que ha sido tan efectivo que en 2020 importaron más de 3 millones de toneladas de basura para generar energía.
Todo eso con la participación efectiva y articulada del Estado, el empresariado y la academia.
En ese sentido, durante el foro hubo consenso alrededor de que esa articulación debe darse en Colombia y hablando, de nuevo, acerca de movilidad, Álvaro Rodríguez aseguró que el tiempo y los recursos para analizar la inmensidad de datos existentes alrededor de la movilidad en Bogotá, los tienen las universidades, “pero estamos muy desconectados entre el Estado, los privados y la academia. Debería haber más inversión en investigación desde ambas partes, tener un estudiante de doctorado o maestría analizando esos datos traería mucho más avance”, aseguró.
De la misma manera, sostuvo que procesos tan fundamentales como la consecución de los datos pueden ser tediosos y demorados por el exceso de burocracia por el que tiene que pasar una universidad para obtenerlos, cosa que con mayor cercanía y una relación más fluida y articulada, se solucionaría.
Por otra parte, una estrecha relación de esos tres actores, así como de la sociedad civil, es de gran importancia a la hora de la construcción de aquella ‘ciudadanía inteligente’, que se interese y tenga la capacidad para apropiarse de la tecnología que se desarrolla alrededor de una ciudad o un territorio inteligente, o de generar la suya propia.
En ese sentido, la ministra Urrutia sostuvo que es necesario “hablar el lenguaje de las personas, explicar de manera muy clara cómo se mejora la calidad de vida a través de la tecnología. Pero no hacemos nada si no están presentes el sector privado y la academia”.
Con ella coincidió Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, quien aseguró que “para consolidar una ‘ciudadanía inteligente’, debe haber confluencia entre el sector público, el privado, la academia y la ciudadanía, debe haber apropiación, se deben generar espacios de articulación entre todos”.
Por su parte, Jackson Reina, director de la facultad de Ingeniería en TIC de la Universidad Pontificia Bolivariana, agregó también que una de las más grandes responsabilidades que tienen desde la academia es formar a quienes deben encargarse de la lectura y el análisis de los datos, así como de su protección, pues esa infinidad de información, aunque puede traer muchos beneficios, también implican serios riesgos.
“La academia tiene un reto enorme en temas formativos, y debemos responder a esa responsabilidad”, aseguró.
La tecnología es solo uno de los componentes de las ciudades inteligentes
A lo largo de todo el foro se hizo particular énfasis en que si bien la tecnología, así como los datos, son parte fundamental de las ciudades y los territorios inteligentes, se trata únicamente de herramientas o de habilitadores, una de sus múltiples partes.
Eso en la medida en que las herramientas por sí solas no tienen poder alguno y solo pueden ser efectivas si hay apropiación por parte de las personas, eso lo dejó claro Lucía Gallardo cuando sostuvo que “no hay una relación causa-efecto entre la tecnología y el desarrollo sostenible, porque la tecnología es neutral”.
En ese sentido, la efectividad de todas las herramientas tecnológicas dependerá, esencialmente, del grado de apropiación que se logre consolidar entre la población. Es por ello que David Trejo aseguró que la tecnología es solo una “capa habilitadora”, pero que es fundamental ver cómo los ciudadanos se apropian de ella.
Y es que, para Gallardo, pensar en ciudades o territorios inteligentes desde el desarrollo de tecnología, en lugar de pensarlas desde las diversas posibilidades para dar solución a un problema, limita el proceso creativo y en ese sentido, la efectividad de una solución.
Por ello, Ana Isabel Palacio aseguró que “la tecnología es un habilitador, pero nunca debe ser el foco” y agregó que para pensar en sostenibilidad y en dejar de consumir de la manera voraz en la que la humanidad lo está haciendo, no se requiere tecnología “sino conciencia”.
En ese esfuerzo, coincidió David Trejo, “hay que pensar más allá de la tecnología y comenzar a involucrar sociólogos, filósofos, psicólogos y demás, con el objetivo de tener una mirada más amplia acerca de lo que necesitamos, así como de lo que tenemos y de cómo lo vamos a usar”.
Si está interesado en ver alguno de los paneles del foro, puede hacerlo a través de este enlace.