Sergio Pabón, director del Festival Cordillera y el área de conciertos en Páramo Presenta, le contó a Colombia Visible cómo surgió la idea de crear una plataforma exclusiva para los sonidos latinoamericanos. Curiosamente, lo que más ha movido al público no es el cartel de artistas, sino la iniciativa ambiental que lo acompaña.
El 24 y 25 de septiembre tendrá lugar, en el Parque Simón Bolívar, el Festival Cordillera, una apuesta de Páramo Presenta en asocio con Ocesa, que busca posicionar un evento dedicado única y exclusivamente a los sonidos latinoamericanos, casi que sin separar géneros ni generaciones.
El cartel se conoció el pasado 4 de mayo: Maná, Caifanes y Los Fabulosos Cadillacs encabezan un listado de 44 artistas de todos los calibres, incluyendo a Totó la Momposina, maestra del folclor caribeño que con esta presentación se despide de los escenarios tras 60 años de carrera; Aterciopelados, que se ha convertido en toda una institución del rock colombiano y Mitú, dúo abanderado de la actualidad nacional de la música electrónica.
Desde entonces, los organizadores han ido publicando poco a poco más información del evento: sabemos que funcionará con el sistema ‘Cashless’ (dinero cargado digitalmente a una manilla) para el manejo de todas las transacciones al interior del festival; o que el ingreso será a partir de la 1 p. m. llegando por la calle 63 con carrera 60. También, los horarios en los que se presentará cada artista, dispuestos más abajo en esta misma nota.
Sin embargo, poco sabíamos sobre la génesis del evento, los detalles logísticos que permitieron reunir a tantos artistas en un sólo lugar, el alcance internacional de la propuesta o el impacto que ha tenido su enfoque ambiental entre las 30.000 personas diarias que se espera lleguen al parque. Sergio Pabón, director del Festival Cordillera le respondió justamente esos interrogantes a Colombia Visible.
Ya organizan festivales posicionados como Estéreo Picnic y Knottfest ¿De donde surge la idea de crear uno totalmente nuevo?
La idea surgió durante la pandemia. Queríamos organizar algo que celebrara la latinidad; los otros festivales que tenemos, empezando por Estéreo Picnic, se han ido llenado cada vez más de contenidos anglo y nos dábamos cuenta que faltaba ese gran festival de música latinoamericana que celebrara nuestro idioma, nuestras costumbres, nuestras raíces, a esas bandas con las que todos crecimos. Entonces lo planteamos como un evento que justamente conectara musicalmente al continente, como lo hace la cordillera.
Como dice, es una plataforma para las músicas latinoamericanas, pero llama la atención la configuración del cartel de artistas, ¿Cómo llegaron a una propuesta tan variada a nivel de géneros y generaciones?
La pandemia nos permitió diseñar con más calma el evento. La estrategia siempre fue convocar diferentes generaciones y gente de diferentes gustos musicales. Que no se centrara en un solo genero, especialmente en el rock en español clásico, sino que hubiera cumbia, rock en español más experimental, balada, reggae, rap, pop. Entonces intentamos reunir como todos los géneros latinoamericanos. Inclusive hubo un par que no logramos completar como, por ejemplo, bossa nova, pero sí teníamos muchas ganas de que hubiera una representación muy amplia de lo que es la música latinoamericana y de todo lo que se produce en el continente.
Después estaba esa apuesta de convocar a gente de todas las edades y que fuera un evento multigeneracional. La idea es que se sienta una representación completa de los sonidos latinos.
¿Hubo algún parámetro para seleccionar a los artistas colombianos en medio de la diversidad musical del país? ¿Qué los llevó a escoger, por ejemplo, a jóvenes como N. Hardem, Briela Ojeda o Duplat?
Lo diseñamos por tarimas, intentando que fuera una sucesión musical lógica y chévere; entonces buscamos artistas que se acomodaran a lo que queríamos para cada escenario y que además tuvieran el mérito para tocar ahí. Por ejemplo, en el Bosque Electrónico, que es un escenario super lindo, rodeado de árboles, entran perfectamente las propuestas de De Juepuchas o Cerrero. Lianna y N. Hardem, por su parte, tienen una tarima muy de rap el domingo, con La Etnnia, porque queríamos que hubiera representación del hip hop nuestro de diferentes épocas.
Pero hay de todo. También va a tocar Totó la Momposina, que buscamos a modo de tributo y homenaje a una de nuestras más grandes cantautoras y a nuestro folclor.
Pasando a la música de la región, que es amplia y diversa, ¿para ustedes qué factores unen la identidad musical latinoamericana?
Justamente son múltiples identidades. Hay muchísimos géneros, culturas y costumbres en este continente, y pues eso es lo que lo hace tan rico, lo que queremos celebrar. En términos musicales yo pensaría que nos une el baile. Es un factor clave que se puede ver en toda la región, ya sea en la cumbia o en el rock que hacemos, que tiene unos tintes mucho más festivos. Ejemplo de eso son Los Auténticos Decadentes o Los Fabulosos Cadillacs, que si bien son artistas que hacen rock, lo hacen desde un punto de vista muy bailable.
También hay temáticas que me parece que son importantes. Las letras de las bandas se empiezan a repetir en artistas de todo el continente por ejemplo en el fútbol, la desigualdad y la política. Eso es algo que finalmente creo que nos ha unido como latinoamericanos, ese fenómeno político de protesta. Ahí aparecen bandas como Molotov. Al final lo que une todo, sobre todo en Cordillera es el baile, la fiesta y la celebración
En ese orden de ideas, ¿qué tanta presencia van a tener Colombia y los otros países, las otras culturas latinoamericanas, dentro del Parque Simón Bolívar más allá de lo musical?
Por ahora se va a limitar a las presentaciones musicales. Va a haber una representación bien interesante de emprendimiento y artesanos colombianos; gastronómica también, con cosas que no habíamos tenido en otros festivales, como por ejemplo un mercado artesanal campesino, donde se van a vender frutas, verduras y jugos orgánicos. Todo muy conectado con el bienestar y el emprendimiento campesino. Lo que usted habla de la representación de toda Latinoamérica fuera de la música es algo que pensamos y que no tuvimos el tiempo para concretar, pero esperamos poder hacerlo a largo plazo, porque este año sí vendimos muchas entradas en el exterior.
¿Tienen algún estimado de asistentes nacionales e internacionales vienen?
Estamos esperando entre 25.000 y 30.000 personas diarias. Calculamos que alrededor del 10 al 15 % del aforo diario corresponderá a personas que vienen del exterior. Lo confirmaremos realmente cuando finalice el evento, pues esta semana (la semana previa al evento) es la que más entradas se venden, pero la verdad es que ha sido impresionante. Hay gente de todo el continente viniendo.
¿Cuáles diría entonces que son las expectativas con la primera edición de Cordillera?
El objetivo principal es posicionar el festival a largo plazo, porque lo queremos hacer durante muchísimos años y para eso necesitamos ofrecerle a la gente una experiencia excelente, que pasen un par de días espectaculares, que coman rico, bailen rico. Que salir y entrar sea fácil y en general vivan un par de momentos inolvidables para que quieran volver y hacer voz a voz positivo. Por ahora es eso, pero definitivamente está la determinación absoluta de volverlo a hacer y, de hecho, ya hay conversaciones preliminares con artistas para el próximo año.
Habla de generar una buena experiencia desde el ingreso hasta la salida y justo acabamos de ver las dificultades en el concierto de Dua Lipa, que fue al frente del Simón Bolívar, ¿cómo se están preparando logísticamente?
El equipo que está produciendo este festival es completamente diferente al que estuvo al frente de Dua Lipa, pero de ese concierto quedaron buenos aprendizajes. Nosotros estamos siempre atentos a evitar este tipo de cosas, pero además son eventos muy diferentes en el sentido de que a Dua Lipa llegan 30.000 personas al tiempo, porque solo hay un artista para ver. Nosotros vamos a abrir puertas desde la 1 de la tarde, entonces la gente va a estar llegando de una forma más planeada. Seguramente vamos a tener algunos picos, pero el formato lo cambia todo.
Le estamos metiendo el mismo cariño que le metemos al Estéreo Picnic, pero es importante que la gente entienda que meter a 30.000 personas a un lugar y sacarlos es un reto importante. Estamos trabajando muy duro para minimizar ese impacto.
Hablando de retos, ¿alguno que fuera particularmente complejo a la hora de planear el festival?
Agendar a todos los artistas para la misma fecha fue una tarea de meses. Con la mayoría tenemos una relación muy larga, pero tal vez lo más relevante fue el regreso de Maná, que llevaba mucho tiempo sin tocar, sin salir de México, sin venir a Colombia, pero incluirlos es un acierto total y un lujo. Es una banda legendaria, que marcó a la generación de los 90. Por fortuna la mayoría de los artistas que soñábamos tener los logramos concretar.
Hablemos precisamente de la fecha, ¿por qué escogieron esta temporada en particular?
Fue una mezcla de varias razones. Por un lado era una fecha que le cuadraba a todo el mundo en sus agendas; digamos que las bandas usualmente están de gira en Europa o en Estados Unidos durante el verano, entre junio y agosto; y queríamos también intentar separarnos de una temporada de conciertos fuerte que suele ser en octubre y noviembre, que son fechas de mucho concierto anglo. Sin embargo, no se terminó cumpliendo del todo porque en septiembre vinieron Dua Lipa y Coldplay, pero generalmente no es una fecha tan competida.
Otra particularidad del evento tiene que ver con su enfoque ambiental, ¿qué condiciones se tuvieron que dar para que Páramo pudiera destinar parte de las ganancias a la siembra de árboles?
Cuando damos con el nombre Cordillera, que une a todo el continente, empezamos a pensar que es absurdo hacer un evento como este sin hacer alguna acción en las cordilleras, sin dejarles algo a cambio. Ahí aparece esta idea de sembrar árboles por cada transacción de entradas que tengamos y estamos muy orgullosos del impacto que esto ha tenido, de cómo lo ha tomado la gente.
Hemos tenido muchísimo más alcance en redes con los posts de gente que publica el certificado de siembra que les llega, que con el cartel de artistas. Esta iniciativa conmovió y le importó a la gente. Nosotros estamos es siendo un vehículo para que el público lo haga. Son ellos quienes estás pagando esto con su asistencia, entonces es una gran acción de grupo, colectiva, y eso es lo que tiene más validez acá.
Cordillera se suma a la bonanza de conciertos internacionales que atraviesa Colombia, ¿para ustedes eso qué indica del sector cultural colombiano?
Definitivamente el mercado cambió y ha experimentado un crecimiento importantísimo. Yo creo que como en todos los negocios es un tema de oferta y demanda. Si sigue apareciendo esa cantidad de conciertos es porque ha habido una demanda para ello. Nosotros este año vamos a pasar de los 100 conciertos y la verdad es que en la mayoría ha habido una respuesta muy buena. Creo que eso llegó para quedarse, es un habito ahora.
En términos generales el mercado maduró, pero obviamente hay factores que nos preocupan como el problema de la devaluación que es muy complejo para la industria porque a los artistas les pagamos en dólares, lo que significa que las entradas se hacen más costosas llevando a que tal vez la gente comience a ser más selectiva, pues no puede ir a todo. Pero por ahora estamos viviendo un auge increíble y la gente ha estado más que a la altura.