Murales, encuentros literarios y talleres de formación artística hacen parte del trabajo del Colectivo Ikuna para impulsar la cultura y apropiarse del municipio antioqueño.
Desde 2019, 15 artistas, gestores culturales y jóvenes de Andes, en Antioquia, decidieron trabajar en conjunto. Fue, como dice Stefanny Pérez, “una unión de voluntades para trabajar por un sueño común por impulsar la cultura”. Así nació el Colectivo Ikuna, que ha usado el arte como una forma de que las personas que habitan el suroeste antioqueño se apropien de su historia.
Lo hacen con clubes de lectura, encuentros literarios, talleres de formación artística, muralismo, formación de cultura ambiental y otras iniciativas culturales con las que quieren transmitir el valor del municipio y la comunidad que habitan.
Sobre por qué hacen lo que hacen, Stefanny se refiere al ensayo Colombia en el mundo del autor William Ospina. “Él menciona que un país que no se conoce a sí mismo no puede proyectarse en el mundo ni ser reconocido, y ahí está la importancia de la cultura”, dice esta estudiante de séptimo semestre de Gestión Cultural en la Universidad de Antioquia (seccional suroeste)».
Murales para resignificarse
El trabajo del colectivo en 2019 inició con un mural en el Colegio María Auxiliadora de Andes, en la que estudiantes del grado once pintaron una obra, asesorados por el artista Rafael Padilla, el actual coordinador del Área de Pintura del colectivo. “Así se abrieron muchas puertas que necesitaban atención”, cuenta Stefanny.
Quizá por ser su punto de origen, el muralismo es parte fundamental del Colectivo Ikuna. “Lo que buscamos es darle vida a esos espacios que de pronto han estado un poco en el olvido. Los murales sirven para pensarnos, para saber cómo nos proyectamos”, explica.
Y, para profundizar en eso, pone como ejemplo el mural Matices Ancestrales, en el que se busca resaltar la idiosincrasia de Andes, “rescatar esas cosas para que la gente se apropie de ellas”. Stefanny señala que el mural se hizo en unas escaleras públicas, “un trayecto que estaba abandonado”.
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Además de pintar imágenes como rostros indígenas y parte de la biodiversidad de la zona, “se pensó como un auditorio al aire libre para que la gente se siente y disfrute de diversas manifestaciones culturales y artísticas que se realicen allí. Ese es el sueño cuando realizamos cada una de estas intervenciones”, concluye.
Otros murales que se han hecho son: Esencia Cafetera (en el sector Sapoliso), Ecos del San Juan (que se hizo sobre dos puentes colgantes en el sector Sendero Ecológico), Nuestra Flora (en el sector Hospital) y Paisaje Andino (en el sector San Pedro).
Cuidar la ventana
Para explicar mejor por qué hacen lo que hacen, Stefanny se remite a las ventanas rotas, una teoría que fue planteada en 1982 por los científicos sociales estadounidenses James Q. Wilson y George L. Kelling, en la que aseguran que “si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás”.
“Nos basamos en la teoría de las ventanas rotas, porque si cuidamos esos espacios todo el mundo dirá ‘es parte del municipio, es de nosotros, empecemos a cuidarlo entre todos’”, dice.
Este impulso también tiene que ver con el arte que nace dentro de Andes. Por ejemplo, en los encuentros culturales “buscamos visibilizar autores locales”.
Para Stefanny, “desde el colectivo pensamos que el trabajo cultural es fundamental para la cohesión social. Hablamos de que queremos cambios, de que estamos cansados de lo mismo y pensamos que el camino es a través de procesos culturales y artísticos, empoderando a las comunidades”, concluye.
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