A través del programa ‘Editores de Ciudad’, la Estrategia Morada lleva pedagogía a jóvenes de la periferia de Medellín. Buscan ser un espacio seguro para que ellos construyan y materialicen sus proyectos de vida.
En la Comuna 13 San Javier, Medellín, se encuentra ubicada la Casa Cultural Morada, un espacio que el Colectivo Morada creó con una intención clara: brindarles a los jóvenes un espacio donde puedan descubrir la ciudad desde una mirada más íntima y trabajar por la materialización de sus sueños.
Así lo explica Catalina Bustamante, productora audiovisual que hace parte del proyecto desde 2015. Menciona que dentro de la Estrategia Morada hay varias líneas de acción: el colectivo, las casas moradas y el medio de comunicación Ciudad Morada.
Uno de los proyectos del colectivo es Editores de ciudad, enfocado en la pedagogía y donde les dan clases de periodismo, ciencia y Tecnología (Inventada), ciencia política (Ser Peligrosas) y pedagogía del ser (Al-Mar) a los jóvenes de la periferia de Medellín.
“Antes de Editores de Ciudad tuvimos un convenio con la secretaria de Participación Ciudadana y la alcaldía a través de un proyecto que se llamaba ‘Medellín Consciente’. Teníamos un grupo de trabajo en cada uno de los territorios de Medellín (16 comunas y 5 corregimientos)”, recuerda Catalina. Según ella, ese proyecto se pensó para tres meses, pero el impacto y el tamaño de la red que se creó entre jóvenes fue tan fuerte que logró sostenerse por ocho años.
Otra de las integrantes de la Estrategia Morada, Ana Cristina Marino, editora del medio de comunicación Ciudad Morada, menciona que básicamente las casas son un espacio para que los jóvenes lleguen y parchen sin ser juzgados. Y que el medio, además, es una herramienta para mantener informados a los ‘pelaos’ sobre cómo ciertos temas de la ciudad impactan en su vida.
En un principio, llegaron a tener 210 adolescentes haciendo periodismo y trabajando en temas de ciencia política como veeduría ciudadana, y les pareció importante que todos esos productos pasaran por un comité editorial, es decir, que los temas abordados se discutieran en una mesa de trabajo, se les buscara un enfoque y luego cada uno regresara a sus territorios para desarrollarlos.
Reunieron a 21 chicos y chicas, dando paso, así, a algo que Catalina denomina «una apertura de ciudad”, es decir, que ellos mismos ampliaran el panorama de lo que ocurría en otros contextos, diferente a lo que habitualmente veían cada uno en sus barrios:
“Para un chico de la Comuna 13, que nunca se había desplazado al corregimiento de Santa Elena, esa red de trabajo creó otros matices de la ciudad que no conocía”, explica Liliana. Por eso el logo del proyecto es un gran árbol, porque en cada rama se encuentran procesos diferentes que, al juntarse, crean una frondosa red de trabajo.
Morada nace en 2011 con la intención de ser un espacio alternativo para los contextos de periferia y es, además, una incubadora de proyectos. Es decir, el colectivo le brinda las herramientas para que los jóvenes aterricen sus ideas y construyan su proyecto de vida basados en lo que verdaderamente les apasiona, sea arte, gastronomía, pintura, danzas, etc. Así, además de lograr que se sientan escuchados, se les refuerza la autoestima para que puedan creer en sí mismos antes de realizar cualquier oficio o de montar sus propios colectivos, haciendo que la red se extienda.
El programa funciona por ciclos semestrales: son 60 adolescentes becados recibiendo 4 pedagogías semanales y están vinculados a 15 instituciones educativas. En esas escuelas tienen aproximadamente 340 jóvenes inscritos cada semestre. «Nosotros queremos que estos ‘pelaos’ se sientan escuchados, que reciban una primera oportunidad para hacerse sentir en la ciudad”, comenta Catalina.
‘Morada’ recibe su nombre por el verbo morar: habitar la propia vida; habitar la vida del otro. Los jóvenes pueden llegar a morar la casa cultural de la Comuna 13. Y también las otras 3 casas con las que cuentan (Casa Raíz, donde están las oficinas, y Carrete, donde se dan las clases de Editores de Ciudad). Como las clases son presenciales, gracias al apoyo financiero de La Fundación Interamericana, el equipo les da a los jóvenes mensualmente un mercado y los pasajes para que se trasladen al lugar.
La otra casa está en Cúcuta y se llama Editores de Frontera, donde reciben a jóvenes migrantes que han cruzado la frontera colombovenezolana. Según Ana Cristina Marino, a través de ese trabajo quieren romper el negativismo alrededor de la migración y resaltar cómo la sociedad colombiana se ha nutrido gracias a esa mezcla cultural.
Ambas integrantes coinciden en que Estrategia Morada se caracteriza por ser su tono disruptivo; por ser una casa de puertas abiertas donde los jóvenes de la periferia de Medellín pueden expresarse como deseen, sintiéndose en confianza. “La revolución está en los chicos que siempre le dijeron que eran ‘los nadie’ y ahora están creando”, concluye Catalina.
Puede conocer los trabajos periodísticos de Editores de Ciudad aquí.