Guardianes del Páramo es un proyecto que fomenta el cuidado de los páramos del bosque Andino a través de la educación ambiental.
La primera vez que Juan Camilo Rodríguez, coordinador y creador de la iniciativa Guardianes del Páramo, conoció un páramo era muy niño. En esa época no entendía la importancia de ese ecosistema, ni se había sentido atraído hacia él.
Pero, más adelante, fue creciendo en él esta sensibilidad por el páramo, especialmente al entender que Bogotá, ciudad en la que vive, hace parte de la zona que influencia a ese ecosistema.
Desde ahí, se creó en él un genuino interés por los temas de la protección del medio ambiente y, buscando un motor que pudiera servir para la transformación social, creó Guardianes del páramo, una iniciativa donde finalmente le da forma a su preocupación.
“Con esta iniciativa en Guasca, Cundinamarca, me conecto con bastantes personas que habitan estos territorios, visito mucho los páramos, conozco sus especies y con los niños y las niñas entiendo esa preocupación sincera por el ecosistema, ese amor por el páramo”, cuenta Rodríguez.
Esta conexión con el páramo lo hizo preguntarse a sí mismo, «¿por qué no había reconocido antes la importancia de este ecosistema?».
Es posible que de niño le hablaran de ello en el colegio, pero en esa época quizás no tenía tanta conciencia. Con eso en mente, Rodríguez pensó que era posible que muchas personas estuvieran como él, “por eso considero importante que se ayuden a transmitir los mensajes de cuidado y de reconocimiento sobre estos ecosistemas: brindar a los niños espacios en los que puedan experimentar el páramo de forma activa por medio de narrativas”.
Un sueño llamado ‘Guardianes del Páramo’
Isabel Avellaneda, profesora de Guasca y cocreadora de ‘Guardianes del Páramo’, conoció a Juan Camilo cuando vino al municipio con un grupo de ambientalistas.
Esas visitas eran algo común en el lugar, ya que el espacio, como explica ella, es una puerta al páramo de Chingaza y a la reserva, es la frontera con los ecosistemas de pre páramo, páramo y super páramo.
Después de terminar la investigación, muchos de los del grupo de Juan Camilo partieron a seguir con otros proyectos, pero él decidió quedarse y trabajar con la comunidad, una historia que ya tiene casi 8 años de trabajo en pro del medioambiente.
Gracias al contacto con Avellaneda, se decidió que Guardianes del Páramo trabajaría principalmente con niños y niñas, entre los cinco y los diez años, que era la edad promedio de los grupos que manejaba la maestra.
“Con ella fue que empezamos a sembrar este proyecto, partiendo de la pregunta sobre cómo podíamos proponer espacios para que los niños de Guasca pudieran desarrollar habilidades pertinentes para el cuidado del medio ambiente”, explica Rodríguez.
Ambos tenían la intención de crear espacios que fueran significativos y pertinentes para los jóvenes, donde pudieran desplegar sus iniciativas y sensibilidades, un lugar en el que pudieran transmitir sus mensajes y, a partir de su llamado, construir más conciencia y espacios de aprendizaje sobre la protección del medioambiente.
“Creo que los jóvenes tienen mucho para enseñarnos, desde sus ideas y sus sensibilidades, por lo que no deberíamos dejarlos de lado en estos procesos. En nuestro contexto actual las infancias ya van teniendo una voz muy importante, llamándonos la atención a nosotros los adultos para que cuidemos el medio ambiente. Personas como Francisco Vera (el niño ambientalista colombiano) nos inspiran bastante y muestran un camino en el que las iniciativas de los jóvenes y su ecoesperanza puede tejer una red de aprendizaje”, expone Rodríguez.
Por su parte, para Avellaneda es muy importante educar a las futuras generaciones sobre el cuidado del medioambiente, no solo por ser un tema de moda, sino también porque ya se ve el impacto negativo que se le está causando al planeta por no cuidar sus ecosistemas.
“Si no trabajamos desde ahora, seguramente las generaciones que vienen sufrirán mucho más”, dice.
Ella misma ha visto que proyectos como ‘Guardianes del Páramo’ pueden generar un cambio a gran escala. Según cuenta, cuando inició el proyecto y enviaban continuas tareas y actividades sobre medioambiente o reciclaje a los niños, algunos padres apáticos consideraban que eso no tenía sentido.
“Pero con el tiempo los niños han ido despertando en sus papás ese interés y esa conciencia. Los jóvenes hacen un trabajo positivo por el medioambiente en sus familias y la comunidad”, comenta la profesora.
Para Avellaneda, la comunidad ha aprendido a conocer, respetar, querer y armonizar con la naturaleza, específicamente con plantas nativas de la región y las aves de la zona. Ya saben cómo separar los residuos o cómo hacer uso de ellos en favor de otras actividades. Están informados sobre el cuidado de la tierra y el agua.
Por el momento, Guardianes del Páramo trabaja regularmente con la comunidad de Guasca y ha hecho presencia en otros lugares, donde han implementado procesos más cortos de solo dos semanas o un mes. Actualmente, su plan es abrir en Bogotá unos espacios que sean semanales, en algunos centros culturales o bibliotecas.
“Los ecosistemas del páramo, junto al bosque andino, hacen parte de una red que permite la vida en el planeta. Son hábitats estratégicos y por eso es importante conservarlos y cuidarlos. En algunos páramos habitan un promedio de 200.000 personas, que son las comunidades que más saben cómo cuidar estos ecosistemas. Por eso hay que tejer puentes con ellos, para construir aprendizajes mutuos, recoger saberes, conservar lo que está y ayudar en el proceso de restaurar las zonas que posiblemente se han ido deteriorando”, concluye Rodríguez.