La Fundación Riocanes es el primer y único centro animalista de La Guajira. Sus directores son dos adultos mayores que llegaron al departamento hace 20 años con un objetivo: introducir el animalismo en el territorio.
Hace 20 años, Gloria Sierra atravesó el desierto de La Guajira para instalarse en Riohacha en compañía de su esposo y sus cinco perros. En ese entonces no se hablaba de animalismo en la región, ni había algún refugio donde los guajiros pudiesen trasladar a los animales maltratados o abandonados. Fue entonces cuando, al ver que todos los días llegaba un animal nuevo a su hogar, decidieron crear la Fundación Riocanes.
Gloria proviene de la Casta Epieyú, tiene 65 años y aproximadamente 60 animales en su refugio. Dice ser la primera persona que creó un centro animalista en La Guajira, territorio que, según comenta, presenta altos niveles de desatención animal.
Tanto, que la carencia de lugares especializados en tomas de rayos x, ortopedia o laboratorios donde hacer hemogramas, es lo que hace de su trabajo todo un reto. Riocanes la ha impulsado a aprender primeros auxilios pues, al ser su refugio el más conocido del departamento, muchos acuden a ellos sin importar la hora.
“Una cosa es ser animalista en Bogotá, donde quizá hay más centros especializados en cada área y otra muy diferente aquí. Yo tuve que aprender sobre veterinaria para poder atender animales de urgencia. Era muy costoso desplazarnos hasta Santa Marta para que revisaran a un canino o felino”, comenta.
Para Gloria, saber que a través de su trabajo está ayudando a cientos de animales indefensos, la motiva a continuar expandiendo su campo de acción. Por ejemplo, está en proceso la gestión para la compra de un lote que aumente la capacidad del refugio.
Pero el trabajo de Gloria y su esposo no se queda en las cuatro paredes de la Fundación Riocanes. Dentro de sus objetivos siempre ha estado extender la conciencia animalista a la población indígena de la zona, sobre todo en los niños. Con ellos, adelanta trabajos artísticos y pedagógicos con estrategias como, por ejemplo, alternar los trabajos de la fundación con lecturas de cuentos sobre animales y obras de teatro para prevenir el maltrato animal. Algunas las adelanta en colegios y otras en rancherías. Son alrededor de 50 niños que asisten a los talleres.
También comenta que, al ser Riohacha el puente hacia otros destinos turísticos de La Guajira, la presencia de extranjeros siempre es notable. Algunos llegan a hacer voluntariado por un par de días y otros apadrinan mascotas una vez parten del territorio.
De igual manera, Gloria cuenta que la fundación funciona con donaciones. De hecho, del trabajo de ambos adultos mayores se han desprendido otras tres iniciativas comunitarias que, si bien no tienen los alcances de la Fundación Riocanes porque son recientes, trabajan en conjunto para alivianar la carga del cuidado de los animales en la zona.
“Los servicios de veterinaria son costosos pero hemos logrado esterilizar a casi 3.000 animales en cinco años. Según la ley 2054 de 2020, es una obligación que todos los municipios tengan un centro de bienestar animal y ese vacío lo suplimos nosotros”, comenta.
Hace un mes llegó un caso que demostró la importancia del trabajo que realiza en el lugar. La perra de un señor con discapacidad visual fue atropellada y los gastos sumaron casi $2 millones, pero la lograron sacar adelante con cirugías y tratamiento. Según explica, las personas se solidarizaron tanto porque el animal representaba la única compañía de esta persona, «eso demuestra que nuestro trabajo no solo va en dirección de los animales, sino también de quienes están dentro de su contexto«, explica la directora de la Fundación.
Muchas familias del lugar están acostumbradas a tener chivos, cabras o vacas en sus patios que son utilizadas para el consumo propio o para el comercio. Esto, según ella, requiere un ‘cambio de chip’ con respecto a los cuidados que requiere adoptar a un animal como mascota. «Para nosotros estos perros y gatos son más que mascotas. Mi esposo y yo los volvimos nuestros hijos. Todo el mundo nos conoce como la pareja de adultos mayores con el refugio más grande de acá y nos gusta nuestro trabajo aunque demande tiempo completo«, concluye.