Con tecnología, el mejor profesor de Iberoamérica transformó la educación para personas en condición de discapacidad

Eduardo Pérez no planeaba ser maestro, pero la vida y su vocación de servicio lo llevaron a transformar las aulas en espacios de inclusión. Desde Cúcuta, diseña herramientas tecnológicas para que estudiantes con discapacidad completen y aprendan, de manera más amena, su ciclo académico.

El Instituto Técnico Guaimaral es uno de los colegios referentes en temas de inclusión e innovación en Norte de Santander gracias a su trabajo con población de niños y jóvenes en condición de discapacidad. Parte fundamental de ese hecho es Eduardo Esteban Pérez León, docente de matemáticas, tecnología e informática que, desde hace 18 años, se dedica a crear proyectos que contribuyen a la optimización de espacios y herramientas novedosas para el aprendizaje y la permanencia de esta población en el plantel.

Con 49 años, Pérez mira hacia atrás y reconoce que no se proyectaba como maestro. Es ingeniero mecánico de formación, con siete años de trayectoria trabajando con una empresa multinacional. En 2008, una calamidad familiar le llevó a «tomarse un receso» de la ingeniería. Fue entonces cuando decidió estudiar Informática Educativa, pues desde joven había sentido especial interés por la programación. Cursando dicha especialización descubrió la docencia y, además, el valor agregado que sus conocimientos y habilidades tecnológicas podían aportar en las aulas:

«Yo soy maestro porque otros maestros vieron en mí la vocación y el potencial. En esa especialización me dieron el impulso para dar el salto; yo pasé de golpear máquinas a abrazar estudiantes», comenta. 

En el Instituto Técnico Guaimaral, Eduardo es el líder del proyecto ‘Lanceros de la inclusión’, pensado para crear herramientas tecnológicas que fortalezcan los aprendizajes de los estudiantes en condición de discapacidad, y por el cual llegó a la final de Titanes Caracol 2022, en la categoría Educación.

Ese es solo uno de los más de 60 espacios en los que ha sido reconocido a nivel mundial, por sus más de 30 innovaciones tecnológicas educativas. 

Eduardo Pérez confiesa que no se siente cómodo siendo incluido en la categoría de líder social. Prefiere la etiqueta de maestro, pues considera que es importante resaltar esa profesión en nuestro país. | Foto: cortesía

También recibió el premio al Mejor Profesor de Iberoamérica en 2018; fue finalista del Global Teacher Prize 2021, considerado como el Premio Nobel de la Educación —siendo el único colombiano entre los 50 mejores docentes del mundo—; finalista del Premio UNESCO Emir Jaber Al Ahmad Al Sabah en 2020, por sus contribuciones a la educación inclusiva mediante tecnología; y, el más reciente, el Cambridge Dedicated Teacher Award 2025 Latinoamérica, por su impacto regional.

«Los premios para mí representan un compromiso más con la educación; nos deben motivar a esforzarnos y trabajar más, con más ánimo y alegría. Nos ayudan a ser ejemplo a otros maestros, para que se unan a la dinámica de producir y no ser solamente transmisores de conocimiento», señala.

Actualmente, en la institución funciona una representación de un estadio de fútbol a pequeña escala para que los estudiantes sordos aprendan programación y pensamiento computacional; una calculadora para estudiantes ciegos que, por medio de 18 botones audibles, les permite realizar operaciones matemáticas; un curso de lengua de señas de 100 vídeos con 4 niveles, para que tanto niños como sus familias aprendan lenguaje; y ‘Geovisión’, que les permite a los alumnos con discapacidad visual aprender geometría básica. 

Además, ‘PROFEenSEÑAS’, una aplicación móvil que, en su primera versión, registró más de 10 mil descargas, y cuya segunda versión estará disponible en agosto de 2025, con más y mejores dinámicas para aprender lengua de señas jugando.

«Un niño con discapacidad no puede estar simplemente sentado en un pupitre, también debe participar de las clases. Por eso creamos estas herramientas, para que ellos sientan que son parte activa. Eso nos permite tener trayectorias educativas más completas, bajar la deserción escolar y lograr que puedan ser promovidos de su bachillerato para que pasen a la universidad«, explica Pérez.

Por sus aportes en la inclusión educativa, el docente ha recibido 60 reconocimientos nacionales e internacionales. | Foto: cortesía

Este tipo de soluciones son especialmente relevantes teniendo en cuenta el panorama que atraviesan las personas en condición de discapacidad en materia educativa. Según un análisis de la Fundación Saldarriaga Concha y el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, mientras 24 de cada 100 personas sin discapacidad llegan a educación superior, solo 17 de 100 de quienes están en esta condición lo logran

Lo anterior, debido a que muchas de estas personas desertan antes de llegar a los programas superiores, que suelen no ser tan accesibles ni física, ni culturalmente. 

«En la educación hacen falta muchos recursos didácticos, educativos y tecnológicos para apoyar los aprendizajes, y en temas de inclusión hay muchísimas más necesidades (…) Lo que debemos garantizar para estos niños son trayectorias completas, porque están ingresando con edades tardías. Esa es una dificultad que tenemos como sociedad, que el niño no ingrese a su edad correspondiente a hacer sus estudios», advierte el maestro. 

En el Instituto, no obstante, no solo atienden actualmente a más de 300 niños en condición de discapacidad auditiva, visual, cognitiva y motora, de los 2.000 totales con los que cuenta el plantel. Varios de ellos, además, están en extra edad escolar y son migrantes de Venezuela.

Con ellos realizan un trabajo de valoración, caracterización, diagnóstico educativo y médico. Todo con el fin de asegurar cuáles son los insumos, ritmos de aprendizaje y didácticas pedagógicas más adecuadas. Es ahí, explica Eduardo, cuando la tecnología se convierte en una aliada clave para facilitar y personalizar los procesos educativos. Gracias a esta, la institución redujo la tasa de abandono escolar del 5,25% en 2015 al 0,5% en 2020. 

De acuerdo con Pérez, los reconocimientos propios y para la institución también son una motivación para los estudiantes, quienes se sienten "partícipes de algo más grande". | Foto: cortesía

De acuerdo con el profesor, contar con estas herramientas crea entornos más amenos a las necesidades individuales, lo cual se traduce en menores probabilidades de abandonar la formación y en trayectorias más integrales, que puedan completarse desde el preescolar hasta el bachillerato. Además, facilita la labor docente:

«Antes hacíamos esto pero de forma manual, con carteleras o fichas, por ejemplo, pero ahora hay un software que les enseña a deletrear en lengua de señas», agrega Eduardo, quien también ha sido reconocido por Microsoft Education Exchange, la OEI, Fundación Fidal y el Ministerio de Educación Nacional.

A pesar de que ya es un referente internacional en promoción de entornos educativos inclusivos, que dirige tesis de doctorado con universidades y que dicta módulos en ciencias de la educación, Eduardo confiesa que su verdadera vocación está en trabajar «al pie del cañón» con las poblaciones vulnerables. El servicio, comenta, es lo que más lo motiva hoy como persona y profesional: 

«Donde haya una verdadera necesidad, ahí debemos colocar el foco. Si lo que hacemos en nuestras vidas viene desde la vocación, buscaremos los contextos más difíciles para ponerla en práctica porque somos servidores públicos. Eso deberíamos entenderlo todos los maestros de Colombia, y un servidor público está dado para dar lo mejor de sí en todos los contextos. Eso es lo que hay en mi corazón», señala, aplaudiendo que en las aulas de Colombia se estén dando «cosas muy buenas», e invitando a los maestros a documentarlo y visibilizarlo para que el país y el mundo se enteren de los progresos que está teniendo la educación en Colombia. 

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