El Coro Reconciliación de Medellín se ha convertido en una apuesta por darle voz a aquellas personas que históricamente la perdieron la posibilidad de alzarla a causa del conflicto armado.
El Coro Reconciliación nació en el 2019, a partir del deseo de la Orquesta Filarmónica de Medellín por aportar al Proceso de Paz y a la resignificación de las personas que hicieron parte del conflicto armado en Colombia.
“El propósito superior de la Orquesta Filarmónica de Medellín es ‘música para transformar’, por eso creemos que, además de generar belleza ,que es algo que hacemos con nuestros conciertos, tenemos la responsabilidad de aportar a la transformación por medio de la música”, comenta María Catalina Prieto, directora ejecutiva de la Orquesta Filarmónica de Medellín.
Prieto explica que escogieron la figura del coro, ya que les permitiría, de manera simbólica, devolverle la voz a aquellos que durante años la habían perdido.
“También recordamos que había estudios que comprobaban, que cuando dos o más personas cantan juntas, se sincronizan los latidos de su corazón, lo que nos pareció muy simbólico”, dice Prieto.
Según relata Prieto, ninguno de los integrantes del coro había cantado antes, lo que fue muy retador para el equipo.
“No queríamos que esto se quedara en un proyecto de encuentro social donde la gente se juntara a cantar. Queríamos que el resultado musical fuera profesional. Ver su evolución en la actualidad es muy bonito, porque al inicio cantaban a una sola voz, muy desafinados, pero ahora cantan a dos o tres voces y su repertorio se ha ampliado”, aclara Prieto.
Se busca que las obras escogidas tengan temáticas e historias valiosas para los integrantes y que le sirvan al coro para llevar un mensaje.
“El Coro está concebido para que sirva a quienes hacen parte de él y también como instrumento para visibilizar, ante la sociedad colombiana, que sí es posible la reconciliación”, dice Prieto.
Bajo estos estándares el Coro Reconciliación interpreta canciones como Para la guerra nada, en la cual los integrantes reescribieron algunas estrofas , para que estuvieran relacionadas con sus vivencias personales del conflicto armado y sus esperanzas frente a la reconciliación.
La música como reconciliación
Para Prieto la música es capaz de transformar las vidas de quienes la practican, de hecho, ella misma ha visto la transformación que esta ha generado en las personas.
Según recuerda, el primer día de ensayo fue muy especial porque desde el inicio se decidió, intencionalmente, no usar etiquetas.
“Ninguno de los que llegó debía decir si había sido parte de las FARC o el ELN, o si era una víctima. El director de ese momento solo los ponía a hacer juegos de canto, lo que hacía que el encuentro fuera muy especial, porque solo llegaban a cantar”, aclara Prieto.
De esa forma todos los integrantes se fueron mezclando entre ellos de forma natural, con la tranquilidad de saber que no estaban obligados a decir de dónde venían o qué habían hecho antes.
A partir de ahí se fueron tejiendo relaciones representativas, hasta el punto en que ahora los integrantes dicen que son como una familia.
“Hemos logrado crear tejido social por medio de la música”, cuenta Marcela Correa, directora del Coro Reconciliación. “Estos son procesos lentos, porque la palabra reconciliación es muy nueva para nuestro país, sobre todo para quienes fueron alcanzados por la guerra. Para mí la reconciliación empieza por la convivencia, donde las personas pueden reconocerse con el tiempo y así cambiar la manera de mediar las diferencias”.
Por ejemplo, hace tres años, al coro llegó una mujer que hacía parte de las víctimas y que en el primer día del ensayo le dijo a la directora Prieto “yo vine porque me parece chévere cantar, pero yo no creo en el perdón. Yo no me considero capaz de perdonar”.
Pero, hace tres meses, Prieto coincidió con ella en un espacio de tertulia, creado por una ONG alemana que trabaja con paz, y estando allá le preguntó si todavía se consideraba incapaz de perdonar.
La mujer dijo: “Creo que sí es posible el perdón a través de la música y a mí este coro me enseñó a perdonar”.
Por su parte, Correa concluye: “Para mí la música es un vehículo para la reconciliación, primero porque este es un colectivo. Aunque cada persona se va desarrollando en la marcha, son un montón de individualidades que se juntan por un bien común, por un espacio tranquilo”.